12/07/2024
PUEBLA SOCIEDAD Y JUSTICIA MARTES 9 DE JULIO DE 2024
•El juez que llevó su caso ha sido señalado en varias ocasiones de actuar con parcialidad.
Susana ha vivido una historia de violencia de género e injusticia institucional que la mantiene en la cárcel.
Ella decidió poner fin a años de violencia familiar, él respondió con una agresión que la puso al borde de la muerte. Ella decidió denunciar ese hecho, pero el juez en turno, Gabriel Pérez Rocha Pérez, lo clasificó como violencia familiar hasta que el pasado 11 de marzo se les notificó que el caso se reclasificó como feminicidio en grado de tentativa.
Esa misma semana su ex pareja la demandó por presunto secuestro y en ese caso el sistema actuó con prontitud; ahora está detenida y vinculada a proceso junto con su madre, su hermano y su tío.
El juez, quien ha sido señalado en ocasiones anteriores de actuar con parcialidad en otros casos, llegó a decirle a Susana que su ex esposo no era un peligro para ella porque ella seguía viva, así lo reveló desde la cárcel a través de una nota escrita que entregó a su familia en días pasados. Por lo anterior, sus familiares cuestionan el actuar de ese juzgador y del sistema de justicia que en el caso del feminicidio se tardó cuatro años para judicializarlo y seis para reclasificarlo, mientras que en la acusación de secuestro sólo les llevó un mes y medio.
Cuando Susana Rojas tenía solo 17 años, decidió casarse con su novio de nombre Daniel que tenía 25, ambos eran vecinos de San Luis Temalacayuca, junta auxiliar de Tepanco de López. A los pocos meses tíos, primos y amigos de Susi comenzaron a preguntar por ella ya que no salía de su casa, ni siquiera para visitar a sus padres, tampoco respondía llamadas, al grado de que ni sus familiares más cercanos pudieron acompañarla durante sus dos embarazos y los respectivos partos, los abuelos no conocieron de inmediato a sus nietas.
La madre de Susi reconoció ante su familia que Daniel era muy posesivo y celoso, por eso le quitaba el teléfono a su esposa y no la dejaba salir ni visitar a su familia, la tenía vigilada para asegurarse de que estuviera siempre en su casa.
Tiempo después, él decidió irse a Estados Unidos y Susana se quedó en casa de su suegro, aún a distancia seguía bajo el mismo sometimiento, Daniel le llamaba constantemente y el dinero que enviaba lo recibía su papá que era el que administraba el recurso, a ella solo le daba lo del gasto, narró su tía, quien recordó que por problemas desconocidos el suegro tuvo que vender su casa y el padre de Susana le donó una parte de terreno donde con un apoyo gubernamental construyó su casa.
Su familia recuerda que la pareja seguía con problemas, por lo cual Susana decidió separarse de él, ante esta decisión Daniel regresó en breve a San Luis y se instaló en el nuevo domicilio de Susana, pero fue por poco tiempo, ya que las discusiones se hicieron más fuertes y la joven optó por salirse de esa casa junto con sus niñas y mudarse a la vivienda de sus padres, ahí apoyaba desde mucho antes a su mamá en el negocio de la venta de antojitos mexicanos.
Corría el año 2018, una mañana de mayo, cuando Susana salió a preparar el nixtamal para la venta del día, él la llamó para dialogar, entraron al domicilio que ya solo ocupaba Daniel, ahí estaban sus niñas y fue en ese sitio frente a las pequeñas que el hombre empuñó un
arma y lesionó a su ex pareja en 17 ocasiones, su cuñada acudió a ayudarla mientras el agresor se subió a una camioneta y se fue.
Esta agresión fue reportada por el personal del Hospital General a la Fiscalía General del Estado (FGE) un médico legista acudió tardíamente a valorar las lesiones y se inició una carpeta de investigación, ya que el delito se persigue de oficio; sin embargo, cuando ya Susana fue dada de alta y junto con su familia acudió a dar seguimiento al caso, ese proceso nunca apareció.
Fue necesario que la víctima interpusiera una nueva denuncia, en el mismo año, pidió que se abriera por feminicidio en grado de tentativa, pero el juez solo la clasificó como violencia familiar y el caso se judicializó hasta 2022, mientras tanto ella tuvo que hacer una inversión en abogados para llevar no solo esa caso, sino también el relativo a su divorcio y a la custodia de sus hijas, además de los gastos médicos por las secuelas que le dejó la agresión.
Con el pasar de los años y con la ilusión de dar mejor vida a sus pequeñas, Susana se animó a retomar sus estudios, quería ser maestra y logró ingresar a la Normal Superior, eso implicó un gran esfuerzo de su parte porque llevaba mucho tiempo sin pisar un aula, pese a ello se esforzó lo suficiente para lograr las mejores calificaciones y destacar como estudiante en esa institución donde el pasado 3 de julio iba a presentar su examen profesional, pero no lo logró.
El 11 de marzo, casi 6 años después de la agresión de que fue objeto, por fin se le notificó que el delito se reclasificó pasando de violencia familiar a feminicidio en grado de tentativa, ella se preparó para estar presente en la primera audiencia al respecto, que se llevaría a cabo el pasado 5 de este mes, pero no se realizó, Daniel no acudió argumentando problemas de salud y no hay nueva fecha para esa diligencia.
Según una denuncia que fue presentada por Daniel y su padre, él fue secuestrado el 12 de marzo, esto significa un día después de que se le notificó la reclasificación a feminicidio en grado de tentativa. A decir de él, los autores de ese delito en su contra fueron Susana, el hermano de ella, de nombre Efraín, su padre, sí madre, un tío y dos personas más de las que no aportó datos; ellos lo habrían privado de su libertad y llevado a la casa de su ex pareja donde lo golpearon, lo amenazaron de muerte y le dijeron que pedirían dinero por su rescate.
Pero él logró escapar cuando esas siete personas se descuidaron, así logró ponerse a salvo y más tarde avisar a su familia lo ocurrido y fue de ese modo como finalmente denunció a los supuestos autores de ese delito.
El caso quedó otra vez en manos del juez Gabriel Pérez Rocha Pérez, quien judicializó el delito en un mes y libró las órdenes de aprehensión en breve tiempo de modo que Susana y tres de sus familiares fueron detenidos el pasado 27 de junio.
La familia sostiene que toda esa acusación fue armada, que Susana y sus familiares detenidos no pudieron cometer ese hecho ya que estaban en un encuentro religioso en Tecamachalco, para quienes conocen a la joven esto no es más que una estrategia en respuesta a la reclasificación de feminicidio en grado de tentativa que se otorgó y que para evitar que Daniel pise la cárcel se acuse a ella y sus seres queridos de un delito del mismo nivel.
Desde la cárcel, Susana ha sostenido que es inocente, ha elevado la voz para señalar que la justicia en su caso no ha sido imparcial, que el juez benefició a Daniel en todo momento, a ella la revictimizó y ahora, aunque ya el caso está en manos de otro juez no hay un trato diferente ni el interés de las instituciones para ir al fondo del asunto.
Mientras tanto, su madre quien tiene una serie de secuelas por un accidente que sufrió, está también en prisión; su hermano quien asumió el papel de padre de las pequeñas igualmente permanece en el penal, lo mismo que su tío quien tiene enfermedades crónicodegenerativas y sus hijas, una que cursa la secundaria y otra la primaria han pasado por momentos de gran impacto emocional, pues fueron testigos tanto de la agresión que sufrió su mamá en 2018 y el mes pasado de la detención, ellas viven con miedo constante y requieren apoyo psicológico inmediato.
Su historia no se sabe como terminará, Susana ha enviado cartas desde el penal donde solicita que no se le deje sola y reitera que ella y sus familiares detenidos son inocentes, pide que no se permitan más injusticias y se ponga fin al calvario que ha vivido desde que Daniel entró a su vida.