La Protección Civil nace con el hombre mismo. Es el recurso instintivo de preservar su propia integridad, la de su especie y la de su ambiente. El ser humano tan pronto nace a la vida, se siente amenazado por la naturaleza y por su propia manera de introducirse en el misterioso mecanismo del ambiente que lo rodea. El hombre debe enfrentarse entonces y desde sus primeros días al rigor del clima, las leyes desconocidas que lo forman; las dificultades para encontrar su subsistencia y su abrigo; la protección de los ataques de los animales. Así mismo está obligado a pagar los errores que necesariamente comete en la búsqueda de la más indispensable estabilidad y poco a poco también, a disponer para la competencia, muchas veces destructora con sus semejantes.
La historia contiene referencias sobre individuos, grupos y comunidades cuyas acciones se encaminaron para protegerse del hambre, las inundaciones, el fuego y contra uno de los más grandes desastres de la humanidad: La Guerra. Las últimas guerras en escala mundial no han distinguido entre combatientes y no combatientes, sino que por igual, azotaron a civiles y soldados, a hombres y niños, ancianos y mujeres. Los ejemplos de la II Guerra Mundial y las guerras civiles, al estilo Biafra, comprometieron la vida de millares de personas y condenaron a toda una generación inocente, al aniquilamiento, y a padecer defectos físicos por alimentación deficiente.
Fue durante el desarrollo de la II Guerra Mundial, con sus amenazantes y destructores ataques aéreos en gran escala contra ciudades y centros industriales, que la planificación y la organización de la Protección Civil alcanzó su posición notable como una responsabilidad organizada de los gobiernos. En su concepción original, la Protección Civil fue concebida como el medio por el cual una sociedad organizada que tuviese recursos ofensivos y defensivos totalmente comprometidos mantuviese en alto la moral de combate y de existencia de su población pasiva, por medios propios, autogenerados, sin constituir una carga especial y adicional al esfuerzo bélico, o de supervivencia en el cual se encontraban comprometidos los diversos órganos del Estado.
El advenimiento de los armamentos nucleares y termonucleares junto con los sistemas de lanzamiento teledirigidos, proporcionó una fuerza dramática para el posterior desarrollo de la Protección Civil. Paralelamente, apartando la problemática de la guerra, la actual era de veloz desarrollo tecnológico, trajo como inevitable secuela, una gran cantidad de eventos originados por el hombre, llamados sociológicos. En una forma quizás menos dramática, pero de una gran peligrosidad, se encuentran los problemas que ha creado en el medio ambiente en el cual nos desenvolvemos, descollando la situación creada por la contaminación y el ruido.
A medida que las aeronaves aumentan su capacidad, así mismo aumentan las cifras de víctimas como consecuencia de los accidentes que sufren estos vehículos de transporte, aumentando así mismo, la magnitud potencial de desastres sociológicos. Los trenes por ejemplo, alcanzan mayores velocidades, disminuyendo el tiempo para tomar medidas correctivas en caso de fallas.
Es indispensable entonces, dentro de la acción de la PROTECCION CIVIL, las medidas preventivas. La acción preventiva radica en la preparación individual, la predicción de un determinado evento, su control, la adecuada y oportuna información la alerta a las poblaciones, la educación y la formación y capacitación de expertos, de funcionarios y de profesionales especializados. La instrucción de toda la ciudadanía es una labor básica que le permitirá actuar en los momentos en que se requiera.
La industria química con su diversidad, complejidad y volumen, ha contribuido a aumentar el porcentaje de peligrosidad en la comunidad. Los accidentes de tránsito terrestre ocasionan día a día pérdidas considerables de vidas y bienes materiales de la sociedad moderna. Los eventos producidos por la naturaleza no se quedan atrás, principalmente los habitantes de las áreas tropicales oceánicas, pueden decirnos los estragos y daños materiales a la población, que ocasionan los huracanes o tormentas tropicales, las inundaciones, los terremotos y otros.
Los efectos de las calamidades públicas no sólo se sienten en las personas, sino que afectan los recursos naturales y económicos de una nación, destruyendo sus fuentes de subsistencia y de progreso, empobreciendo las naciones y limitando el progreso del hombre como ser social. Algunos pensarán o dirán: “Esto ha sido siempre el precio del hombre por su razón de vivir en el globo terrestre”. ¿Por qué apurarnos ahora, mal que bien nos las arreglamos sin la necesidad de la Protección Civil?. ¿Qué es lo que ha cambiado?.
Nuestro medio ambiente está cambiando en forma acelerada, las poblaciones se han multiplicado, desde el comienzo del actual siglo. Las ciudades han crecido a una tasa fantástica durante la pasada década. En investigaciones realizadas acerca de este problema, tenemos que a comienzos de este siglo, en el año 1902, el volcán Mont Peleé (Monte Pelado) en la Isla de Martinica, arrojó lava y gases tóxicos, originando la total destrucción de la ciudad de Saint Pierre, con un saldo de 38.000 mu***os. Al igual que el 13 de Noviembre de 1985, el volcán Nevado del Ruiz (Colombia), hizo erupción y el flujo piroclástico, fundió el glacial de la cima (más de 5.000 m. sobre el nivel del mar), generando avalanchas de lodo las cuales avanzaron por más de 100 km. afectando principalmente a la población de Armero con un estimado de 23.000 personas muertas, 5.000 heridos y 5.000 viviendas destruidas por el deslave. Se considera que esta es la erupción más grande en el siglo XX, después del Mont Peleé en el año de 1902.
Esto es sólo un ejemplo. Durante la edad media, el mayor desastre lo representó la “muerte negra”, que mató sólo en Europa unos pocos millones, que representaban para aquella época, un tercio de la población. Hoy en día, en general, las enfermedades han sido contenidas, pero de ocurrir una situación incontrolada, ya sabemos muy bien que bajo ciertas circunstancias, ello puede suceder, pensamos en el incalculable desastre que representaría la pérdida de un tercio de la población de Europa o de otro continente.
Más cerca, tenemos el tsunami producido el 26 de Diciembre de 2004 en el Océano Indico, donde murieron alrededor de 273.000 personas en 11 países, producido por un terremoto cuyo epicentro se registró como a 160 km. de la costa oeste de la isla de Sumatra en Indonesia, aumentando drásticamente el índice de pobreza en una zona ya bastante empobrecida, los analistas económicos indican un descenso económico grave en una economía que ya tenía dos años en franco ascenso. .
Estas son sólo alguna de las razones indiscutibles de la necesidad de la Protección Civil. “DEFENSA CIVIL”, “PROTECCION CIVIL”, “MEDIDAS DE EMERGENCIA”, llámesele como se quiera, es una condición obvia e ineludible en el mundo en el cual nos encontramos. No se trata de una organización con miras exclusivas a enfrentarse a condiciones de guerra. Admitimos la Protección Civil como consecuencia de las guerras, concebida, nacida y alimentada en dicho ambiente, pero en la actualidad, es un adulto saludable que juega un importante papel en la mitigación, alivio y supervivencia de las comunidades en caso de desastres, no solamente a través de medios físicos de rescate, auxilio médico, alimentación, viviendas de emergencia, atención de damnificados y otros, sino también mediante medios psicológicos para mantener el apoyo y lograr un elevado nivel de la moral de la población afectada, así como con la adopción de un adecuado sistema de prevención.
En este sentido, Protección Civil, no solo cumple una función de alivio en una situación de desastres, sino que es una actividad capaz de mantener en una Nación, aún en las condiciones más críticas, sus instalaciones y servicios destruidos.