12/02/2023
Chambi y el Indigenismo
“Cuando Chambi llega a Cuzco en 1920, el indigenismo está en pleno auge. Chambi se convierte en uno de sus representantes más entusiastas. El indigenismo pasa a ser su verdadera tarea vital.”[46]
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Recordemos brevemente con Claudí Carreras que “…la fotografía es un instrumento fundamental y un vector de comunicación incomparable para profundizar en el conocimiento y en el contacto entre individuos y los pueblos. […] Se esgrime también como una herramientas fundamental en la lucha por la libertad y la defensa de los derechos humanos.”[47]
Así pues, nos explica Jorge Heredia, “En Chambi se dio la concurrencia afortunada de varias circunstancias históricas, siendo las principales, -sin entrar en detalle-, la llegada tardía de la revolución industrial a los Andes, con toda la secuela de encuentros de la modernidad con la tradición; el relativo auge económico local, motivado principalmente por el aumento del comercio, las mejoras de la comunicación y los servicios, y el consiguiente interés turístico creciente por el Cuzco; y la emergencia de programas sociales y políticos pro-indígenas surgidos desde los centros urbanos con su importante correlato de movimientos artístico-literarios que se permeaban en el quehacer cultural.”[48]
Martin_Chambi_11Los ojos de Chambi se convierten en algo único, como explica Sara Facio, “es el primero que mira a su gente con ojos no colonizados”[49]
Los fotógrafos han registrado con sus cámaras a los grupos desprotegidos desde las primeras imágenes de pescadores realizadas por David Octavius Hill y Robert Adamson, las fotografías de John Thomson y la Londres empobrecida. Sin embargo también han acompañado en sus afanes de documentalismo social a los grupos originarios. “Como permanentes acompañantes de los indios, los fotógrafos celebran su existencia, denuncian sus carencias, los constatan memorables.”[50] Y es Chambi quien realiza esta última posibilidad, constatarlos como memorables, de una manera inédita.
Martín observa a su pueblo desde adentro, no como un mestizo que se asoma a la ventana sino como quien se ve al espejo, invocando nuevamente a Szarkowski.
El tipismo exotista
Desde los inicios de la fotografía el gran público fue atraído por la mirada hacia tierras exóticas. El propio y previamente citado John Thomson ya había cosechado importantes éxitos con sus cuatro volúmenes de Illustrations of China and Its People (1873). Desde entonces “…el mercado internacional de distribución de imágenes se siente especialmente atraído por el plus del exotismo regional.”[51]
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Durante décadas “…la producción fotográfica de América Latina muchas veces aparecen escenas costumbristas de pueblos originarios, reflejos del sincretismo mágico-religiosos…”[52]
Para el lector occidental de las revistas ilustradas “…el indio se relacionaba con la gloria de un pasado idílico” [53] sin embargo en sus prejuicios también yacía latente la “denigración del indio real. Para los forasteros, antes de convertirse en objeto de colonización y de estudio, eran una faceta pintoresca, aventurera y levemente amenazante…”[54] Sin embargo el indio dejó de ser una simpática anécdota cuando occidente se t**a con él en su sociedad y economía y entonces la figura que se ve en los campos y las calles, que invade el hogar criollo/mestizo convertido en servidumbre, ya no es “levemente amenazante” sino una paria que puede convertirse en una amenaza.
El indio como paria
Al habitante originario se le hace a un lado, se le ignora. Para Elisa Castañeda la fotografía de indígenas lejos de ser una definición, se convierten en un prejuicio. [55]
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Bautista Saavedra, presidente boliviano entre 1920 y 1924 declara que los indígenas son “orangutanes sanguinarios se sacian y embriagan hasta el embrutecimiento; engullen a puñados de coca, que anestesia su sensibilidad física. (…) El indio es apenas una bestia de carga, miserable y abyecta, a la que no hay que tener compasión y a la que hay que explotar hasta la inhumanidad y lo vergonzoso.”[56]
En este discurso que hoy se antoja inverosímil en nuestra sociedad políticamente correcta, vemos con claridad cómo “…la visión occidental sobre el indígena es la de un marginal, la de un loco, la de un grupo o colectivo que desde su posición ideológica y política, tiene pretensiones totalmente distintas a la de occidente.”[57]
Martin_Chambi_87El indígena ofrece, parafraseando a José Ángel Vera-Noriega, un mensaje proveniente del marginado, el repudiado, el iletrado.[58]
Desde las postrimerías decimonónicas se considera que “La raza indígena […] es inferior en inteligencia, en condiciones físicas y morales, su ignorancia no tiene comparación (…) como elemento político es nulo y se mantendrá en esta condición hasta extinguirse en virtud de la ley fatal de que las razas superiores vienen dominando y destruyendo a las inferiores…” Centro De Estudios De Potosí 1892: VIII, IX)” ).”[59]
En México “Los pensadores y políticos liberales, como José María Luis Mora, manifestaron repetidamente su desprecio por el pasado indígena y colonial. El rompimiento con el pasado y con el presente que lo representaba, les parecía una necesidad, un prerrequisito para construir un país moderno y liberal, fincado en individuos cultos, libres y soberanos, sujetos evidentes del progreso y de la democracia.”[60]
No es extraño que esta visión llena de prejuicios y discriminación hacia los americanos originarios haya perdurado durante décadas, incluso siglos, en toda América.
Para cuando Chambi fotografió a sus congéneres quedaban pocos vestigios de su condición primigenia. “Los descendientes de los pobladores originales iban perdiendo a golpes la complejidad de sus sociedades: sus élites fueron aniquiladas o incorporadas, sus territorios expropiados, su poder o representación política fueron enajenados, sus religiones perseguidas; la población fue movilizada en masa y perdió sus fronteras e identidades cuando no fue totalmente aniquilada; el espectro de la estratificación social se redujo y todos fueron pobres. Pese a todo, nunca llegaron a ser iguales, por lo que el uso tan común de indio como término descriptivo no tiene sustento objetivo preciso: es una dicción que refleja el concepto ideológico.”[61]
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Latinoamérica se convertirá en “El complejo entramado de culturas que compone el continente y las heridas aún abiertas de una historia que se repite cíclicamente hace que muchos autores utilicen la fotografía para investigar sobre su propia identidad y representar lo que sucede en su entorno.”[62]
Ante tal entorno surge una corriente de pensamiento y política de estado: el indigenismo.
El indigenismo
Con frecuencia se ha dicho que Chambi había hecho suyo el indigenismo, término definido por Alejandro Marroquín como “la política que realizan los estados americanos para atender y resolver los problemas que confrontan las poblaciones indígenas, con el objeto de integrarlas a la nacionalidad correspondiente”.”[63]
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Tanto el indigenismo como la palabra indígena e indio son voces complejas en este contexto: “Indigenismo es un término derivado de la palabra indígena, siendo ésta un sinónimo de indio de uso frecuente en el lenguaje ordinario y también en el trabajo antropológico para evitar las connotaciones peyorativas que hasta muy recientemente tenía la palabra indio cuando es empleada por los no indios.”[64]
Carlos Mamani Condori establece a su vez que “Son comunidades, pueblos y naciones indígenas los que, teniendo una continuidad histórica con las sociedades anteriores a la invasión y precoloniales que se desarrollaron en sus territorios, se consideran distintos a otros sectores de las sociedades que ahora prevalecen en esos territorios o en parte de ellos. Constituyen ahora sectores no dominantes de la sociedad y tienen la determinación de preservar, desarrollar y transmitir a futuras generaciones sus territorios ancestrales y su identidad étnica como base de su existencia continuada como pueblo, de acuerdo con sus propios patrones culturales, sus instituciones sociales y sus sistemas legales. (E/CN.4/Sub.2/1986/87)”[65]
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El indigenismo integracionista ve a los retratados por Chambi como miembros de “los pueblos indios [que] están marginados de la vida política, económica y cultural del país, por lo que hay que integrarlos a la vida y beneficios de la nación.”[66a] Para esta corriente, “el indio no está integrado en la cultura occidental y por tanto había que integrarlo, occidentalizarlo, de manera gradual pero segura.”[66b]
Para Andrés Aubry “el indigenismo no es sino una respuesta del sistema a una pregunta de blancos: ¿por qué los países pluriétnicos están atrasados? Encubre una hipótesis: el indígena es un freno al desarrollo. En vez de cuestionar la sociedad global y su modelo de desarrollo, desprecia la cultura indígena» (Aubry, 1982: 15).”[67]
La promesa incumplida: demagogia y retórica del indigenismo
Pablo Thiago Rocca dice que “…el indigenismo cobijó, demasiadas veces, a la demagogia y a la retórica…”[68] Como política de estado, el indigenismo ni integró a estos pueblos ni los asimiló. Tampoco pudo encontrar soluciones de fondo a sus necesidades sociales, culturales y económicas ni transformó los prejuicios de los sectores criollos y mestizos de la sociedad. “Los críticos del indigenismo lo consideran como un instrumento al servicio de los estados nacionales para destruir la identidad de los pueblos indios e integrarlos en una cultura nacional homogénea.” [69]
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Arturo Warman nos recuerda “En el indigenismo, los indios son y han sido objeto de la discusión pero no participantes de la misma.”[70]
Del prejuicio y la discriminación en algunos casos la actitud hacia los americanos originarios devino en una suerte de “discurso miserablista” donde el criollo y el mestizo, desde su pedestal cultural y económico se dignan a mirar a estos excluidos. La fotografía de nacionales y extranjeros atestigua, en no pocas ocasiones, esta mirada de cuestionable conmiseración. Se corre el riesgo de esconder la soberbia colonizadora que persiste en los grupos dominantes.
IV. Al rescate de la dignidad indígena. La mirada del fotógrafo indígena: ¿Cómo se ve a sí mismo?
Martin_Chambi_64Martín Chambi ofrece la primera mirada de un indio hacia su pueblo. Sin embargo este no es un hecho menor. José Uriel García le critica que caiga “en el romanticismo de turistas y fotógrafos extranjeros. […] …con emoción vernácula sabe recoger los legados de las culturas primitivas” ”[71] La exigencia es que Chambi se convierta en activista. Sin embargo a la distancia, el volverse un fotógrafo del indigenismo, como movimiento, tal vez no hubiera logrado ningún cambio, así como la política estatal no pudo modificar nada sobre la situación indígena en Latinoamérica.
Pero Chambi resulta mucho más relevante, pues ofrece una mirada impoluta hacia los indígenas, desprovista de activismos estériles.
Para comprender mejor la visión sine macula de Chambi hacia su pueblo resulta de invaluable utilidad el trabajo de campo realizado por las investigadoras Karla Guajardo y Sarah Corona Berkin. La primera realizó un proyecto de documentación fotográfica realizada por jóvenes totonacos en la Sierra Norte de Puebla (México) y la segunda emprendió una labor similar con jóvenes wixáritari en el poblado de San Miguel Huaixtita (Jalisco, México). En ambos casos la premisa es concomitante: comparar la visión occidental del indígena contrastándola con la auto-visión de los indios mediante el uso de fotografías. El resultado nos dará una nueva manera de comprender las fotografías de Martín Chambi.
El caso totonaco
Martin_Chambi_52Karla Guajardo, impulsora de la investigación parte de una muy pertinente definición y diferenciación entre fotografía indígena (aquella realizada por los mismos indígenas sobre cualquier tema) y fotografía indigenista (imágenes producidas por una persona no perteneciente a una etnia sobre temas indígenas).[72]
Guajardo analizó un corpus fotográfico de 240 imágenes realizadas en Huehuetla, población mexicana donde “el 77 por ciento de la población habla una lengua indígena, y el 30 es monolingüe.”[73]
En esta demarcación
“los jóvenes totonacos han adoptado ciertos avances tecnológicos como radio, televisión, videocasetera, cámara fotográfica, de video e incluso Internet, para sus propios fines. Lo que hace interesante el ejercicio es que a pesar de adoptar ciertos estándares occidentales, la visión de su cotidianidad plasmada en fotografías no es similar a la de un occidental: demuestran tener su propia visión y estética de las cosas.
El fotógrafo indígena utiliza la fotografía como medio de aprehensión para las cosas que gusta y pertenece, como objetos materiales y no materiales, personales o de la comunidad, como su casa, la iglesia, terrenos y animales.
Es más sensible a los colores del cielo, mostrando un gran aprecio a cualquier manifestación de la naturaleza. Es más perceptible a los más mínimos detalles. No presta atención a su ropa, a su arreglo y en raras ocasiones a su pose.”