28/06/2024
Emergencia en el Aire
Historias para ser contadas Autor y creación: Alejandro Ortiz Durand, Moquegua - Perú
Esta es una narrativa de coraje y pasión, una historia que refleja cómo, en momentos de crisis, la preparación y la determinación pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Una lección de vida que perdura, recordándonos siempre la importancia de estar preparados para enfrentar lo inesperado.
Mi fascinación por la aviación comenzó desde muy pequeño. A pesar de no poder ingresar a la Fuerza Aérea del Perú debido a problemas de visión en mi ojo derecho, no me rendí. Mi pasión por volar me llevó a estudiar pilotaje civil. Tomé cursos por correspondencia desde España y Estados Unidos, y aunque gran parte de mi formación fue teórica, mi entusiasmo nunca disminuyó. Eventualmente, mi trabajo en el aeródromo del Puerto de Ilo me permitió estar cerca de los aviones y pilotos, alimentando aún más mi amor por la aviación.
Experiencias y Oportunidades
Trabajando en el aeródromo, tuve la oportunidad de involucrarme en el mantenimiento de aeronaves, especialmente los aviones Cessna T337. Mi conocimiento y experiencia en mantenimiento preventivo eran tan profundos que, en ocasiones, realizaba pilotaje a escondidas con el consentimiento y supervisión de pilotos experimentados. Esta práctica, aunque arriesgada, me proporcionó habilidades prácticas valiosas que resultaron críticas la noche de la emergencia.
La Noche de la Emergencia
Aquel 8 de febrero de 1979, la tranquilidad de la noche fue interrumpida por una llamada urgente. Dos jóvenes habían tomado una avioneta Cessna 337 sin autorización y estaban en peligro. Sin pilotos disponibles en el área, se me pidió que intentara guiarlos para un aterrizaje seguro. La responsabilidad era enorme, y el riesgo, inmenso. Aún así, acepté el desafío, consciente de que las vidas de estos jóvenes dependían de mis instrucciones.
Guía Minuto a Minuto
Conectado por radio, comencé a guiar a Peter Davis a través de los procedimientos necesarios para aterrizar la nave. Revisamos los controles y la instrumentación, asegurándonos de que comprendiera cada paso. Colocamos camionetas con luces encendidas a lo largo de la pista para que pudiera orientarse mejor en la oscuridad. Mis instrucciones eran claras y precisas, enfatizando la importancia de cada acción.
Durante los siguientes minutos, Peter siguió mis instrucciones para reducir la velocidad y la altitud, realizando maniobras de reconocimiento antes del intento final de aterrizaje. La tensión era palpable, pero mantuvimos la calma, confiando en nuestra capacidad para manejar la situación.
El Aterrizaje Final
Finalmente, llegó el momento crucial. Con precisión, Peter redujo la velocidad, bajó los flaps y alineó la avioneta con la pista iluminada por las camionetas. A medida que descendía, cada segundo parecía una eternidad. Cuando finalmente tocó tierra, la nave desaceleró de manera controlada y se detuvo sin incidentes. La emoción y el alivio fueron indescriptibles. Habíamos logrado lo imposible.
Reflexiones y Reconocimientos
Al término de la misión, la gratitud de mis superiores y compañeros fue inmensa. Me ascendieron a un mejor cargo y me pidieron mantener en reserva los detalles de aquella noche. Aunque no buscaba reconocimiento, la satisfacción de haber salvado vidas y demostrado mi capacidad en una situación de emergencia fue suficiente.
Lecciones de Vida
Esta experiencia me enseñó que, cuando está en juego la vida humana, vale la pena tomar decisiones fuera de los procedimientos normativos. Mis limitaciones como piloto no acreditado no impidieron que lográramos un aterrizaje exitoso. La valentía, el conocimiento y la determinación fueron clave para superar la adversidad.
Años después, aunque ya no busco preguntas ni investigaciones sobre ese incidente, mantengo el recuerdo con orgullo. Es una historia de entrega sin condiciones, de tomar decisiones difíciles y de la satisfacción de haber hecho lo correcto.
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