02/02/2020
Y como si no tuviéramos en el Perú motivos para la polémica, en los últimos días se sumó una más que provocó que el nombre de la conductora Jazmín Pinedo fuera tendencia en las redes sociales y las páginas web. No fue su salida de Latina, tampoco la carta notarial que recibió por su mudanza a América Televisión por un supuesto contrato incumplido, la causa de la “indignación” fue que se “filtró” el monto del sueldo que recibía en su antigua casa televisiva: 45 mil soles mensuales. Inmediatamente aparecieron los comentarios en los que se señalaba lo injusta que es la vida, otros preguntaban si la animadora tiene algún estudio universitario que avale semejante remuneración, y hay quienes decían que cómo era posible que médicos y maestros ganaran 10 veces menos que Pinedo.
Ordenémonos un poco y precisemos que la televisión comercial es como cualquier otro negocio privado, se rige por la ley de la oferta y la demanda y también corre todos los riesgos de una inversión equivocada, en este caso un programa que no funcione y eche por tierra lo apostado. Por eso, mientras las reglas sean esas y la pauta publicitaria lo permita, las figuras que vemos en las pantallas, miles de dólares más, miles de soles menos, siempre tendrán honorarios por encima del promedio. Ya sean actores que brindan su talento interpretativo, modelos de reality que tienen pegada en la juventud o conductoras que apelan al carisma que las acompaña y a un estilo que es celebrado por el televidente. Y como la industria de la televisión no es beneficencia, así como muchas de sus figuras ganan lo que nunca imaginaron durante una temporada, también de un momento a otro se pueden quedar con los bolsillos vacíos y sin el ventajoso contrato. Por eso, mientras dura, deben ahorrar y guardar pan para mayo para no andar lamentándose y pidiendo ayuda en su vejez. Mientras, menos hígado, más empatía por lo que le sucede al prójimo y recordemos un viejo dicho: ”A quien Dios se la dio, San Pedro se la bendiga”.
El precio de la fama
Johnny Padilla