24/11/2023
De la Observación de los Días de Acción de Gracias Públicas:
Cuando se va a observar uno de tales día, que se anuncie convenientemente de antemano, así como también la causa u ocasión, para que la gente pueda prepararse mejor para este fin.
Llegado el día, y estando la congregación (después de preparaciones privadas) reunida, el ministro debe comenzar con una palabra de exhortación, para estimular al pueblo a este deber por el cual se han reunido y con una breve oración implorar la ayuda y bendición de Dios, (como en otras reuniones para la adoración pública), según la ocasión particular de su reunión.
Que el ministro entonces relate de modo preciso la liberación que se ha alcanzado o la misericordia que se ha recibido, o acerca de cualquier cosa que haya ocasionado esta reunión de congregación, para que todos puedan mejor comprender, o recordar estas cosas, y sean aún más conmovidos con ellas.
Y, porque el cantar Salmos es, de todas las demás ordenanzas, la más adecuada para expresar gozo y agradecimiento, que algún Salmo o Salmos apropiados sean cantados para ese propósito, antes o después de la lectura de alguna porción de la Palabra apropiada para la ocasión presente.
Luego que el ministro, quien vaya a predicar, proceda a dar exhortaciones y oraciones adicionales antes de su sermón, con referencia especial a la obra presente; después de lo cual, que predique sobre algún texto de las Escrituras pertinente a la ocasión.
Terminado el sermón, que no solamente ore, como se indica hacerlo en otras ocasiones después de de la predicación, haciendo memoria de las necesidades de la iglesia, del rey y de la nación, (si se omitieron antes del sermón), sino que también se extienda en las acciones de gracias debidas y solemnes por misericordias y liberaciones antes recibidas; pero más en especial por aquello que ahora los tiene allí reunidos para dar gracias; con humildes ruegos para que Dios continúe y renueve sus misericordias acostumbradas, según la necesidad lo requiera, y para obtener gracia santificadora para hacer un uso correcto de las mismas. Y así, habiendo cantado otro Salmo, apropiado a la misericordia recibida, que despida la congregación con una bendición, para que puedan tener algún tiempo conveniente para su alimentación y descanso.
Pero el ministro, antes de despedirlos, debe amonestarlos solemnemente a guardarse de todo abuso y libertinaje en placeres (que llevan a la glotonería o borrachera y a muchos más pecados de este tipo) en su alimentación y descanso; y que se asegure que su gozo y celebración no sea carnal, sino espiritual, lo cual hace que la alabanza de Dios sea gloriosa y a ellos mismos humildes y sobrios; y que tanto su comida y celebración les imparta mayor gozo y libertad, para celebrar aún más sus alabanzas en medio de la congregación, cuando vuelvan otra vez en lo que quede del día.
Cuando la congregación vuelva a reunirse, debe reanudar y continuar el mismo orden en la oración, la lectura, la predicación, el cantar Salmos y el ofrecer más alabanzas y acciones de gracias, que se dirigió por la mañana, hasta donde el tiempo les permita.
En una o en ambas de las reuniones públicas de ese día, una ofrenda debería recogerse para los pobres, (y de la misma manera en el día de humillación pública), para que sus esfuerzos sean de bendición y ellos se regocijen más con nosotros. Y que el pueblo sea exhortado al final de la última reunión, a pasar el resto del día en deberes piadosos y expresiones de amor y caridad cristiana los unos a los otros y regocijándose más y más en el Señor; como es digno de aquellos que hacen el gozo del Señor su fortaleza.
Directorio para el Culto Público de la Asamblea de Westminster