12/07/2021
Raffaella Carrá, la herencia de una diva millonaria
La reina de la televisión italiana no tuvo hijos pero se hizo cargo de sus dos sobrinos a la muerte de su hermano
Los italianos se preguntan quiénes serán los herederos del patrimonio de Raffaella Carrá, icono del mundo del espectáculo en Italia, muy querida en todo el país. Terminado el funeral de Raffaella Carrá, celebrado el viernes en la iglesia de Santa María de Ara Coeli, en la plaza del Capitolio, con gran emoción y lágrimas en los asistentes al rito religioso, se plantean ya hipótesis sobre el destino de su herencia.
La reina de la televisión italiana, fallecida a los 78 años el pasado lunes en Roma, a causa de un cáncer de pulmón, no tenía hijos, pero se hizo cargo de dos sobrinos que ella consideraba como hijos y a los que podría ser destinado gran parte del patrimonio, al menos la legítima, la porción de herencia asignada por ley a los parientes más cercanos. Raffaella Carrá cuidó de Matteo y Federica tras la muerte de su hermano Renzo Pelloni (el nombre de la artista era Maria Roberta Pelloni; Raffaella Carrà era el pseudónimo), fallecido en el año 2001, a causa de un tumor cerebral, a la edad de 56 años. El sobrino Matteo, en los tres días de luto que el país dedicó para homenajear a Raffaella en la capilla ardiente del ayuntamiento de Roma, rompió el silencio para destacar la relación que él y su hermana Federica mantuvieron con su tía: «Ocupó el lugar de mi padre cuando falleció, siempre nos brindó el mejor cariño y educación».
Dos grandes amores
Raffaella Carrá tuvo dos grandes amores. Durante mucho tiempo mantuvo una relación con el realizador de televisión Gianni Boncompagni, autor de sus grandes éxitos en programas musicales, fallecido a los 84 años tras una larga enfermedad. Cuando se fue a convivir con él, hizo de madre de las tres hijas pequeñas de Boncompagni, cuya mujer se había marchado de la casa. Ellas podrían figurar también en el testamento. Bárbara, la mayor de las tres hijas de Boncompagni a las que crió Raffaella Carrá, se despidió de ella de forma muy emotiva en la capilla ardiente: De rodillas se detuvo en meditación con las manos en el ataúd. Además, le dedicó emocionadas palabras de agradecimiento y recuerdo: «Nos unía una condición especial: el abandono. Nosotras habíamos tenido el de la madre, ella el del padre. Fue una madre para nosotras; dentro de casa era un ciclón, como Mary Poppins. Su característica más evidente fue la sencillez, con matices de torbellino, nunca mediocre, nunca banal, capaz de divertirse de igual manera con un rey o con el inmigrante de su programa Carramba. Era muy empática».
No pudo tener hijos
Durante un periodo, Raffaella Carrá comentaba que le hubiera gustado tener hijos, pero no pudo, según recuerda ahora Bárbara Boncompagni: «No tuvo hijos porque, cuando era joven, solía decir que un niño no se puede empaquetar y llevar contigo por las plazas. Luego, en el entorno de los 40 años, cuando se sintió en una situación más idónea para la maternidad, la naturaleza le dijo que ya no era posible. Pero Raffaella aceptó esta condición, no se embarcó en una obsesiva terapia para tener hijos».
Segundo gran amor
Su segundo gran amor, que a buen seguro aparecerá en el testamento, fue Sergio Iapino, realizador de televisión, que fue su compañero de trabajo y de vida sentimental durante 17 años. Tras separarse, siguieron manteniendo una relación de amistad muy estrecha. Iapino fue quien hizo el anuncio de su muerte y ha aparecido siempre emocionado, recibiendo a los amigos y compañeros de la artista, durante los tres días en que estuvo abierta la capilla ardiente. Incluso fue citado por el capuchino que concelebró el funeral, al señalar que la urna con las cenizas de Raffaella Carrá será llevada al santuario del Padre Pio, santo del que era muy devota: «Raffaella venía a San Giovanni Rotondo [municipio del santuario] muy a menudo y era su deseo volver. Por eso, en cuanto sea posible, con Sergio Japino nos organizaremos para que su urna haga una etapa en la iglesia del Padre Pío».
Dada la generosidad de Raffaella Carrá, no sería extraño que en su testamento figure también algún recuerdo o asignación especial de tipo humanitario. Amaba a los niños. Por eso creó el programa 'Amore', de adopción a distancia.
«Ciertamente gano mucho dinero»
No se dan cifras sobre la valoración del patrimonio, pero se considera que es importante. Ella misma reconoció: «Ciertamente gano mucho dinero, pero el mío es un trabajo duro y pago muchos impuestos». Vendió millones de discos en Italia y en muchos países, sobre todo del mundo hispano, muy en particular en España, donde fue muy querida.
Raffaela Carrá hizo la historia de la televisión. Fue la estrella más cotizada de la RAI, en cuyos estudios pasó toda una vida, salvo un periodo en España y un pequeño paréntesis en Mediaset entre 1987 y 1989. Silvio Berlusconi, propietario de los tres canales de Mediaset, fue decisivo para ese cambio de rumbo, según contó la artista con una sorprendente anécdota: «En 1982 yo estaba haciendo 'Hola, Raffaella' y el Dr. Berlusconi me propuso hacer el mismo programa en Canale 5. Le dije: 'En tres años estaré lista'. Regresé a casa y vi un camión cargado de azaleas, iban acompañadas de una nota, en la que estaba escrito: 'Espero que no se olvide de mi hasta el próximo encuentro'».
Patrimonio inmobiliario
Aparte de los derechos televisivos y por sus canciones que seguirán en la memoria de sus millones de admiradores, está su patrimonio inmobiliario. La reina de la televisión italiana vivía en una residencia muy lujosa en vía Nemea 21 en Roma, en el barrio de Vigna Clara, una zona muy apreciada por las personalidades de la televisión porque es residencial y está llena de jardines, cerca del centro histórico, pero lejos del caos. Además de la espléndida casa romana, Raffaela tenía otra propiedad, igualmente muy lujosa, en la Toscana: Una villa inmersa en la exuberante vegetación de Cala Piccola, en el corazón de Monte Argentario, a tiro de piedra de Porto Santo Stefano, famosa localidad turística.
FUENTE: ABC GENTE