El periódico La Vanguardia nació en 1894 para cuestionar severamente el régimen de gobierno imperante y proponer nuevas formas de organización económica y social. Padeció recurrentes clausuras, su imprenta fue repetidamente destruida y sus redactores encarcelados. Más allá de errores e incomprensiones –que forman parte de la historia y de las tensiones de toda organización política--, y de vaivene
s en su conducción que la alejaron del rumbo original; más allá de etapas que el socialismo revisó (y rectificó) recién muchos años después, el periódico socialista nunca traicionó el propósito por el cual apareciera: representar a los trabajadores y a los sectores más desfavorecidos en la cruel lotería del capitalismo, promover las reformas tendientes a mejorar su situación, impulsar su participación política, combatir los privilegios, difundir las ideas de libertad e igualdad y bregar por el cambio social. La transformación del país que señalara Juan B. Justo en la primera edición ha sido continua e incesante, pero sus necesidades y las de la mayoría laboriosa que lo habita no han sido superadas. Al igual que entonces, el buen funcionamiento de la democracia y la igualdad social siguen siendo asignaturas pendientes. Por eso sigue vigente su misión histórica y por eso es necesaria la continuidad del periódico socialista. Con renovado diseño y más temas, con los ideales de siempre y la agenda de la realidad política actual, La Vanguardia vuelve a llegar a las manos de todos aquellos que creen que es posible una sociedad de iguales. La Vanguardia aspira a acompañar esa etapa de la izquierda argentina, dando a conocer la mirada del socialismo y sus posiciones ante una realidad vertiginosa; en sus páginas están presentes los temas fundamentales de la vida política, económica, social y cultural del país, la región y el mundo. Como es esperable, muchas de esas cuestiones no coinciden con la agenda que gobiernos y grandes medios instalan como prioritaria. En esa diferencia, como así también en la visualización de los problemas y la elección de sus soluciones, radica la razón de ser de este periódico, que aspira a constituirse en lugar de encuentro del pensamiento de la izquierda democrática, contribuyendo a recuperar y robustecer su riqueza política y cultural. Para ello convoca al aporte de mujeres y hombres comprometidos con la transformación de la realidad, como espacio abierto a nuevos cursos de debate, reflexión y comunicación de propuestas que representan nuevas formas de participación política. El desafío es el de ser una tribuna propicia para proyectar un futuro mejor, porque el socialismo sigue siendo, como dijera Sartre, “el horizonte insuperable de nuestro tiempo”. La Vanguardia ya está en la web, y su portal www.lavanguardia.com.ar, con perfil propio y actualización permanente, para la producción y difusión de contenidos que respondan a la velocidad que caracteriza a la realidad contemporánea.