09/01/2024
Shalom.
Un abrazo.
Comparto la Bienvenida del nuevo libro del Dr. Miguel Erasmo Zaldívar Carrillo. Muy pronto estará a la venta.
Bienvenida
I
NOS PREGUNTAMOS, al relance, luego de un largo y complejo proceso evolutivo llamado homo sapiens sapiens ¿Quiénes somos? ¿Por qué y para qué estamos aquí? ¿Cómo actuamos y cómo deberíamos actuar?
Pues bien, estas preguntas existenciales revelan su esencia más contradictoria en la educación. Porque ciertamente somos nuestra educación, nos humanizamos o deshumanizamos en ella.
«Humanitas» es la palabra en latín para designar educación, y por ser humana, la educación hasta hoy no ha logrado superar la contradicción antagónica que le asiste:
La educación humaniza u oprime; libera o embrutece.
II
La educación es humanización y estamos siempre entre lo que es, lo que deseamos hacer y lo que debemos ser y hacer.
La educación es siempre una relación; relación múltiple y compleja; surgió como un proceso histórico y social tan importante que se ha convertido en garantía constitucional y Derecho Humano.
Para percibir la sutil contrariedad que le sabotea, es necesario relacionarla con su opuesto antagónico. Por eso no podemos ignorar que la educación escolarizada (a quien aludiremos de ahora en adelante), es palabra o silencio, comunicación o incomunicación, desarrollo o sometimiento.
La educación es una relación humana; humana porque gracias a ella nos humanizamos y participamos en el mundo humano de la cultural; nos singularizamos y elaboramos nuestra personalidad e identidad (identidades) y somos conscientes de ellas; nos integramos y participamos en nuestra comunidad vital y existencial donde recorremos nuestro ciclo vital; en ella, en la relación educativa, es donde aprendemos lo que somos y aprendemos también a luchar por lo que debemos, deseamos y podemos ser.
La educación es una relación ética. Ética como filosofía primera; relación del yo-tú; cuerpo a cuerpo y rostro a rostro, miradas compartidas, en la palabra y la escucha activa. Se trata de un movimiento coordinado, un encuentro: el «entre» infinito de la relación intersubjetiva. Por eso la relación escolar debe ser una praxis axiológica: nos mandatamos principios y practicamos valores; y si no lo hacemos, aparecerán los antagonismos y las contradicciones.
La educación es una relación política; política porque la escuela está organizada conforme a una comprensión y ejercicio específico del poder. La escuela es reproductora del poder y de la ideología dominante; su papel es ideologizar y calificar fuerza de trabajo para satisfacer las necesidades antropófagas y necrófilas del Capital.
Freire, Althousser, Engels, Marx, desmitificaron la escuela y la colocaron en el patíbulo donde debió estar desde su génesis. En definitiva: la escuela y la educación escolarizada deben transformarse –humanizarse–, radicalmente.
La educación es una relación de conocimiento; conocimientos –por llamarlos de algún modo–, aplicados para ideologizar y anular el librepensamiento y la creatividad de los estudiantes; porque gran parte de los conocimientos de la escolarización son inútiles, no desarrollan, no trascienden en la vida práctica, no resuelven las injusticias ni las contradicciones humanas.
La educación es una relación cultural; cultural porque la educación impide el olvido; por el contrario, refresca su origen y memoria, los engrandece generacionalmente conforme a la reproducción de la sabiduría acumulada a lo largo del tiempo, de la historia. La producción y reproducción cultural es la creatividad y expresión material y espiritual de la diversidad de las identidades humanas.
La educación es una relación comunicativa; comunicativa porque humanamente es imposible no comunicarse; incluso un cadáver humano nos comunica. Si la educación es una relación comunicativa podría trascender –si es convenientemente re-significada–, en una relación inter-comunicativa, dialógica, de-liberadora… y no el silencio faraónico que nada enseña, el monopolio solipsista de la palabra que redunda en su tautología recurrente y repetitiva; o sea: «¡Magister dixit!».
Esto es muy relevante en Oaxaca, donde se presentan relaciones comunicativas atípicas; tal fue el caso entre un docente culturalmente ‘occidentalizado’, con un grupo de niñas y niños triquis sin castellanizar. He asesorado tres tesis –por ejemplo–, donde quien investiga es un docente de Telesecundaria que no habla la lengua originaria de sus estudiantes, y sus estudiantes no entienden el castellano que habla su docente.
Años después, el burócrata inconsciente se retira un día de la comunidad y su escuela para no volver jamás, sin cuantificar ni ser consciente de la catástrofe cultural provocada por su ‘occidentalización’ proselitista; por falta de respeto a la cultura de sus estudiantes. Así de importante es la relación comunicativa en educación.
¿Qué hacer en estos casos? Preguntémonos primero:
¿Le importa al Estado la preservación de las lenguas originarias a un nivel tal que pueda ser justa la asignación de recursos? ¡No, por supuesto! El primero en discriminar a los pueblos originarios es el propio Estado que dice defenderlos. Pero no olvidemos que el Estado es el 'ogro filantrópico' que obedece al Capital; lo mismo que la escuela, sus docentes y estudiantes.
Hoy la situación ha mejorado; incluso en el estado de Oaxaca se percibe un cambio favorable, pero continúa siendo muy insuficiente por la enormidad del despojo ejecutado. La base magisterial se está reorganizando para sumarse al esfuerzo de transformación educativa, donde Oaxaca tiene mucho que hacer y decir.
La educación es relación de enseñanza-aprendizaje; enseñanza que corresponde a quien educa y aprendizaje a quien aprende. Consideramos conveniente hacer la «Pascua» que nos propuso Paulo Freire, «la conversión pedagógica» (la concientización, la metacognición) y ya no ser más –como educadores–, quien sólo enseña, sino quien al enseñar también aprende de sus estudiantes; e invitar a sus estudiantes a no ser sólo quienes aprenden, sino quienes al aprender enseñan a su educador.
Sin esta conversión pedagógica será imposible concretar una educación crítica, consciente, comunitaria, creativa y científica; en unidad y liberación permanente.
La educación es una relación laboral; laboral porque según su ejercicio, ya sea en la escuela pública o privada, asalaria, proletariza y devalúa el trabajo docente; se trata de relaciones leoninas reguladas por un salario y un contrato laboral. La contradicción antagónica está precisamente entre la ética de la dirigencia magisterial y los derechos laborales de la base.
II
El documento que nos ofrece Miguel Erasmo Zaldívar Carrillo titulado: «Praxis de la pedagogía y didáctica crítica», ante la contradicción educativa que denunciamos arriba como «contradicción del Capital», nos propone abordar los contenidos de aprendizaje de manera crítica, ‘convirtiendo’ el contenido de aprendizaje hacia la concientización.
El propósito es develar la crudeza e injustica de las contradicciones humanas que existen, principalmente en los contextos escolares propios de naciones subdesarrolladas y depauperadas; ámbitos, prácticas y procedimientos neoliberales impuestos al Sistema Educativo Nacional…, y al pueblo.
La crítica devela el proceso histórico de control, dominio y despojo; del ejercicio despótico del poder; pero también de las heroicas luchas de resistencia.
Es la «conciencia histórica» –nos dice el autor–; quien debe proceder a definir el origen del problema y, posteriormente, luego de identificar al enemigo, hacer lo correcto, luchar y desarrollar más y mejor «conciencia histórica».
Lo consecuente y procedente en la escuela es romper con la fuerza ideológica del Capital y despertar nuestras adormiladas conciencias oprimidas, nuestra conciencia de clase.
Podríamos decir que la escuela capitalista es un espacio de relaciones inhumanas y violentas, todas ellas reguladas y controladas, obligatoria y gratuitamente, para imprimir ideología dominante en las mentes de docentes y estudiantes.
Una relación amo-esclavo; una relación de opresión.
En sus explicaciones y ejemplos, el autor alude a los Programas pasados y vigentes; ejemplificando, contrastando, re-significando los contenidos de aprendizaje para reelaborar un objetivo crítico y emancipador; porque es la praxis quien los enlaza hasta definir otros de mayor complejidad y valor; así hasta la «metacognición», la «conversión pedagógica», la «concientización», la «Pascua» necesaria a la humanización para provocar en nuestros estudiantes, en cualquier persona, «su máximo potencial de desarrollo posible».
Pero el abordaje lateral del autor no permite en un primer momento observar cuál es el núcleo que le sirve de criterio y argumentación de verdad y valor.
El criterio de verdad y valor es la «vida», el criterio verdaderamente valioso y vital. Por esta realidad valiosa y verdadera que es la «vida», debemos partir de ella y reorientar la praxis educativa hacia el fortalecimiento de las necesidades vitales y existenciales de los estudiantes; hacerlo en las relaciones complejas y múltiples donde la humanidad entera se debate entre la ignominia o la libertad, entre la extinción del homo brutus brutus o la «utopía posible de vida digna». Es verdad que otro mundo es posible, pero es verdad también que es nuestra responsabilidad crearlo, construirlo, concretarlo.
Una educación centrada en la vida; una educación para la realización de un sentido de vida, porque la vida humana puede tener sentido, dirección y significado; seamos muy conscientes de ello.
III
Conocí al Dr. Miguel Erasmo Zaldívar Carrillo hace aproximadamente quince años; desde aquel día nuestra amistad se ha consolidado gracias a la academia y a nuestros gustos personales, especialmente la poesía y el marxismo.
Debo decir que el autor es un orgulloso hijo de la Revolución Cubana y un académico formado en el Modelo Educativo Cubano. Incluso puedo afirmar que Miguel practica los postulados educativos de un pueblo que logró su «Revolución» y la defiende como ninguna otra nación del mundo. Sesenta y cinco años de bloqueo y Cuba sigue vertical gracias a la conciencia histórica y a la educación de su pueblo.
El autor abastece su propuesta de su propia experiencia de lucha pedagógica; de allí le viene su deseo conocimiento, de humanidad y justicia, de libertad y dignidad.
No resta sino agradecer a Miguel Erasmo Zaldívar su coherencia y responsabilidad con los pobres de esta tierra; su actitud favorable y su contribución a la creación y construcción de la «utopía posible de vida digna», que es el «máximo potencial de desarrollo posible» al que aspiramos y que este libro nos dice qué y cómo debemos hacerlo.
Es deseo del autor compartir sus conocimientos y sus experiencias educativas con el magisterio nacional.
Finalmente, les doy cordialmente la «BIENVENIDA» a la lectura, crítica y divulgación de este libro tan necesario y pertinente: «Praxis de la pedagogía y didáctica crítica».
Marcel Arvea Damián
Oaxaca de Juárez, Oaxaca
26 de diciembre de 2023