Memorias de Venezuela

Memorias de Venezuela Revista de Historia de Venezuela. Democratizando la Historia.

Dirigida al gran público, escolares, estudiantes, maestros, docentes, autodidactas, no para reinterpretar la historia a la medida de un proyecto político, sino para hacer una nueva política de la memoria en la que resurjan los actores y circunstancias que la historia académica redujo al olvido, y que tenga en perspectiva la construcción de una sociedad justa, equitativa e incluyente. El lenguaje c

laro y atractivo de la revista, su profuso acompañamiento de imágenes, sus encartados desplegables para ser empleados en aulas y centros de estudio, quieren ser un aporte a la reactivación de nuestra historia viva, y traer de nuevo la Historia al uso diario y necesario.

16/03/2021

Meyby Ugueto-Ponce En abril de 1795, durante la celebración del Santísimo Sacramento, los negros libres de Curiepe se negaron a entregar el Palio, un objeto de la liturgia de mucha importancia en l…

𝗥𝗼𝘀𝗰𝗶𝗼 𝗰𝗼𝗻𝘀𝘁𝗿𝘂𝘆𝗼́ 𝗹𝗮 𝗹𝗶𝗯𝗲𝗿𝘁𝗮𝗱 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗿𝗲𝗽𝘂́𝗯𝗹𝗶𝗰𝗮 𝗰𝗼𝗻 𝘀𝘂𝘀 𝗶𝗱𝗲𝗮𝘀𝘑𝘢𝘷𝘪𝘦𝘳 𝘌𝘴𝘤𝘢𝘭𝘢El 10 marzo se conmemoran los 200 años de la de...
10/03/2021

𝗥𝗼𝘀𝗰𝗶𝗼 𝗰𝗼𝗻𝘀𝘁𝗿𝘂𝘆𝗼́ 𝗹𝗮 𝗹𝗶𝗯𝗲𝗿𝘁𝗮𝗱 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗿𝗲𝗽𝘂́𝗯𝗹𝗶𝗰𝗮 𝗰𝗼𝗻 𝘀𝘂𝘀 𝗶𝗱𝗲𝗮𝘀

𝘑𝘢𝘷𝘪𝘦𝘳 𝘌𝘴𝘤𝘢𝘭𝘢

El 10 marzo se conmemoran los 200 años de la desaparición, prematura por lo que aún pudo realizar, de uno de los hombres más activos con la pluma y el verbo durante la independencia. Juan Germán Roscio fue un constructor de la libertad en el campo de las ideas, punto algo desdeñado por la historiografía de tinte épico que aún nos rodea. Roscio fue un civil que desde 1810 tomó la bandera del autogobierno como “Diputado del Pueblo”, contribuyendo a izarla con energía mediante escritos de notable mérito. Redactó el primer reglamento electoral de la historia nacional, El Acta de Independencia, el Manifiesto que hace al Mundo la Confederación de Venezuela, La Constitución de 1811, el folleto El Patriotismo de Nirgua y abuso de los Reyes, y su obra cumbre, El Triunfo de la Libertad sobre el Despotismo. Fue también persona de acción en el terreno parlamentario. Sus discursos como diputado durante el primer Congreso Constituyente de 1811 resultaron influyentes para los sucesos a seguir.

(...) La vida de Roscio no fue fácil y podríamos considerarlo, al igual que Juan Vicente González o José Domingo Díaz, ejemplo de superación. Nació en San Francisco de Tiznados, actual Guárico, el 27 de mayo de 1763. Era mestizo, hijo de Cristóbal Roscio, un inmigrante milanés, y María Paula Nieves, de origen indígena, natural de la región. En la sociedad estamental donde le tocó desenvolverse el color de la piel era una limitación para ascender; Roscio viviría y enfrentaría tales restricciones aceptadas como norma divina en el régimen colonial. Pudo estudiar en la Universidad gracias a la protección temprana de doña María de Luz Pacheco, hija del Conde de San Javier. En esa casa de estudios, próxima a cumplir tres centurias de vida académica, obtuvo los títulos de Bachiller en Cánones (1792), Doctor en Cánones (1794) y Derecho Civil (1800), ejerciendo después el oficio de profesor en latín y derecho.

Esta formación lo dotó de un conocimiento cabal en teología y leyes, que empleó más adelante contra el sistema monárquico al que entonces servía con lealtad irreprochable. En 1797 surgió el primer cuestionamiento hacia el régimen estamental de la época. En calidad de abogado defensor, Roscio litigó en favor de la señora Isabel María Páez, a quien el Cabildo de Valencia había prohibido el uso de alfombra para hincarse en la iglesia, por ser potestad exclusiva de las blancas mantuanas. Al año siguiente, su actuación en aquella causa le granjeó la exclusión del Colegio de Abogados por su condición mestiza, pero lejos de rendirse ante el dictamen Roscio se defendió con todas sus armas legales y logró finalmente ser aceptado en 1805. En ambos episodios atacó la desigualdad establecida por la filosofía escolástica con bendición clerical: “Los hombres –escribió– nacieron todos libres, y todos son igualmente nobles, como formados de una misma masa y criados a imagen y semejanza de Dios... cuando los hombres se resolvieron vivir en monarquías y repúblicas, escogieron para el gobierno de unas, y otras, no los más blancos, los más hermosos, los más prietos, ni los más rosados, sino los de más talento y virtud” (citado por Parra Márquez, p. 446).

Por tales críticas fue tachado de subversivo por sus enemigos, que ya comenzaban a crecer. Se llegó a especular que estaba asociado con la conspiración frustrada de Gual y España. Sin embargo, su elocuente defensa y fidelidad hacia la institución real le permitieron vivir y ejercer el oficio de las leyes sin más sobresaltos y con gran prestigio hasta 1810. De hecho, el propio Roscio reconoció su aceptación indiscutible, por crianza y formación, de la monarquía borbona: “Por los malos hábitos de mi educación yo no conocía otro derecho natural que el despotismo, otra filosofía que la ignorancia, ni otra verdad que mis preocupaciones... ciegamente sacrifiqué mis servicios a la tiranía española hasta el año de 1809” (Obras, tomo II, p. 267). Durante la expedición de Francisco de Miranda por Ocumare y Coro : “Yo fui uno de los que en 1806, tomaron armas y pluma para destruir los buenos que intentaban conquistar mi libertad y la de mis hermanos”. (Obras, tomo I. P. 379) Era entonces un Roscio cuestionador de las desigualdades raciales, pero no antimonárquico. Esa condición no la cambiaría hasta el surgimiento de la crisis metropolitana de 1808 y su impronta en estas regiones.

El 19 de abril de 1810 irrumpió como Diputado del Pueblo en la escena pública (...).
La contribución de Roscio en esta primera etapa de vida independiente como propagandista, escritor y político fue significativa, y mereció el reconocimiento de sus coetáneos: “De la naciente libertad –escribió Andrés Bello– no solo fue defensor, sino maestro y padre” (Poesías originales, p. 49). Fue además promotor de una Biblioteca Pública en Caracas, que por los avatares de la época no se materializó, y redactor del Reglamento para la elección de Diputados que han de componer el Cuerpo Conservador de los Derechos del Sr. D. Fernando VII en las Provincias de Venezuela. En este primer código electoral, de carácter censitario, se imprime la inclusión de todos colores al no haber otro requisito para optar a diputado que el estar avecindado en unas de las provincias.

Al año siguiente, fue elegido como diputado por Calabozo para el Congreso General de Venezuela, tuvo actuación protagónica como organizador del nuevo Estado. Roscio fue un férreo convencido de la independencia, aunque tenía objeciones que pronto la historia se encargaría de confirmar. En la sesión del 5 de julio expresó:

“…los obstáculos que pueden oponerse a esta independencia no creo que son los inconvenientes externos, que hasta ahora se han apuntado por los anteriores oradores, sino que nacen de las circunstancias mismas, en que se hallan algunos pueblos de Venezuela que aún no se nos han unido; Maracaibo, Coro y Guayana, por cuya unión y felicidad suspiro, quizá se alejarán de nosotros más que nunca y los tiranos que las dominan se aprovecharán de nuestra declaración para hacernos ver con horror y execración; ellos nos harían juzgar en estos países desgraciados como unos rebeldes que, abusando del nombre de Fernando VII, han hecho de él un fantasma para encubrir su desenfreno… Estas falsas ideas son muy fáciles de influir a pueblos a quienes de antemano se ha prevenido contra nosotros, y sería en mi dictamen el último de los males que ellas imposibilitasen su libertad y unión con nosotros. Estos son los únicos inconvenientes que temo y desearía sinceramente que se me demostrara su falsedad o poca importancia para convenir en la declaración de nuestra absoluta independencia, que deseo ardientemente” (Actas del Congreso, Tomo I, pp. 112-113).

En suma, se debía primero solventar la situación interna de las provincias aisladas del proyecto juntista y combatir la idea implantada del derecho divino de los reyes, que tanta oposición haría a la independencia. Para él no era viable una separación absoluta de España si la gran mayoría del pueblo la consideraba errada y contraria a la voluntad de Dios. Bajo estas condiciones, ser libre implicaba la temible guerra civil, que a seguidas llenó de sangre, devastación y miseria los campos y ciudades de Venezuela. Roscio no se oponía a la independencia pero creía que eran necesarias unas condiciones interiores más favorables para su cristalización. No obstante, a pesar de tales observaciones, votó en favor de ella aquel 5 de julio y dos días después, con la ayuda de Francisco Isnardi, presentó El Acta con que se sellaría el destino de siete provincias.

En 1812 caía el primer ensayo republicano en manos de Domingo Monteverde y con ello iniciaban años oscuros para Roscio (...) fue enviado prisionero a Cádiz y luego a Ceuta. Allí se quebrantaría su salud, mientras la mente estuvo en constante labor con la escritura del Triunfo... En 1814 escapó a Gibraltar, dominio británico, pero fue devuelto junto con sus compañeros a la autoridades españolas. Un año después, por medio de una hábil carta de él para el príncipe regente de Inglaterra, Jorge IV, obtuvo de Fernando VII la preciada libertad. Marchó pronto a Jamaica y luego a Estados Unidos, donde en 1817 publicaría El Triunfo de la Libertad sobre el Despotismo.

En esta obra desmonta el derecho divino de los reyes y la misma monarquía como forma de gobierno a través de la Biblia. Roscio revierte la interpretación tradicional de las Santas Escrituras en favor de la República y los derechos individuales (...). No bastaba ganar batallas sin liberar las conciencias: “La España nos ha hostilizado con gente americana, con provisiones americanas, con caballos americanos, con frailes y clérigos americanos, y con todo americano”. (Obras, tomo III, p. 168). Por eso su imperiosa necesidad de rescatar de la ignorancia a aquellos que con un dogma católico distorsionado y una errada educación se inmolaban a favor de la férula fernandina.

Roscio señaló que en principio los hombres, creados todos iguales y semejantes a Dios, vivían en plena libertad. Los reyes, emperadores y tiranos no fueron creación suya, sino el fruto de la propia corrupción e idolatría humana (...). De esta forma, sustentándose en la autoridad bíblica, aseveró que “sin rey cualquiera puede y debe vivir” (citado por Blanco y Aizpurúa, tomo III. p. 337. La Monarquía, según este discernimiento, ha tenido por origen la fuerza, la dominación de unos sobre muchos, y se mantiene como sistema despótico por una obediencia ciega que reposa en ideas engañosas e incondicionales de sumisión ante las coronas.

La otra crítica, sin renegar de su credo religioso, fue para con el clero deshonesto y servil ante el absolutismo: “…son oprimidos, pero arrebatados de su ambición y codicia, toleran la opresión por el placer de oprimir a otros muchos, por los emolumentos y distinciones que reciben. Es para ellos más amable la dominación que la independencia, y consienten llevar sus cadenas, con tal que a su vez encadenen la porción que les ha cabido en el repartimiento” (El Triunfo… p. 87). Esos ministros han sido los principales propagadores de la ignorante y supersticiosa idea de que sin Rey no podía vivirse (...).

En 1818 Roscio se hallaba en Angostura al servicio de la República creada por Bolívar. En esa latitud colaboró como director y redactor del Correo del Orinoco, periódico oficial del gobierno, además de volver a las lides políticas como diputado de Caracas en el Congreso de 1819. Por sus ideas y proyectos fue uno de los colaboradores más cercanos del Libertador, quien llegaría a llamarlo “Catón prematuro en una república en que no hay leyes ni costumbres romanas” (Carta a Santander, 13 de septiembre de 1820). A finales de 1819 fue nombrado vicepresidente de Venezuela y contrajo nupcias con María Dolores Cuevas; tuvieron una hija, a la que llamaron Carmen.

La vida de Roscio terminó el 10 de marzo de 1821 en la villa de Cúcuta. Su última misión, que no completaría por victoria de la muerte, era ir a instalar como vicepresidente el Congreso que debía dar forma constitucional a Colombia la grande
(...) Los aportes de Juan Germán Roscio a las ideas políticas y a la causa por la independencia en Venezuela son incuestionables. Abandonó una prestigiosa carrera de abogado y funcionario del Rey para entregarse a la azarosa vida revolucionaria. Combatió no con el fusil sino con sólidos argumentos a quienes por creencia o interés deliberado alimentaban el pesado yugo de la tiranía. Llevó a la práctica sus ideas de igualdad en el reglamento electoral, con ilustre razonar jurídico la declaratoria de independencia y con vehemencia el propósito de liberar conciencias.

Este 10 de marzo sus restos simbólicos serán depositados en el Panteón Nacional. El acto resulta una justicia histórica postergada en el tiempo pero no la única honra para con este prócer civil. La mayor contribución para con su memoria debe ser el estudio y conocimiento de su obra, valorar a este hombre desde sus entrañas y no solo en fechas redondas. Roscio ha sido desconocido y visto de manera secundaria en episodios concretos de la primera República. Es hora de echar más manos a sus textos que a la historia anecdótica y circunstancial, Roscio lo vale.

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31/01/2019

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09/11/2016
Este viernes 11/11 a las 2:00 PM se presentarán las nuevas ediciones de la revista  en la   http://bit.ly/2fE2W1w
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Este viernes 11 de noviembre a las 2:00 pm, la FILVEN sirve de escenario para la presentación de dos nuevas ediciones de la revista Memorias de Venezuela. Producida y publicada desde hace 9 años po…

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