11/05/2024
Puedes sentir mucho placer en el s**o, pero nada es comparable el darle el previlegio de un orgasmo a una mujer.
Es la meta, es la cima, es experimentar el oasis después de una tormenta, ahí dónde la quietud es silencio y respirar agitado; todo lo que has sentido se multiplica y te ahogas con el corazón latiendo a mil, tú respirar busca un escape y pide paz.
No hay nada más exquisito que robarle un orgasmo a una mujer, puedes robarle un beso, puedes robarle un abrazo, puedes robarle una sonrisa, puedes robarle un suspiro...
Pero un orgasmo, no cualquiera, es como robarle el panal a las abejas, porque al final sabes que probarás lo dulce de su miel...
Es tan delicioso hacerla llegar al punto máximo de su placer, verla tan expuesta, ver como su cuerpo se estremece, como vibra, ver esas contracciones acompañadas de gemidos, de gritos, de jadeos...
Sus manos sujetando fuerte las sábanas como queriendo arrancarlas de la cama, sus piernas se debilitan y tiemblan y llega ese momento....
Si, ese justo momento en que ella desprende su esencia de mujer como cascada, como agua de manantial, que te invita a beberla, a probarla, a mojarse de ella, y apagar la sed...
Y enseguida cae su cuerpo desmayado,
extasiado, empapado ante ti, siéntete orgulloso y disfruta del espectáculo que es ver a una mujer así...
Y sí sigues buscando, encontrarás que cada espasmo es preludio de más.. mucho más.
Es un regalo que te da el ser preocupado por esa mujer que después de eso, sólo quiere complacerte y ya nada es imposible; todo fluye, todo sé da,
ahí es dónde realmente mueren las barreras.
Atte.
Labra El Ingeniero