12/26/2024
El Estornudo Tras la Navidad: Una Maravillosa Historia de Fantasía
En el pueblo de Brisalina, rodeado de montañas nevadas, la Navidad siempre había sido una época de alegría y magia. Pero ese año, la atmósfera era sombría. Las luces no parpadeaban, el aire carecía de canciones, y los habitantes parecían más preocupados que felices. La razón de esto no era un simple olvido del espíritu navideño, sino la influencia de un misterioso y oscuro personaje: el amargado Señor Umbra, un hechicero que odiaba la Navidad.
Umbra había vivido en Brisalina hace mucho tiempo, pero, resentido por haber sido excluido de las celebraciones de Navidad cuando era niño, juró vengarse. Usando un hechizo de frío eterno, había capturado a los duendes navideños y encerrado en un cristal mágico al Guardián de la Navidad, Glarian. Sin Glarian para esparcir la magia, la Navidad se desvanecería para siempre.
El único que parecía sospechar que algo estaba mal era Nicolás, un niño curioso con un gran corazón. Una noche, mientras el pueblo dormía, Nicolás encontró una carta brillante en su ventana. Era de Glarian, quien desde el interior del cristal pedía ayuda:
“El hechizo de Umbra puede romperse si se encuentra el Fragmento de Fe, una chispa mágica que solo puede crearse cuando el pueblo entero cree nuevamente en la Navidad. Sin embargo, cuidado, pues Umbra vigila y hará todo lo posible para detenerte.”
Nicolás no lo pensó dos veces. Reunió sus cosas y se dirigió al bosque encantado, donde sabía que Umbra tenía su guarida. Mientras caminaba, las sombras parecían susurrar advertencias y el aire se tornaba más frío.
En lo profundo del bosque, encontró la torre oscura de Umbra, donde el hechicero lo estaba esperando.
—¿Un niño?—dijo Umbra con una risa amarga. —¿Crees que puedes devolverle la magia a la Navidad? Es un sentimiento inútil, lleno de promesas rotas y mentiras.
Nicolás no se dejó intimidar. —La Navidad no es solo luces y regalos. Es la unión, el amor y la esperanza. Eso es lo que tú nunca entendiste.
Umbra, enfurecido, lanzó un hechizo de oscuridad, pero Nicolás recordó las palabras de Glarian: la Fe es más poderosa que cualquier magia oscura. Cerrando los ojos, comenzó a cantar un villancico, una melodía que su madre siempre cantaba para recordarle que nunca dejara de creer.
La canción resonó por todo el bosque, y algo increíble ocurrió. Los habitantes del pueblo, que habían estado sintiendo una extraña inquietud, escucharon la melodía y comenzaron a unirse, cantando desde sus hogares. Con cada voz, la oscuridad de Umbra se debilitaba, y el Fragmento de Fe comenzó a formarse en el aire.
Umbra intentó destruirlo, pero era demasiado tarde. El poder del pueblo unido rompió su hechizo. El cristal que atrapaba a Glarian se hizo añicos, y el Guardián apareció, liberando una ola de luz dorada que iluminó todo el bosque.
El hechicero, derrotado, cayó de rodillas. —¿Cómo pudieron…?
—No todo está perdido para ti, Umbra,—dijo Glarian con compasión. —Incluso en el corazón más frío puede renacer la calidez de la Navidad.
Nicolás, mostrando valentía, extendió la mano al hechicero. —Tú también puedes celebrar con nosotros. La Navidad es para todos.
Umbra, conmovido por el gesto, derramó una lágrima. Y aunque no respondió de inmediato, el hielo en su corazón comenzó a derretirse.
Esa Navidad en Brisalina fue la más mágica de todas. El pueblo aprendió que la verdadera magia no está en lo que damos o recibimos, sino en el amor y la fe que compartimos. Y Nicolás, el valiente niño que había desafiado la oscuridad, se convirtió en el símbolo de que, incluso en los momentos más oscuros, la luz de la Navidad siempre puede brillar.
FIN