07/24/2024
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UNA CARTA DEL CORAZÓN
Quisiera empezar por contar la historia de vida de un joven ejemplar. Mi hijo tiene 13 años de edad y cursa el 8vo grado. Le fascina leer y aprender cosas nuevas. Es un joven brillante quien llama amigo a todo quien conoce y regala abrazos. Mi hijo se divierte horas construyendo Legos y escribiendo sus propios comics. Cuando mi hijo empezó Kínder, su maestra me mandó llamar para decirme que él estaba batallando en la escuela. Ella nos explicó que el tal vez no podría pasar al siguiente año. Mi esposo y yo, nos sentamos con él todas las noches para ayudarle con la tarea. Le tratamos de dar apoyo, encontrando todas las formas posibles de motivarlo. Durante ese tiempo no pensamos nada al respecto, porque al fin de cuentas, pudo pasar de año.
En la Primaria, sus maestros nos decían que iba bien en la escuela y que era un niño muy estudioso. De vez en cuando mi hijo venia y nos contaba que tenía problemas con algún niño, pero él seguía como si nada. Así que lo tomamos como algo normal entre niños. Se veía feliz, así que nunca nos percatamos que él ya estaba batallando socialmente. Durante el cuarto año de la escuela, lo cambiamos a una escuela pública. Le tomo casi tres meses para que él se pudiera adaptar. Aun así, él logró salir adelante académicamente. Estuvo en el cuadro de honor de la escuela varias veces, y pasó los exámenes estatales (STAAR) con honores. Pero, no tenía más que un amigo. Rara vez lo invitaban a fiestas o ir a casa de alguien. Fue entonces que empezó a decir que cada persona que conocía era “su mejor amigo”. Le explicamos varias veces que para poder llamar alguien amigo, tiene que conocerse primero. Él no entendía, solo se frustraba y sentía como si le impidiéramos tener “amigos”.
Cuando el entró en la Secundaria, mi hijo se empezó a descompensar. Él estaba sufriendo silenciosamente. Su comportamiento cambio drásticamente. Su destreza también empezó a decaer; sus movimientos eran algo torpes. Por esa misma razón, perdió todo interés en los deportes. Mi hijo repetía cosas por debajo de su aliento, jugaba sin cesar con sus dedos y en veces aleteaba con sus brazos. Empezó a olvidar sus tareas y a perder sus trabajos de la escuela. Luchó, y salió adelante académicamente, pero socialmente seguía sufriendo. Empezamos a notar, que cuando hablaba con alguien se quedaba en el mismo tema y repetía cosas. No podía sostener una conversación con intercambio de ideas ya fuera en persona o por teléfono. No se daba cuenta si las personas le estaban poniendo atención o no, no podía leer las expresiones faciales ni corporales de las personas. Algunos alumnos tomaron ventaja de esto, y se burlaban de él o lo hacían sentir mal. Le decíamos que se defendiera, que reportara los maltratos a sus maestros; más él no podía. Como resultado, mi hijo se empezó a deprimir. Fuimos a reportar los incidentes a la escuela, pero ellos solo se lavaban las manos diciendo que era culpa de mi hijo por no reportarlo. Esto duró hasta el primer semestre de séptimo grado. Viendo que no había resultados, ni cooperación de la escuela, decidimos cambiarlo.
Al empezar su nueva escuela, todo marchaba bien hasta el primer mes. Empezaron los niños a molestarlo otra vez, seguía el sin poder reportarlo. Un día, mi hijo me habló llorando, que estaba escondido en el baño. Inmediatamente fui a la escuela a ayudarle a reportarlo. El director muy cortés y amable, le puso un hasta aquí a la situación. Aun siendo que el bullying acabó, mi hijo seguía sin amigos, y comía todos los días solo. Mientras tanto, mi esposo y ello buscamos como ayudarle. Para esto, ya nos habíamos dado cuenta de que mi hijo tenía Asperger. Lo llevamos al doctor para pedirle su ayuda. Le pedimos que nos recomendara con alguien que pudiera ayudarnos. El sólo nos dijo, “se le va a quitar, es que está creciendo”. Insistentes le volvimos a pedir nos dijera con quien pudiéramos ir. Nos dio el nombre de una consejera. Llamamos para poner cita. Durante la llamada, ella fue muy fría e indiferente. Cancelé la cita al siguiente día. Una amiga, me refirió a un Centro de Desarrollo en la localidad. Ya tenemos dos años en la lista de espera. Mientras tanto, mi esposo y yo compramos libros para educarnos y ver como abogar por nuestro hijo. Llamé varias veces a una Clínica de Autismo. Dejé varios mensajes; hasta la fecha nadie nos ha regresado la llamada. Lo enrolamos en Taekwondo para ayudarle con su concentración y destreza. Pero solo lo frustró más. Seguimos buscando ayuda en el internet; hasta que di con Brain Development Center. Esto fue, en febrero de este año. Leí sobre el programa e hice una cita. Desde la llamada hasta la cita, la familia Castañeda demostraron su profesionalismo y compasión hacia sus clientes. Desde ese primer día, mi hijo se sintió como en “su casa”. Desgraciadamente, en esos momentos, no podíamos iniciar el entrenamiento. Nos fuimos muy tristes porque sabíamos que habíamos encontrado algo diferente que le pudiese ayudar a mi hijo. En el verano de ese mismo año, viendo mi desesperación, mi mamá le pidió el numero a una amiga de una disque especialista en Autismo. Fuimos a la cita. En esta cita, la consejera dijo que mi hijo “era un niño malcriado, que solamente necesitaba de lecciones en cómo comportarse y mucha disciplina” Salimos con mucho coraje de esa cita y aún más desesperados. Como a la semana o dos de esa mala experiencia, el Sr. Castañeda nos deja un mensaje sobre la aceptación de mi hijo en Brain Development Center. Mi esposo y yo lloramos mucho al oír esto, pues Dios había escuchado nuestras súplicas. Fueron solamente dos semanas, cuando empezamos a ver como la concentración de mi hijo se había incrementado. Ya no olvidaba sus tareas. Dejó de aletear sus brazos y de jugar con sus dedos.
Al mes, notamos como podía seguir una conversación e intercambiar ideas. Podía ya usar el teléfono, ya no necesitaba ayudarle con qué decir. Empezó a reconocer expresiones y gestos. Y aun más importante, ya empezaba a defenderse solo. Ya Reconoce chistes y hace chistes. Ya tiene amigos. Antes de Brain Development, mi hijo quería darse por vencido en el Taekwondo, él ahora es cinta morada, sus movimientos son precisos y fuertes. Su maestro de Taekwondo lo felicitó cuando obtuvo su cinta. Desde que empezó el programa de Brain Development, el subió dos cintas, cuando antes llevaba casi un año con la misma cinta. Estamos muy agradecidos no sólo por lo que Brain Development ha hecho por nuestro hijo, sino por lo que también ha hecho por nuestra familia. Él está mas contento y es más social, se expresa, dice lo que necesita y no necesita, ya puede entender el mundo un poquito mejor. Brain Development le ha regresado a nuestro hijo su autoestima y confianza en sí mismo. Quisiera añadir, que él ha sido aceptado en un Early College para cursar la preparatoria. Por todo lo que ha recibido en este programa, sabemos con tranquilidad que el estará bien a donde quiera que vaya La gente puede recibir ayuda sin medicamento y como nuestro hijo lograr su verdadero potencial.
Sinceramente
V. C.
A LETTER FROM THE HEART
Let me start by telling you the life story of a wonderful young man. My son is a 13-year-old eight grader. He has a love for learning and reading. He is a bright young man who befriends anyone he encounters and gives you warm hugs. My son enjoys hours of building Legos and creating his own comics. When he started kindergarten, his teacher called me in and told me he was having a hard time keeping up with school. She explained that she did not think he would be ready for 1st grade. My husband and I sat down with him and helped him every day complete his homework.
We would give him encouragement in any way possible; such as, using incentives or any other methods we could think of that would motivate him. During that time, we did not think anything of it, since he was able to pull through and was promoted grades. In elementary, his teachers would tell us that he was doing well in class and that he was a hard worker. However, the real problem was right in front of us, but we could not see it since he seemed happy. My son would come home and tell us that he had trouble with kids but would brush it off and move on with his day. He started to have struggles socially, but again we could not recognize it. During 4th grade we moved him to another elementary. It took him about 3 months for him to adjust, but again he was able to pull through with his school work. He had honor roll various times and was commended on the STAAR test every year since then. But again, he had no friends but one. He would rarely be invited to parties or to someone’s house. It was during this time, that he started saying that every person (including adults) that he would meet were his “best friends”.
We would explain to him that he had to get to know someone before calling them his best friend. But he would only get frustrated; he would feel like we were keeping him from “friendships”. It was during Middle school, when my son started decompensating. My son was “silently” suffering. His behavior changed drastically. His dexterity was also declining, his movements were very “clumsy”. He lost his interest in sports because of that. My son would repeat things over and over under his breath. He would sometimes flap his arms or play with his fingers. Started forgetting his homework and would sometimes forget what he needed to do for the day.
Academically he was able to pull through, but socially he was hurting. We started noticing that he would stay in the same subject when talking to someone, he could not hold a conversation with someone personally or over the phone. He could not tell if someone was paying attention to him or not, he could not read facial expressions or body language. Bullies started taking advantage of this. We would tell him to defend himself, to tell his teachers, but he just couldn’t. As a result, he started getting depressed. We went to the school, but the school wouldn’t help. They kept saying that it was his “fault” for not reporting it. This lasted until first semester of 7th grade. We moved him to another Middle school. At first everything was going well, until after a month when he started getting bullied again. He couldn’t report it on his own, he would shut down.
One day he called me from the restroom stall scared. I immediately went to the school. The administrator was very helpful and tackled the bullying right there and then. Even though the bullying stopped, he still had no friends and ate lunch by himself. While all of this was happening, my husband and I started looking for ways to help him. By then I had already seen the signs of Asperger’s syndrome. We took him to his doctor to refer us to some one that could help. He said, “he will grow out of it” and did not listened to us. Insistently, I told him to refer us to someone. He gave me the number of a counselor. When I called she was so cold and non-caring, I cancelled the appointment the next day. A friend referred me to a Children’s Center. I have been on a waiting list for 2 years now. We bought books to educate ourselves and see how we could advocate for our son. I called to an Autism Clinic various times and left messages; up until this day no one has called us back.
We enrolled him in Taekwondo to help him with his concentration and movements. But, he would only get frustrated more. I kept searching online, and finally in February of this year we found Brain Development. I read about them. Did my research and we did an appointment. From the call to the appointment, the Brain Development team were very warm and caring. During the appointment my son felt at home. At the time, we were not in the financial capability to start the classes. We left very sad and disappointed; we were back to square one. Over the summer, my mother seeing my desperation, got me information from a friend on a therapist that was a “specialist” on Autism. When we went to the appointment, the therapist stated that she believed my son was only being defiant and needed to be taught some manners. We stormed out of there angry and even more frustrated. After a week or so of this incident, Mr. Castaneda called me and left me a message my son was admitted in the Center. My husband and I both started crying. God had answered our prayers. Within two weeks we started noticing that my son’s focus had increased immensely. He was not forgetting his homework any more. He stopped flapping his arms and playing with his fingers.
The next month, I noticed that he could hold an actual conversation with exchange of ideas. He could use the phone!! I did not need to prompt him what to say anymore. He started recognizing facial expressions and more importantly, he started standing up for himself. He understands jokes and makes jokes. He now has friends and can maintain them. Before Brain Development, he wanted to give up Taekwondo, he is now a purple belt in Taekwondo, his movements are strong and precise. His Taekwondo teacher even congratulated him during the test. He moved up two belts within the time that he started doing the classes at Brain Development. When before, he had been stuck in the same belt for a year. We are truly grateful for all Brain Development has done for not only our son but our family. He is happier and more outgoing. He expresses what he needs and what he does not like. He understands the outside world better. Brain Development has given our son back his confidence and trust in himself. He just got accepted to an Early College. Because of all he has gained, we know he is ready to take on High School next year and know that he will be alright. People can get their hope back without medication and like my son, achieve his true potential.
Sincerely
V. C.