11/08/2024
El hombre y la mujer fueron creados diferentes con la idea de que se complementaran.
El hombre y la mujer no están completos el uno sin el otro. Se necesitan y complementan mutuamente.
Esa fue la idea de Dios al poner a la mujer al lado del hombre. Y dijo Jehová Dios: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él” (Génesis 2:18).
Hombre y mujer se necesitan mutuamente para alcanzar su propósito en la vida: procreación, madurez, transcendencia, etc.
Esta ayuda idónea representa los medios provistos por Dios para el desarrollo y el crecimiento.
“Le haré ayuda idónea (Génesis 2:18) es una expresión frecuentemente mal interpretada y mal aplicada.
La palabra ayuda viene de la voz hebrea ezer que describe la fuerza, energía o impulso que viene de alguien superior al que recibe la ayuda.
En este caso, es Dios quien ayuda al hombre por medio de su mujer. La mujer no es un ayudante del hombre como un peón lo es a su capataz.
No es una ayuda subordinada, sino la ayuda que Dios da.
La palabra idónea es la traducción del vocablo kenegdo, que significa adecuada para o que cumple a cabalidad.
La mujer no es igual al hombre, es diferente, es la contraparte, fue hecha de tal manera para que se cumpliera el propósito y el plan del Señor”.
Pero delante de Dios, hombre y mujer, son iguales.
El contexto de ayuda idónea en Génesis 2:18 es un vínculo de complementariedad.