27/01/2025
6 DE ENERO DE 1920
FALLECE EL TENIENTE DE MARINA JOSÉ MARÍA FARIÑA EL HÉROE DE LOS LANCHONES.
Nacido en Caacupé el 1 de mayo 1836. A los dieciocho años sentó plaza en el segundo batallón de Infantería. Dos años después -en 1856-, al organizarse nuestra flota, José María Fariña fue escogido para integrar la tripulación del Tacuarí, comandando entonces por el capitán Pedro Ignacio Meza. De esta unidad pasó al Ygurey y luego al Río Blanco, con el cual le tocó en suerte realizar dos viajes a Europa, a las órdenes del capitán Morice, organizador técnico de la escuadra paraguaya. Más adelante, después de tripular al Río Apa, pasó nuevamente al Tacuarí, comandado por el teniente Remigio Cabral, con el cual permaneció once meses fondeado en Montevideo en vísperas de la guerra.
Al iniciarse las hostilidades, el sargento José María Fariña participó en la expedición a Matto Grosso, bajo el mando del general Barrios. Allí le fue confiado el comando de dos lanchones artillados, el Humaitá y el Cerro León, con los cuales hizo los primeros disparos contra la fortaleza de Coímbra.
Estos lanchones -que más tarde darían fama y gloria al marino- eran simples chalanas de baja borda, artillados con un solo cañón, que necesitaban ser remolcados por carecer de medios propios de propulsión.
A su vuelta de la expedición a Matto Grosso, en vista de la pericia demostrada con esas unidades, el Cuartel General le confió en Humaitá el mando de dos nuevas embarcaciones de ese tipo, después de la ocupación de Corrientes, con las cuales debía sumarse a los barcos de la escuadra paraguaya para participar, el 11 de junio, en la batalla del Riachuelo. Aunque el plan sorpresivo fracasara, Fariña se batió en aquella acción con valor suicida, salvándose a nado luego de causar con sus frágiles embarcaciones considerable daño a la escuadra enemiga.
El mariscal López lo condecoró con la Orden del Mérito, dándole el mando de otros dos lanchones para que se estacionara en Itapirú, frente a toda la flota brasileña desplegada desde Corrales a Tres Bocas. Componían esa fuerza naval tres acorazados, trece cañoneros, cinco avisos de guerra y cinco transportes artillados, que sumaban "ciento diez cañones modernos, rayados, de retrocarga y de los más grandes calibres conocidos entonces".
En pugna increíble contra esa fuerza poderosa, el modesto marino paraguayo se cubriría de gloria imperecedera. De su lucha desproporcionada se ocuparía la prensa mundial, inclusive la argentina y brasileña, como de una hazaña inaudita.
Fariña acosó a tiros a las unidades de la potente escuadra imperial los días 23, 24, 25, 26 y 27 de marzo de 1866, sin que el enemigo atinara con medio apropiado de defensa. Su heroísmo le valió el ascenso a teniente de Marina, la Orden del Mérito en grado de Caballero y un obsequio personal del mariscal López.
El célebre artillero José María Fariña llegó al máximo de su fama cuando, el 27 de marzo de 1866, introdujo la bala del cañón en la casamata del v***r acorazado Tamandaré. La bala causó la muerte del comandante brasilero Maris de Barros y de cerca de 50 tripulantes y oficiales, inutilizándose el cañón de 120 del acorazado.
La hazaña de los lanchones paraguayos repercutió en la prensa argentina.
El periódico La América dijo: “Para que el público se dé una idea aproximada de la audacia paraguaya, estúdiese el caso, habrase visto un v***rcito trae el lanchón, que carga un cañón de grueso calibre y se sitúa a tiro de cañón de nuestra escuadra, la provoca al combate y luego enfrenta con una sola pieza a ciento once bocas de fuego”.
Los brasileros decían: “Mais isso nao é valore, sino temeridade. Os coitados paraguaios parecen de ferro”.
“Todo el poder naval de un imperio, que se envanece de su gloria y de su fuerza, ha sido humillado por una miserable canoa paraguaya, tripulada por hambrientos y andrajosos soldados de López. Esto es increíble. Esto es vergonzoso”.
El periódico El Nacional decía: “Un joven alto, rubio, con gran sombrero de paja, mandaba el lanchón. Era un valiente. Figura expectable, parecía más que un hombre, haciendo fuego continuo y certero”.
Posteriormente, destruida ya nuestra escuadra, el teniente Fariña se incorporó a la artillería de tierra y, en ella, le cupo todavía denodada actuación en Estero Bellaco, en Sauce, en Curupayty, en Humaitá, en Isla Poí y en Itá Ybaté. Era un temible artillero y fue un precursor de la genial idea de sujetar un cañón al tronco de los árboles para abatir, desde esa improvisada cureña, a los globos de observación levantados en las líneas enemigas.
En diciembre de 1868 es ascendido a Teniente 2do. y enviado a integrar la dotación de la batería de Angostura. Al capitular ésta, el día 30, Fariña pasó a integrar la caravana de prisioneros que fueron llevados a Buenos Aires.
Como ocurre con muchos héroes, el teniente de Marina José María Fariña sobrevivió a las penurias de la guerra y a la posguerra. Ya muy viejo, falleció en Asunción 26 de enero de 1920.
La Escuela de Formación de Sub Oficiales de la Armada, lleva su nombre.
Fuente: “El libro de los héroes” de Juan E. O'Leary / “Recuerdo de la Guerra del Paraguay” de Jose I. Garmendia / “MEMORIAS o Reminiscencias Históricas sobre la Guerra del Paraguay” de Juan Crisóstomo Centurión / “El Ejército de la Epopeya” Tomo I de Benigno Riquelme Garcia / Departamento General de Marina: Información suministrada.
Imagen: el Tte Fariña a bordo de su lanchón haciendo fuego contra la escuadra brasilera. Dibujo de Enzo Pertile.