04/12/2024
YO TAMBIÉN TOQUÉ FONDO… 😢😓😭
Había un silencio abrumador en mi vida. No era el tipo de silencio que trae paz, sino uno que pesa, que asfixia. Me encontraba en el punto más bajo, donde la luz parecía incansable. Mi bolsillo estaba vacío, pero lo que más dolía en Franz era que mi alma también lo estaba. Estaba literal en “desahucio”.
Apreciaba amaneceres, días diferentes en los que mi única preocupación era cómo cubrir un plato de comida, (el de la foto era 6Bs o menos de 1 Dólar) un solo plato para engañar al hambre y seguir adelante. Sonreír con amables personas de calle, en similar situación me hacía mucho más humano y empatico.
Cada momento palpitado era un recordatorio cruel de que no tenía cómo sostenerme. Repetía en mi mente el rotundo “eres un fracasado” prepárate para el final… prepárate por que esto acabará pronto.
Recuerdo una noche en particular. Había estado todo el día sin comer, y el dolor en mi estómago era tan intenso que me obligaba a doblarme sobre el suelo. Cerré los ojos, esperando que el sueño calme eso, aunque fuera por unas horas, ese hambre que no solo era física, sino también emocional. Las lágrimas caían sin control, mezclándose con la desesperanza de no estar vivo el día siguiente.
Miré mis manos temblorosas, incapaces de producir lo suficiente para sostenerme. Mi orgullo estaba hecho pedazos, y la única pregunta que me asfixiaba era: “¿Por qué a mí?” Era un momento donde la depresión y la miseria parecían competir para ver cuál podía destruirme primero.
Pero en esa desesperación absoluta, algo empezó a despertar dentro de mí. Una pequeña voz, débil al principio, me recordó que no podía rendirme. Si bien no tenía dinero ni fuerzas, aún tenía una chispa, un deseo primitivo de luchar, debía sobrevivir.
Fue entonces cuando me di cuenta de que mi historia no podía terminar ahí. Ese hambre que me consumía también se convirtió en un motor, una furia silenciosa que me impulsó a buscar más, a crear más, a encontrar la manera de reconstruirme desde las cenizas.
Hoy, al mirar atrás, ese capítulo oscuro de mi vida no es solo un recuerdo de sufrimiento, sino una prueba de mi resiliencia. Me enseñó que incluso en los días más desesperados, cuando el hambre y la miseria parecen invencibles, hay una fuerza dentro de nosotros que nos puede llevar a la luz.
Pasaron unos años y puedo afirmar que fue la más grande lección y hoy confío que tú puedes salir de donde te encuentras y que también en poco tiempo nos podamos reunir para que me cuentes cómo te levantaste, maduraste y saliste para contar esa grandiosa historia al mundo.
Yo estaré presente para darte un abrazo y decirte… “Es momento de Brillar”.
Franz Rodrigo Torrejón Cruz