29/12/2023
¡¡¡RESUELVE PUES, MARCO!!!
En este 2023 que se va, La palabra «resolver» se volvió viral en las redes sociales.
En mi caso particular, esta ha sido una palabra que ha sido parte de mi vida, si mal no recuerdo, desde mucho después de cumplir los 20 años.
Por ese entonces, sufrí un síndrome parecido al de Saulo de Tarso, cuando de sus ojos cayeron como escamas y pudo ver la realidad.
Creo que hasta esa época de mi vida yo me la había pasado dando «salidas» a las diversas circunstancias y problemas que la vida me deparaba.
Pero, llegó esa chispa que alumbra el entendimiento y comprendí que «dar salidas» no era lo mismo que «dar solución».
Esa es la razón por la cual critico mucho a esos libros que, incluso se venden en Amazon, y llevan como título: «Jesús es la salida» o «Cristo es la salida».
Esa es una de las grandes falacias que circulan en nuestro mundo actual. Jesús NO es la salida. Jesús ES la solución.
Es decir, Jesús no es una «solución momentánea», no es algo para «salir del paso». Jesús representa la verdadera solución al gran problema humano.
Entonces yo, como buen terrícola y por razones de confort, hasta esa época de mi juventud, me había acostumbrado a elaborar «salidas» para las diversas vicisitudes de la vida.
Pero, una y otra vez, comprobaba que no se puede ir por la vida pegando «curitas» o «venditas» con el fin de curar las dolencias de la vida.
¡Y descubrí el valor de la palabra RESOLVER!
Resolver es dar soluciones definitivas a cada circunstancia. Los paliativos no sirven.
Si no aprendemos a resolver, a lo largo de nuestra vida, viviremos arrastrando una larga cadena en donde cada eslabón lleva una etiqueta de «pendiente de una solución».
Claro está, resolver no es una tarea fácil.
En este año que estamos despidiendo (por citar solo un ejemplo) tuve que resolver varias cosas relacionadas con mi fe.
Por ejemplo, tuve que resolver ¿qué hacer con un pastor distrital que se niega a una conciliación a pesar de mis reiterados pedidos?
La manera en que he resuelto esto es que, de mi parte, yo no insistiré más en busca de una conciliación. He hecho mi parte y Dios lo sabe. He puesto todos mis esfuerzos para lograr que el pastor de esta zona aplique el principio de Mateo 5: 23 y 24.
No ha habido respuestas positivas. He escrito sendas cartas a la MICOP insistiendo sobre esta necesidad de conciliar, tampoco he encontrado el eco necesario. Esto se debe, seguramente, a que soy un laico. Cuando las instancias se ven obligados a respaldar o bien la postura de un teólogo o bien la postura de un laico, siempre elegirán respaldar al teólogo porque se dejan llevar por el principio secular de «otorongo no come otorongo».
Así, el principio bíblico escandalosamente es dejado de lado.
Paralelamente a esto, también he resuelto poner distancia con la iglesia. ¿Por qué?
Porque los que saben algo de administración de iglesia saben que en asuntos, como los que narro en este post, está involucrada tanto la Junta Directiva como el pleno de la Iglesia, enseguida les explico por qué.
Cuando en cualquier localidad se decide borrar a un miembro de iglesia, prohibirle que ocupe el púlpito y mantenerlo alejado de cualquier responsabilidad en la iglesia. Esto no solo es realizado por el pastor distrital. Esto se hace con el consentimiento, la complicidad o el contubernio de la Junta Administrativa de la Iglesia. Esa Junta es la que da respaldo a las acciones del pastor.
Y, el asunto no queda en ese nivel de responsabilidades. A esto se suma otro responsable, que es la iglesia en su conjunto. Porque los acuerdos a los que puedan llegar el pastor y la Junta Administrativa necesitan ser llevados al pleno de la Iglesia y ella debe manifestar su acuerdo o desacuerdo con las medidas tomadas. En mi caso que les expongo, todo esta coincidencia ha ocurrido: pastor, Junta Administrativa, iglesia, Micop están de acuerdo con las medidas.
No he sabido de ningún miembro de iglesia (de los cientos que conozco, incluyendo a los que se llaman “amigos”) haya levantado su voz de desacuerdo o protesta. Esto le entiendo porque en la iglesia uno de los pecados más graves es: disentir. O sea, pensar u opinar distinto, es un pecado muy grave e imperdonable en una iglesia así.
Como ya he dicho en otros post, yo no quiero que la gente se ponga de mi lado gratuitamente. Lo que he buscado a lo largo de mi vida cristiana es que las personas se pongan siempre del lado de la verdad, de lo justo, de lo correcto (como diría en el año 2011 la primera Dama, Nadine Heredia: “¿Tan difícil es caminar derecho? ¿Tan difícil es actuar correctamente?”).
Tan solo para que se den cuenta de cómo se produjeron los hechos que les comparto, tomen nota que a mí me borran de la Iglesia en plena Pandemia. O sea cuando estaba prohibido congregarse. Me borran aduciendo que yo no congregaba, que no me ubicaban y pusieron al lado de mi nombre “paradero desconocido”…¡yo vivo desde hace casi 25 años a cinco cuadras de la Iglesia! Esa es tan solo una perla que les dejo.
Pero bueno, estábamos abordando la palabra «resolver».
Pues, otra cosa que tuve que resolver fue en cuanto a mis expectativas. Comprendí que es mejor no tener expectativas altas. Mientras más bajas, mejor. Es más saludable. Una hermana me mandó un mensaje con mi padre (un octogenario que tengo la dicha de tener aún), le dijo: “Tengo una noticia para el hermano Marco que lo va a alegrar. Dígale que el pastor del distrito ya se va”…(PLOP!!!).
Para sorpresa de la hermana (que veo que no me conoce ni un ápice), fue una noticia que ni me alegró ni me entristeció. Me resultó indiferente. Porque ya no tengo expectativas en esos asuntos.
Se va uno y vendrá otro que será igual, muy semejante o peor que el que se va. A mis expectativas tuve que enterrarlas ante tantas evidencias que me muestran que casi todos los teólogos de esta nueva generación han sido procreados «en serie».
Parecen cortados con la misma tijera, tienen el mismo molde, los mismos procederes, las mismas maneras, las mismas formas. Resolví no tener expectativas o bien mantenerlas muy bajas, para no decepcionarme, para no perder mi salud ni emocional ni espiritual.
Resolviendo estas pequeñas cosas respecto a mi fe, puedo decir que esta año 2023 ha sido tremendamente de bendición. Me siento libre de cargas y opresiones.
Me siento feliz de tener una relación directa y personal con Dios y de dar cuentas solo a ÉL.
La iglesia dejó de ser la «intermediaria» entre Dios y yo. Porque los protestantes somos muy buenos censurando a la iglesia católica que pone como intermediaria a la Virgen María y no nos damos cuenta que nosotros también hemos puesto como intermediaria a la iglesia. Nos han hecho creer que si alguien no está en una iglesia (denominación), está sin salvación. Y que si esa iglesia (denominación) te borra, tu nombre también es borrado de los registros del cielo. ¡Wow! ¡Pamplinas! ¡tremendas mentiras!
Para ti, que te das el trabajo de leerme, deseo que RESUELVAS. Hoy te he hablado solo de un aspecto de la vida (la fe), pero en todos los aspectos de la vida tenemos que ¡RESOLVER! Dar verdaderas soluciones a las situaciones de la vida y no dar simples salidas. ¡Este 2023 no dejes cosas pendientes de resolver. Empieza el 2024 con asuntos resueltos!