19/05/2022
LAS 70 SEMANAS DE DANIEL
Dios trata con Israel basándose en un período de setenta semanas, de años, o sea, de cuatrocientos noventa años. En este caso, el ángel Gabriel se lo anuncia al profeta Daniel como un bosquejo profético e histórico del futuro del pueblo de Israel.
Las 70 semanas de Daniel
Por Rev. Luis M. Ortiz
Después de 900 años de que el pueblo de Israel estaba en posesión de su tierra, Dios advirtió, por medio del profeta Jeremías, a las dos tribus del sur (Judá y Benjamín) que si no se apartaban de la idolatría y del pecado las llevarían cautivas a Babilonia. Ya las diez tribus del norte habían sido llevadas cautivas a Asiria.
Dios dijo, por boca del profeta Jeremías, a las dos tribus del sur: “Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años… Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar” (Jer. 25:11; 29:10).
Ya los setenta años de cautividad se cumplían y Daniel queriendo saber el futuro de su pueblo, escribió: “… yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años. Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, en cilicio y ceniza. Y oré a Jehová mi Dios e hice confesión diciendo: Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos; hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas” (Dn. 9:2-5).Aquí sigue una maravillosa oración de confesión y arrepentimiento que Daniel concluye diciendo: “Ahora pues, Dios nuestro, oye la oración de tu siervo, y sus ruegos; y haz que tu rostro resplandezca sobre tu santuario asolado, por amor del Señor. Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestras desolaciones, y la ciudad sobre la cual es invocado tu nombre; porque no elevamos nuestros ruegos ante ti confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias. Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mismo, Dios mío; porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo” (Dn. 9:17-19).
Ante esta oración tan sincera y profunda, la respuesta vino de parte de Dios; Daniel nos dice: “Aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde.
Y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento. Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión. Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.
Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador” (Dn. 9:21-27).Esto de “setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo” (Dn. 9:24) parecería algo nuevo, pero es algo admirable y armonioso, que Dios siempre ha tratado con Israel tomando como base períodos de setenta semanas de años, o sea, de cuatrocientos noventa años. Además, en esos períodos de setenta semanas de años, Dios nunca ha contado el tiempo cuando Israel ha estado en cautiverio, fuera de su tierra, o ha estado subyugado en su tierra por poderes gentiles.
Notemos, pues, que las setenta semanas de Daniel no son únicas en los tratos y en los planes de Dios con Israel:
• Comencemos con Abraham, el padre de la nación. Desde el llamamiento de Abraham hasta el Éxodo de Egipto transcurrieron setenta semanas de años, o sea, cuatrocientos noventa años, sin contar los quince años en que la esclava Agar y su hijo Ismael dominaban en el hogar de Abraham. Esos años de dominio gentil Dios no los contó.
• Desde el Éxodo de Egipto hasta la dedicación del templo de Salomón transcurrieron setenta semanas de años, o sea, cuatrocientos noventa años, sin contar los ciento treinta y un años de dominación gentil que sufrió Israel en el tiempo de los Jueces. Esos años no los contó Dios.
• Desde la dedicación del templo de Salomón hasta la conclusión de la cautividad en Babilonia transcurrieron setenta semanas de años, o sea, cuatrocientos noventa años, sin contar los setenta años que estuvieron cautivos en Babilonia. Esos años Dios no los contó.
SETENTA SEMANAS
Cuando la cautividad en Babilonia se cumple, Daniel inquiere de Dios acerca del futuro de su pueblo. Y Dios le dice a Daniel: “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos” (Dn. 9:24). Estas setenta semanas están determinadas únicamente sobre el pueblo de Israel y sobre la ciudad de Jerusalén, nada tienen que ver con la Iglesia.
Notemos que todos los propósitos por lograr al cumplirse las setenta semanas están conectados con Israel y con Jerusalén:1. Terminar la prevaricación de Israel en relación con su Mesías.
2. Poner fin al pecado de Israel por su incredulidad y rechazo de Cristo, su Mesías.
3. Expiar la iniquidad de Israel como nación que aceptará a Cristo como su Mesías y Redentor.
4. Traer la justicia perdurable a Israel, que será justificado por su fe en Cristo.
5. Sellar la visión y la profecía, pues con el Mesías presente, la tierra será llena del conocimiento del Señor.
6. Ungir al Santo de los santos, o sea, la limpieza y restauración del Lugar Santísimo profanado y desolado por el anticristo.
En el mismo mensaje del ángel a Daniel, estas setenta semanas son divididas en tres períodos:
1. La primera división son las primeras siete semanas, o sea, 49 años.
2. La segunda división son las siguientes sesenta y dos semanas, o sea, 434 años.
3. La tercera división es la última semana, la semana número setenta, o sea, los últimos 7 años que completan los 490 años.
A su vez, estas divisiones están separadas entre sí por acontecimientos importantes.
• Comienzan las primeras siete semanas de años con el decreto del rey Artajerjes, en el mes de Nisán (abril), 445 años a. C., para reedificar los muros y la ciudad de Jerusalén. La historia comprueba que esta obra de reconstrucción bajo el mando de Nehemías duró exactamente siete semanas de años, o sea, 49 años.
• Las sesenta y dos semanas siguientes dan comienzo, desde la terminación de la reconstrucción de Jerusalén hasta la muerte de Cristo, exactamente sesenta y dos semanas de años, 434 años.
Cristo fue rechazado por Israel, como su Mesías, y hasta el día de hoy Israel, como nación, le rechaza, “a lo suyo vino, y los suyos no le recibieron” (Jn. 1:11). Por la incredulidad de Israel, Dios visitó a los gentiles para tomar de ellos pueblo para su nombre, y por esta razón “… a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hijos de Dios” (Jn. 1:12).
El reloj de los tratos directos de Dios con Israel se detuvo con la muerte de Cristo, esto es al concluir sesenta y nueve semanas de años, o sea, 483 años. Así, como en los casos pasados, Dios no contó el tiempo de supremacía gentil, desde la muerte de Cristo hasta hoy, y por causa del rechazo de Cristo por parte de Israel, el tiempo no es contado en relación con los tratos de Dios con Israel, pues Dios está visitando a los gentiles para tomar de ellos pueblo para su nombre.Está detenido el tiempo en relación con los tratos directos de Dios con Israel y aún falta una semana de años por cumplirse, la semana número setenta de la profecía de Daniel, siete años, durante los cuales Dios tratará directamente con Israel y se consumarán todos los propósitos de Dios en relación con Israel y con Jerusalén. Al final, Israel reconocerá y aceptará a Cristo como su Mesías.
Tiene la Iglesia que subir al cielo, tiene que producirse el levantamiento de la Iglesia (1 Ts. 4:13-17). Cuando suba la Iglesia, que puede ser de un momento a otro, comenzará a contarse la semana número setenta de la profecía de Daniel, los siete años del gobierno del anticristo, cuando Israel será duramente probado, especialmente en los últimos tres años y medio. Y luego, al concluir la semana será gloriosamente libertado, pues, “… inmediatamente después de la tribulación de aquellos días… aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo… y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria… Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente…” (Mt. 24:29-30; Zc. 14:4).
Para que los juicios y las grandes pruebas de la semana número setenta vengan sobre el incrédulo Israel y sobre todo el mundo rebelde, Dios sacará del mundo a la Iglesia. Así como sacó del mundo y se llevó al cielo a Enoc antes del juicio del diluvio (Gn. 5:24), así como libró a Lot del fuego y la destrucción de Sodoma (Gn. 19:1-29), así como Daniel estuvo ausente en el horno de fuego (Dn. 3), así también librará el Señor a su Iglesia de los juicios de la gran tribulación, la semana número setenta que se avecina. ¡Amén!