07/12/2023
cultura.
CONSTRUCCIÓN DEL PUENTE BOLOGNESI
El río Chili atraviesa la ciudad de Arequipa, dividiéndola en dos y actualmente para pasar de un lado al otro existen varios puentes, pero resulta inimaginable la situación en los primeros años de la fundación de la ciudad por los españoles para acceder al otro lado llamado “La Chimba”.
Durante la primeros años luego de fundada la ciudad, los españoles utilizaban un puente colgante de fabricación incaica, llamado “Puente Chilina” que habían encontrado al llegar a estos lares. Por lo que decidieron construir uno de sillar, lo cual presentaba algunos inconvenientes ya que el lugar escogido para su construcción, eran terrenos que ya tenían propietarios.
Dicha construcción comenzó en 1577 y se inauguró 31 años después en 1608. Inicialmente fue conocido como “El Puente” ya que era el único que había en ese entonces, más tarde como “Puente Viejo” para diferenciarlo del entonces reciente inaugurado “Puente Nuevo” (Hoy Puente Grau) y después de la Guerra con Chile, al Puente Viejo se le puso por nombre “Puente Bolognesi” en honor a nuestro héroe.
A continuación, una descripción de las gestiones para su construcción, escrita por Guillermo Galdos Rodríguez en la obra “Historia General de Arequipa”:
Desde que el puente colgante “de los lncas" fue destruido por las avenidas del río en 1549, una de las mayores preocupaciones de los cabildantes arequipeños y también de los comerciantes con alto volumen de mercaderías, fue hacer un puente sólido de sillar. (AMA ; Lac. 01: fs. 89).
Se hizo una información con los curacas que vivieron durante el Tawantinsuyu y una vez conocida la poca resistencia que ofrecería para el trajín de bestias y carga, pensaron seriamente en solucionar tal problema. A pocos meses de caído el puente colgante de Chilina, se formó en el seno del Cabildo una comisión presidida por el alcalde Miguel Cornejo y el regidor Pedro Godínez, quienes mostraron honestidad y decisión al construir la Iglesia Mayor, para formular un proyecto de costos aproximados, participación nativa en la mano de obra. impuestos arancelarios. derramas. etcétera, y cuyos resultados fueron dados a conocer en la sesión del 10 de enero de 1550. La realidad demostraría que obra. de tanta envergadura sobrepasaría todos los cálculos hechos y que un sismo vendría a interrumpir el trabajo iniciado con tanto entusiasmo.
La arquería del puente comenzó a hacerse en la barranca de la Chimba, sin considerar siquiera que los terrenos de cultivo próximos, pertenecían a las comunidades nativas de la Chimba, fundo llamado Antiquilla y que para abrir el camino allí tendría que ocasionarse perjuicio a los Yanaguaras, Chillques y Chumbivilcas. sus poseedores.
En sesiones de 3 y 6 de setiembre de 1563, se observó que en cualquier caso los nativos saldrían perjudicados, por lo que debía pagárseles tierras y sementeras con dineros de los fondos de Propios y Arbitrios; procediéndose entonces a la apertura del camino del puente en la Chimba. Tal el origen del barrio colonial de la Antiquilla, cuya primera cuadra se llamó Barrio de la Soledad y Monserrat y la segunda, del Beaterio. por el edificio que allí se erigió por los curacas de Yanaguaras, con dicho objeto. destinado exclusivamente a las oriundas. (AMA; Lac. 02: fs. 242 ss.).
En la banda opuesta. donde estaba la ciudad, también las huertas ocupaban las orillas del río por donde se venía trazando la fábrica del puente. Esas huertas pertenecían, desde su distribución a fundadores, a Alonso de Luque y a Alonso Rodríguez Picado, y por entonces a Alonso Picado. Para adquirir el derecho de paso se comisionó al Alcalde de Vecinos Juan Duran de Figueroa, quien logró un entendimiento favorable para ambas partes, tal como se anunció en la sesión de 20 de abril de 1574. La ciudad terminaba en la Ronda; y, hacia el cauce del Chili, esa faja de terreno consistía en una cuesta pronunciada, como se observa en nuestros días en las calles del Resbalón (o San Agustín) y Consuelo. Así era también la pendiente de la calle del puente, antes de su construcción.
Esto en cuanto a los terrenos laterales; pero, la obra en sí avanzaba lentamente, al extremo que en noviembre de 1566 una entrada del río dañó considerablemente los arcos y tuvieron que ser reparados. Una comunicación informativa al rey y al virrey. Al respecto, fue acordada en la sesión de 4 de febrero de 1574. (AMA; Lac. 03: fs.207).
Las condiciones físicas del terreno, ya descritas, obligaron al Ayuntamiento a que se nivelara la altura de la calzada del puente en la banda de la ciudad, hasta la misma altura de la Chimba, por lo que en la calle que bajaba de la Plaza Mayor, determinaron levantar dos muros laterales altísimos de piedra tosca y cal, y rellenarlos de ripio, tierra y piedras, para formar el terraplén que existe hasta ahora, a pesar de los terremotos. Esta es la causa que motivó que las viviendas laterales de la calle del puente queden bajas y a ellas se descienda por gradas de piedra, cuestas empinadas y escalinatas de madera, cual se aprecia en el Tambo de Bronce, el barrio del Solar, en su costado derecho, y los Tambos de la Palla, de la Cabezona y otros (que hoy son casas de vecindad, en el izquierdo). Y toda esa calzada tuvo que ser llenada con material que sólo podía ser conducida a lomo de mula y b***o, o a hombro de indígena.
- Foto de mediados del siglo XX, del archivo de David Indacochea. Vemos la antigua acequia que corría a un costado del río; aún no había la Av. La Marina.