03/08/2024
Oda a la luna enrojecida
Por Matilde Alvino
Oh luna, sublime esfera enrojecida,
en el manto nocturno, reina destellante,
tu luz carmesí, misteriosa y querida,
baña la noche en un aura vibrante.
En el vasto firmamento, solitaria resplandeces,
como un rubí, ardiente y sereno,
los suspiros de los astros en ti enmudecen,
y en tu fulgor rojo, hallan su terreno.
Tus tonos escarlatas, en el cielo dibujan,
sombras y sueños de antiguos amantes,
recuerdos y leyendas que en tu brillo se empujan,
navegan en el tiempo, eternos y cambiantes.
Oh luna, faro eterno de la noche callada,
testigo de secretos, de amores y duelos,
tu fuego encendido, en la bóveda alzada,
enciende corazones, despierta anhelos.
En tu rostro enrojecido veo reflejada,
la pasión de los siglos, el ardor de mil vidas,
tu belleza etérea, por siempre consagrada,
guía a los errantes, a almas perdidas.
Tu danza en el cielo, lenta y precisa,
traza un camino de ensueño y poesía,
cada mirada hacia ti es una suave brisa,
que acaricia el alma con melancolía.
Oh luna, enrojecida en tu esplendor divino,
continúa iluminando nuestro oscuro camino,
serás siempre un faro, un faro genuino,
en la vasta noche, nuestro destino.
Busco tu luz cada noche, luna encendida,
y en tu rojizo abrazo, hallo mi consuelo,
pues en tus destellos, mi alma afligida,
encuentra paz y amor en tu rojo cielo.