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30/09/2024

EL HOGAR

Nada debe ser itinerante para entenden
que el hogar es el lugar más bendecido por Dios,
porque allí, se vive después del pacto
de hombre y mujer sobre lo intenso
de un amor recíproco, puro y eterno,
proyectado a diluir las impurezas del carácter,
concluyendo en el diálogo para entenderse,
pero con respeto para valorarse,
humedecido en humildad para saber diferenciarse.
Estas necesidades fundamentales,
son las que permitirán un caminar sosegado,
para ambos desde el inicio, para bregar hasta el final,
con esfuerzo, muy a pesar de los imponderables,
clarificando lo nebuloso del horizonte
con el esfuerzo de las horas y los días,
edificando anhelos e ilusiones
para concluir con sacrificio el hogar soñado.
Con el tiempo, los gustos se multiplicarán
y hermoseando el nido, preparando la llegada del primogénito.
Dios que siempre escucha y bendice, en una tarde
de un día enviará en un parto de agonía,
rompiendo el silencio la dulce y tierna pequeñez
de un niño que hará más fuerte aún el pacto de amor reciproco.
¡Que hermosa complacencia!
¡Que infinita alegría!
¡Que alivio y paz después del dolor!
Luego sentir que brota como un torrente
la ternura que se multiplica y desborda
invadiendo cada cosa y lugar.
Así es el hogar, donde dos lo harán crecer,
porque no hay, ni abra sombras,
solo la luz del ejemplo y, muchos espejos para reflejar
la pureza del pacto de amor del padre y la madre
con responsabilidad, esforzandose hasta el sacrificio
para educar y proyecctar a los hijos
productos del amor bendecido.

Prohibida su reproducción total o parcial.

Ricardo Ayestas Butler.

EL BAÚLMi baúl era grande y de lindo color; era mi costumbre dejar en él, la ropa pequeña, los libros ya leídos,los cuad...
25/09/2024

EL BAÚL

Mi baúl era grande y de lindo color;
era mi costumbre dejar en él,
la ropa pequeña, los libros ya leídos,
los cuadernos envejecidos,
algún juguete roto, la pelota de trapo,
las fotos de la abuela, mis zapatos de lona,
y uno que otro escrito loco.
Eran tiempos de mi niñez,
en que las inquietudes explosionaban
buscando horizontes y sus atajos,
para lo desconocido y lo intrépido,
para los conocimientos y las experiencias,
aquellas que se tornaron rutinas,
haciendo vivir a prisa, en esa inocencia
que era el regalo más preciado de Dios.
Fue que entre el amanecer y la noche
vi crecer a mis hermanos,
y a mis padres envejecer.
Eran otros tiempos en que
la curiosidad empujaba a lo desconocido,
y a mayores espacios para el regocijo y la alegría.
Y un día, sin darme cuenta me hice grande
como mis hermanos, cogí maletas,
y partí tras de mis sueños.
Deje atrás muchos recuerdos bellos
y alguna lágrima de dolor
por la partida del amigo más querido,
y por dejar en esos tiempos,
tantos requiebros del corazón.
Hoy que vuelvo tras de mis pasos
añorando esos recuerdos bellos,
veo mi baúl en un rincón, allí donde se ponen
las cosas sin valor; muy oscurecido y apolillado.
En su apertura, vi que no era tan amplio,
pero sentí que de su contenido
emanaba la historia de mi pequeñez,
de esos momentos que no he de olvidar
y que muy emocionado me los hacía recordar.
Eran bellas vivencias
que permitían las puertas abiertas
para lo distinto hacia lo expectante
colorido y misterioso.
Ese divino tesoro de la niñez y la juventud,
creaba añoranzas que floreaban caminos
para disfrutar complacencias
y regocijar el alma con el escaso
combustible del conocimiento,
la verdad, y el razonamiento.
Esos momentos eran para vivir a prisa
aprovechando los instantes
en que se adormecía el tiempo
por el cansancio de su rutina.
Esos instantes de vehemencias y afanes
hacían crecer sin razonar
por la prisa para anegar y aletargar
la coqueta niñez, y la expectante juventud.
Nunca en esos tiempos sentí diferencias,
porque siempre saboreaba esos
minutos que rompían el silencio
con la travesura que hacia volar la inocencia.
Nunca me fije en el avance de las horas,
y siempre goce desde el amanecer
hasta el atardecer y muchas veces
con la paciencia de la noche.
Hoy, apretando esos momentos vividos,
valoro ese pasado que me llevó
entre susurros a este expectante presente
que me proyecta sin tempestades,
que me refresca con gratitud y templanza,
pero por sobre todo, para proyectarme
hacia el futuro con inquebrantable fe.

Prohibida su reproducción total o parcial.

Ricardo Ayestas Butler.

20/09/2024

LA ROSA DE SEPTIEMBRE

Me ciño al recuerdo de tu amor
que aún me fortalece, y no te olvido;
porque te tengo presente con las armas
de tu dulzura, ternura, y sacrificio,
que son mi fortaleza y mi mayor escudo.
Pero el tiempo es cruel, él activa tormentas
queriendo borrar tu voz y tus palabras,
y sufro porque se humedece mi alma
con lluvia persistente en este desierto
frío de tu ausencia.
Y esta pena quebranta mis instantes,
porque en días como hoy,
me siento acongojado y abrumado
por tristezas que me anonadan y me afligen,
y no puedo evitar que mis ojos
que tanto te han mirado, derramen
lágrimas sentidas de amor,
porque a pesar del tiempo transcurrido
no me resigno a este ayuno
eterno por tu ausencia.
Madre, evoco en oración tu nombre,
y dejo en lo frío de tu tumba, esta rosa,
y con ella, mi corazón y también mi alma.
Siempre fuiste amorosa, tierna, y bella,
aromando con tu forma los días de mi vida,
guiándome con responsabilidad,
humedeciendo mi camino para que germine
como un árbol frondoso y poderoso.
Por ello, madre, te agradezco y bendigo.
Pero hoy que florecen los recuerdos,
no me alcancen riquezas, ni manjares,
ni maravillas que me encumbren
hacia horizontes de plenitud por ese tu esfuerzo;
solo quisiera nuevamente tu presencia,
y tus manos; para juntos como antes
cantar esa oración que me enseñaste
cuando niño:
¡Ven hijo querido,
juntemos nuestras manos
y miremos al cielo los dos,
y sonriendo dulcemente pidámosle a Dios
que limpie tu camino,
para siempre escuchar su voz!
Cuanto te extraño madre,
y como me duele tu ausencia;
más aún en este septiembre
en que se conmemora un año más
de tu inevitable partida.

Ricardo Ayestas Butler.

11/09/2024

Que hasta tus pequeñas palabras sean poderosos instrumentos para crear, y motivar; nunca para trucar, minimizar y criticar.

11/09/2024

No te asombres si el espejo refleja la verdad de lo que esta dejando el recorrer del tiempo en tu vida.

14/08/2024

¡FELIZ ANIVERSARIO ESPOSA MÍA!

En una tarde como hoy del mes de agosto, cuando florecía la juventud, sellamos ante Dios un pacto de mor sin restricciones y para toda la vida, desde ese instante navegamos juntos por mares apacibles en la frágil navecilla de la vida, sin la experiencia de los tiempos y sin carta de navegación que orientara nuestro rumbo. Los vientos de Dios henchían las velas en nuestro navegar, y siempre era la meta un horizonte soleado, hermoso y sin fronteras.

Lo cotidiano fue lo testarudo en la vivencia de los días como escuela prominente y exigente, allí en sus aulas sin horarios parapetados, aprendimos con entereza y humildad para graduarnos a fuerza de entender con amor y sin prisa, que las responsabilidades y la cordura no tienen límites. Que están allí entre el mar y el cielo para llevarnos a aguas profundas y generosas, lejos de los de engañosos arrecifes y de espejismos de tormentas, y borrascas.

Nunca hubo necesidad de anclar la nave para evitar amagos amargos de naufragio, porque profundizamos nuestros sueños, y porque fue el respeto y la prudencia la bandera que flameaba en el mástil de los principios. Con el tiempo llegamos al puerto de lo sosegado y tranquilo para contemplar y disfrutar extasiados los frutos maravillosos del amor mojando baberos. En ese embeleso viviendo realidades, nos proyectamos para un crecer diferente y sin angustias. Con el pasar de los días esbozamos el borrador del nuevo hogar entre papeles y colores; fueron trazos diversos que entre garabatos aprobamos muy contentos avanzada la noche.

El sol del nuevo día trajo consigo el diseño de los planos visados clarificando el sueño de la construcción. La emoción mostró caminos expectantes para el inicio del sueño, que entre varios fueron meses de trabajo, descanso y algunas excepciones; pero también de muchas alegrías que regocijaban el alma, aquellas mañanas de soleados domingos, cuando jugueteando recorríamos la estructura que crecía, disfrutando lo expectante y bello de esos momentos de ilusión y felicidad. Hasta que un sábado de abril con un mundo de ilusiones acuesta, Dios hizo realidad nuestro esfuerzo y habitamos este hogar que venero y agradezco.

Con el tiempo, los hijos frutos benditos crecieron aprisa, y algunos de ellos volaron como palomas batiendo sus alas, buscando muy lejos la luz de sus sueños, dejando vacíos de travesuras y sentimientos bellos. Pero ese mismo tiempo los trajo un día aromados con la sutileza y prestancia de otras tierras. Llegaron apacibles como frutos maduros por el sol de los caminos, cargados de retoños que hicieron florecer con hermosura los instantes vividos desatando el eco de risas y tantas alegrías, ciñéndonos coronas.

Los años siempre orientan a desechar la prisa de los momentos que agitan los días; ellos inducen al descanso para meditar sobre la rutina que pinta el trajinar constante de la vida en sus años, para abrir la puerta a los momentos que satisfacen el alma. Por eso traigo al presente el día en que sellamos el pacto de amor sin restricciones, y para toda la vida.

Hoy avivando esos momentos bellos, quiero decirle a Dios: ¡Gracias, Señor por lo vivido y este presente que se entona como un aniversario más! Y te pido con humildad en oración sentida que permitas tu gracia para la alegría de vivir otros, cargados siempre de esperanza, encaminados a tu gloria y al regalo de tu infinito amor, y lo maravilloso de tu amor y paz.

A PESAR DEL TIEMPO QUE SE FUERegresaste después de ese tiempo que durmió tu figura bella; te trajo el viento en una nube...
26/07/2023

A PESAR DEL TIEMPO QUE SE FUE

Regresaste después de ese tiempo que durmió tu figura bella; te trajo el viento en una nube la noche fría del mes de agosto; y llegaste como paloma inquieta batiendo tus alas. Me buscaste al hacer un requiebro en tu vuelo pausado, y te posaste a mi vera. Te vi radiante, con esa tu mirada de niña dulce, con tu pelo medio largo impregnado en aroma de nardos, coqueteándole a la brisa con tu sonrisa fresca, inquieta, y nerviosa.

Con paso tenue, pero resuelto, acortabas distancia moviendo tu figura bella; no sé qué buscabas entre el tumulto en aquella media luz y el murmullo del puerto. Con mirada ávida hurgabas en los lugares; el ubicarme no fue tarea fácil para ti.

El tiempo deja huellas al llevarse lo mejor de la juventud; pero va dejando madurez, conocimiento, y experiencia, y siempre estarán allí los trazos genéticos, el porte, la mirada y los sentimientos para reconocer aún con la variante de los años.

Frente a frente nos miramos en silencio; no sé que tiempo duro aquel trance, ni que nos hizo romper la quietud. Lo increíble del reencuentro fue tan sorprendente que abrió las puertas del presente para agitar el corazón. Un abrazo nos envolvió en el encanto de un minuto que parecía un siglo; se rompió como una copa de cristal ese tiempo que te llevo para el olvido, y despertamos del sueño que fue tu ausencia.

Entrelazados así, mil recuerdos se apretaban por revivir tantos momentos que hacían latir desmedidamente el corazón. Un cafetín que adornaba el lugar en la acera de esa gran avenida que florecía en el transitar de tanta gente, fue el motivo para una pausa. Una tasa caliente de manzanilla corrió el telón para el diálogo, y la alegría sé troco en necesidad del saber de ese espacio, de tu vida y de la mía que se perdió en el tiempo.

¿Qué fue de tu vida? Pregunte acariciando tus manos. Hubo respuestas que llenaron mi entendimiento; pero más aún decían tus ojos, sobre la necesidad de ese amor que latía pidiendo a gritos la tibia caricia de un beso.

Aún siento el ardor de tus labios y el temblor de tu talle, aún siento tu necesidad compartiendo la mía. Esa noche partí sin sofocar tus anhelos y deseos; y te fuiste con gente que no conozco, levantando la mano para decirme hasta luego, y un, espérame que mañana he de volver, a esta misma hora y en este mismo lugar.

El tiempo a menudo trae momentos que dejan raíces, ellos, como recuerdos florecidos, se aumentan y profundizan, permitiendo arrullar amorosamente el presente, más aún cuando la ternura y el amor es torrente que no se detiene muy a pesar de la ausencia; todo hace sentir cuando se abre la puerta para los sentimientos que los años dejaron dormidos, añejados, pero latentes.

El reencuentro y la placidez de tu figura bella, muy dulce y delicada, me llevo a los pequeños detalles de nuestra juventud; en esa etapa donde es placentero el susurro y la media voz; allí donde se buscan palomas para que en el revuelo se aletarguen las caricias y se aviven los aromas de la inquietud y lo desconocido. Todo en esos tiempos era propicio para recibir y tomar las alegrías, para disfrutar lo bello y lo dulce y recíproco del amor.

En esos tiempos que aún añoro, nuestra vehemencia florecía como fuerza poderosa, porque, era afanoso vivir a prisa para g***r de las delicias de los instantes, sin temor a los miedos que creaban fantasmas, solo importaba el galopar sin pensar en el trote que detenía nuestro avance.

Hoy llegaste nuevamente a mí, por ello, me siento embriagado de felicidad, porque Dios te escogió para mí en ese diluir del tiempo, porque eres el complemento afín e ideal que me permitirá el descanso cuando avance la noche, y en el despertar florecido, cuando navegue floreciendo el día, porque más allá de tu ausencia, siempre has estado en lo profundo de mis pensamientos, y en la totalidad de mis sentimientos. Y vendré mañana a esta hora y en este mismo sitio, para escuchar de ti de ese tiempo perdido.

Así mismo para decirte, lo que siempre escuchaste de mis labios: Que eres mi pequeña estrella que iluminaba la oscuridad de mis inquietos anhelos, que tu presencia fue constante, y que crecías para mí hasta ser un sol que cubría todos los espacios de mi vida; por eso te ame intensamente.

Porque me alimente de tu alegría, porque contigo conocí la tibieza del primer beso; eras la sangre que mi corazón recibía para latir como motivo y razón de mi vida joven. Nunca supe de otro sentimiento que fuera tan profundo y maravilloso, como el amor que nos unía. Éramos como un río corriendo praderas, que incrementaba su caudal sin querer acabar su camino. Éramos dos aves sin horizonte definido, que planeando con la brisa disfrutábamos de caricias susurrando promesas.

Este maravilloso cuento que empezó como jugando en un día de aquella nuestra juventud, se hizo tan fuerte y poderosa como férreo yugo que nos unía marcando la ruta de nuestro camino. No fueron necesarios juramentos para profesar fidelidad; pero sí la manifestación dadivosa de ternura y dulzura para engrandecer nuestro amor bendito.

Pero el tiempo pasa y deja descarnado lo fortuito que rompe el cristal de lo sublime y perfecto; él, cierra puertas y ventanas poniendo a prueba el amor. Todo hace languidecer porque falta el alimento para madurar; para entender y acortar distancias, para corregir actitudes, para retomar el maravilloso camino de leches y mieles. Pero muchas veces el primer amor es frágil, con alas endebles; no hay por ello el vuelo poderoso de la seguridad y la firmeza para buscar el sol de la tolerancia y la prudencia, para ser único y para toda la vida.

Siempre en las horas idas, aquellas que marchita el tiempo por la ausencia, se busca con afán los motivos para justificar y entender las causas que pausan lo maravilloso del amor; esas primaveras no dejan flores, ni frutos; porque el pozo del agua fresca de los sentimientos, se seca por la ausencia creando soledad que deprime los instantes haciendo fenecer la vida; por ello, hay tropezones que llevan al silencio, y con ello a la vejez.

Cuando al amor le salen alas sin fortificar por la poca fe, y con dudas, se le ve remontar vuelo hacia destinos desconocidos; es momento de aquietar el corazón, de respirar en calma, muy a pesar del dolor por el abandono, para entender que lo fortuito y lo imponderable tiene lo desconocido que rompe cadenas. Ello es boleto que no tiene regreso en el tren de la vida; solo queda aspirar el aroma de los recuerdos y entibiar los sentimientos que aún dolidos están con ardor por la ausencia.

Cuando el tiempo cure, será necesario retraer la mirada, para agradecer, porque el tiempo tiene prisa para asomar con nuevas brisas de sosiego y tonificante paz; para con ello, llevar los sentimientos a flor de piel, porque ellos son eternos.

Por ello, siempre será necesario hacer pausas en el devenir de los días, porque ante lo fortuito y lo imponderable quedan esperanzas del retorno, para apacentar el alma cerrando los ojos, para saborear complacido el bouquet de la presencia y del encanto de aquella que propicio el amor con la tibieza de sus besos.

Esa noche me fue difícil conciliar el sueño, pensé mucho en el reencuentro; tenía aún latente aquel recuerdo en que se fue para no volver.
El nuevo día vino florecido en esperanzas; quería, al verla, preguntarle tantas cosas, por eso, planifique estar antes de la hora fijada y en el mismo sitio de ayer. Llevaría un ramo de rosas encarnadas, y pediría el mejor lugar para tomar un café. Fui caminando hacia el cafetín; no podía calmar la emoción, mi corazón palpitaba muy acelerado, por ello, hice más corto y lento mis pasos; el sosiego vino pronto y me sentí calmado. Todavía tenía tiempo para llevar más temprano que la hora acordada.

Al cruzar la avenida hacia la acera del cafetín, me quede pasmado, porque al llegar, la vi en la misma mesa del día anterior esperándome para el reencuentro. Estaba radiante, y muy alegre, sonreía achinado sus ojos bellos; se levantó y fue a mí; mire sus labios buscando los míos, y un beso tierno fue el saludo amoroso, y un te extrañe, después de ello. Tomo mi mano y al sentarnos, ella fue resuelta a narrar sobre el tiempo perdido, y tomo el libro que tuvo en sus manos, lo abrió y me entrego una carta, su sobre estaba amarillento y poco ajado por el tiempo, y me dijo:

Abre esa carta después de que me escuches; como verás, ella tiene todo el tiempo en que nos separamos, y no fui yo la que me aparte de ti, sino que fue mi padre al tener conocimiento del gran amor que nos unía. El amor terco y egoísta de mi padre, me llevo a tierras extrañas apartándome de ti; llore hasta que no hubo lágrimas, y el dolor por tu ausencia fue tanto que enferme; así postrada escribí esa carta pidiéndote, rogándote que me liberaras de aquel tormento y me llevaras de regreso a tus brazos, pero mi padre encontró la carta antes de enviártela, y me enrostro su amargura diciéndome:

He querido detener el tiempo a mi antojo y mantenerte pequeña, acaparando tu inocencia, tus inquietudes y el cariño de tu niñez. Pero el tiempo y la realidad me apartaron de tantos momentos bellos. Ese tiempo duro e insensible me enseño que todo esfuerzo y sacrificio era en vano, porque todo tu crecer traía muy abrigada tu preciosa vida y también tus sueños y sentimientos.

Esas horas de esos tiempos los avizoro con serenidad, y soy consciente de esta realidad y mi pecado. El tiempo debe seguir su caminar, y tu hija mía, ahora que estoy en las puertas de la muerte, ve y sigue tu crecer en madurez con el hombre que te guiara con amor y responsabilidad, en razón de vida, sin embotellar tus sentimientos como lo hice yo con mi deleznable egoísmo.

Quiero pedirte amado mío, si aún hay alguna duda en ti, abre el sobre de esa carta, veras que está sellada y tiene fecha, en ella leerás de mí llanto y mis angustias, pero también, todo lo que significas para mi:

La vi compungida y algo temerosa, pero accedí a su pedido y rasgué el sobre con mi nombre, y cogí las hojas que tenían tus escritos con letra menuda, en ella decía:

Amado mío, si te es posible, aparta de mí este sufrimiento y ven de donde quiera que estés; llévame contigo y libérame del egoísmo de mi padre, que me tiene encadenada a sus caprichos, apartándome de ti, de tu luz, y de mis inquietos anhelos, manteniéndome en la oscuridad sin tu presencia que me hacía crecer cubriendo todos los espacios de mi vida.

Hoy en amargura, sin el alimento de tu amor, esta opaca mi alegría, y me siento vacía, porque contigo conocí la felicidad del primer beso. Eras la sangre que mi corazón recibía para latir como razón y motivo de mi vida joven. Nunca supe de otro sentimiento que fuera tan profundo y maravilloso como el amor que nos unía. Éramos como un río recorriendo praderas, que aumentaba su caudal sin querer acabar su camino. Éramos dos aves sin horizontes definidos, que planeando con la brisa disfrutábamos de caricias, susurrando promesas.

Este maravilloso cuento que empezó como jugando en una noche fría del mes de agosto, en un día de aquella de nuestra juventud, sin necesarios juramentos para profesar fidelidad, sin resquebrajamientos; pero si la manifestación dadivosa de ternura y dulzura para engrandecer nuestro amor bendito con leches y mieles.

Pero el tiempo trajo diferencias sentimentales de familia que agrietaron la esencia personal paternal, rompiendo lo perfecto filial, por estas actitudes se cerraron las puertas y ventanas poniendo en tela de juicio el respeto y el madurar para entender y acortar distancias, para corregir y retomar el maravilloso camino que traza la vida. No se entendió que el corazón es la fuente que produce el amor y la magnitud de su producción, porque hay decisiones que se entretejen creciendo y añejando el tiempo para ser feliz aún con lo poquito que se recibe, dejando a un lado la esclavitud, la indiferencia y el egoísmo.

Al concluir amado mío, ruego para que persista en ti el amor que nos unió, y vengas a mí que muero sin tu presencia. Pero si te sientes desdeñado y muy dolido por mi ausencia, lo entenderé, y solo te bendeciré, porque hoy sé que el alma deja su blancura y se matiza con la aridez sofocando por la desesperanza, porque cuando no hay la razón del amor, se es como un río seco, se es como una lámpara sin combustible que intenta vanamente iluminar.

Tuya para siempre.

Amada mía, tu carta llena mis sentimientos, porque estás en mí y no hay nadie en tu lugar, muy a pesar del tiempo y la distancia; entiendo el egoísmo de tu padre, pero no lo justifico, porque la familia es la semilla germinada que Dios complacido ama, alimenta, protege, y bendice; en este entendimiento, es ineludible compromiso el integrar, unir y preservar, porque es el mayor tesoro que regala Dios; pero también es necesario entender que el cariño y el amor, difieren en esencia sustancialmente, como difiere la inteligencia y la sabiduría.

Hoy regresas a mí, y yo también regreso a ti, para retomar el gran amor que nos une, y no abran diferencias, porque su bouquet aromatizara el camino de nuestros días, y nada lo perturbara; porque solo habrá dulzura, placidez e indescriptible complacencia para estar juntos, y para siempre.

Por esto amada mía, deja dormida tu inquietud, quédate así recostada en mi hombro, con los ojos cerrados, y en silencio recorre nuevamente las maravillas que se quedaron en ese tiempo de tu ausencia, y no intentes decir nada; solo sonríe ante este tumulto de querencias, que hoy en este presente complacen con algarabía tu corazón, tu alma, y también la mía.

Ricardo Ayestas Butler.

Prohibida su reproducción total o parcial.

04/05/2023

EL MUDO

Me dices mudo, porque cuándo estoy a tu lado mi silencio es más que tus sentidas palabras, porque no avasallo con mi verbo tus inquietudes, porque dejo que el viento se lleve la avalancha de tus tensiones y coloridos caprichos, porque callo cuando florecen sin control tus discutidas vehemencias.

Me dices mudo, pero te digo que la prudencia es más que mi carácter, porque cuando florecen tus inquietudes y tus continuas exigencias, prefiero mirarte a los ojos para entender que son muchas y necesarias las diferencias, para preservar el entendimiento, y también los floridos y hermosos sentimientos.

Por ello, me acoplo al silencio, para que en lo sutil de mis actos se apacienten los ánimos, conversando en paz con mi corazón, y aquietando mi alma.

Todo tiene su prioritaria importancia en lo apacible de las conversaciones, pero ellas, dejan de ser necesarias cuándo se vierte un desconocido interés para lo notorio o desconocido.

Si por alguna intensión se azuzan las bridas y los estribos, no se trotará, se galopara sin control, desbocando la prudencia por el desmedido afán, este desequilibrio emocional, llevara a romper el hilo de la tranquilidad e interrumpirá el maravilloso flujo de los sentimientos, y la paz.

Por ello, te digo, que si en algún momento estoy callado mientras tú hablas, no sientas que en ese silencio hay indiferencia y poco interés por tus palabras, es que también como tú, estoy en lo pensante de ese mundo interno, que hace razonar para ser inteligente, y más que ello, prudente; porque si somos uno, también debemos tener necesarias diferencias, para que ellas, siempre lleven a entender o justificar los motivos y las causas de inquietudes y exigencias, para ser consecuentes.

Ricardo Ayestas Butler.

Prohibida su reproducción total o parcial.

20/04/2023

Maneja tu vida por los caminos de Díos, para que llegues a Él según su designio.

1 de Samuel, 18 6/30.

EL MAYOR TESOROCuando la amistad nace, florece hasta convertirse en lo más necesario de la vida; ella aparece por lo for...
19/04/2023

EL MAYOR TESORO

Cuando la amistad nace, florece hasta convertirse en lo más necesario de la vida; ella aparece por lo fortuito o imponderable, para germinar con el juego inocente cuando se es niño; para reír o llorar, según la trama de la escena.

Esta sutil convivencia abre el telón para mostrar en los días, la maravillosa comedia que se escenificará en el cotidiano, vivir con esos amigos incomparables, necesarios, y a veces imprescindibles.

Estos compañeros que nos regala Dios, han de perdurar para siempre a través del tiempo y la distancia, para disfrutar de su presencia, y con el tiempo, de los recuerdos.

En esa pequeñez, la amistad será como el aire que se espira, y estará libre de preocupaciones y pesares. Esos tiempos de retozo y alegría serán motivos sublimes, para no medir el cansancio, ni el tiempo que va robando la inocencia; porque los amigos entrañables del barrio y de la esquina, irán creciendo de a poquito, y sin darse cuenta.

Y será en el colegio, donde los nuevos caminos de la amistad abre sus puertas para emerger, porque dormida la inocencia, dará paso a la intrepidez para saborear lo distinto, maravilloso y necesario, para que el tránsito en ese camino desconocido guie al horizonte expectante.

Será en la universidad, que la amistad tomará cuerpo y será como fruta madura y aromada, fortalecida en lo distinto con el conocimiento que le abre puertas, para descubrir la importancia y magnitud de los sentimientos, y también de la responsabilidad para ese camino que traza el destino.

Y la vida empuja para los cambios, para navegar, allí donde la amistad se diversifica y perdura con el tiempo y la distancia, y también por los imponderables que son fortuitos, pero que enseñan que la responsabilidad es fundamental; porque es en el trabajo donde la amistad toma un espacio para navegar y aumentar su caudal, con esas relaciones que llevan a desarrollar la esencia y los valores personales.

La amistad es el mayor tesoro que se puede tener; ella permite las relaciones interpersonales de toda índole, ella siempre lleva por el buen camino, muy a pesar de las lluvias y tormentas, del carácter y de la forma.

Pero ese tiempo de vida que madura la amistad, hace espacios para caminos distintos, para permanecer muy cerca, creciendo y profundizando raíces como fieles, únicos, e imperturbables, muy discretos confidentes. Pero muchas veces la amistad es empujada por el viento de la vida, y bate sus alas para volar tras el espejismo de los anhelos.

La amistad es un tesoro bendito, incalculable y recíproco; tiene en lo sutil de su encanto, la palabra de aliento en todo momento, la fidelidad sin dudas y a prueba de suspicacias, la mano abierta y el consejo oportuno; la responsabilidad y el más grande sacrificio.

La amistad es un sentimiento espontáneo y generoso, es un tatuaje de felicidad que no se borra jamás, es un sentimiento incomparable que nunca se consume, porque siempre está con las puertas abiertas; porque se entrega una vez y para siempre.

Ricardo Ayestas Butler.

Prohibida su reproducción total o parcial.

07/03/2023

EL TIEMPO

En la batalla de la vida, el tiempo será a sabiendas o por ignorancia; el invisible contrincante que tendremos en la rutina de los días; no será suficiente el parapetarnos para esa batalla, en hermosura, poder, riquezas o sabiduría; él, en su monótono discurrir siempre nos doblegara, dejando en el pasado las delicias del presente, y nos arrastrará con su poder a lo incierto del futuro.

Ricardo Ayestas Butler.

Prohibida su reproducción total o parcial.

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