17/08/2024
"EL ABRAZO DE LOS RECUERDOS EN LA NOCHE VACÍA"
En una pequeña habitación, el silencio pesa más que de costumbre. Las paredes, que antes resonaban con risas infantiles y el eco de sus gritos de diversión, ahora guardan un mutismo melancólico. Es difícil acostumbrarse a la ausencia de esa pequeña presencia que solía llenar cada rincón con su energía, su risa contagiosa y su mirada curiosa.
La cama, que una vez albergó sus sueños, está vacía. Las sábanas, que aún conservan el aroma dulce de su piel, se han quedado intactas, como si esperaran su regreso. A un lado, en una sesta, están sus juguetes favoritos: un oso de peluche desgastado y una pequeña muñeca que siempre llevaba a todas partes. Son testigos mudos de las tardes de juegos, cuando sus pequeñas manos trataban de darle vida a esos objetos inanimados.
Cada noche, después de un largo día, entro a su habitación con la esperanza, aunque irracional, de encontrarla ahí. Me acerco a su espacio favorito y, por un momento, cierro los ojos, tratando de sentir su presencia. Pero el frío de la noche me recuerda que ella no está.
Las fotos en la pared, donde su sonrisa está congelada en el tiempo, se convierten en mi consuelo. Acaricio cada una de ellas, imaginando que en algún lugar, ella también me extraña. En esas imágenes, veo su primer diente, sus primeros pasos tambaleantes, y su mirada de asombro al descubrir el mundo. Recuerdos que, aunque dolorosos en su ausencia, son lo que me mantiene fuerte.
La noche es fría y fresca, una brisa que entra por la ventana abierta me recuerda cuán vacía está la casa sin ella. Me acuesto en la cama, pero no estoy solo; tengo una foto suya, la más querida, entre mis manos. La abrazo con fuerza, como si con ese gesto pudiera sentirla cerca, como si el papel pudiera transmitir su calidez y la suavidad de su piel.
Y así, en la soledad de la noche, me consuelo con los recuerdos. Pienso en el día en que volveré a escuchar su risa, en cuando sus pequeñas manos buscarán las mías nuevamente. Mientras tanto, la noche fría y fresca es mi compañera, y en su silencio, encuentro un refugio donde el amor por mi pequeña hija me da la fuerza para seguir adelante. Y aquí estoy, con lágrimas en los ojos esperándote todavia