04/10/2023
Amiguitos! Espero que estén todos muy bien!
Quería compartir con ustedes esta pequeña narración que escribió mi papá hace unos años, cuando yo recién empezaba a hacer streams en la plataforma roja. La encontré en un foro de Crash Bandicoot y espero que disfruten leyéndola tanto como yo lo hice🥹.
Un abrazo para todos y espero verlos pronto en directo.
Les voy a contar una historia. Una linda y anaranjada historia. Una historia tan común como cualquier otra, pero única y especial como ninguna.
Todo empezó hace muchos años. Mi padre me ofrecio por Navidad un regalo y yo debía escoger entre un piano electrónico y una consola de videojuegos, de las primeras que existían. No sé si perdí la oportunidad de convertirme en un afamado pianista, un músico de renombre o un gran compositor, pero elegí la magia que encerraba ese aparato negro cruzado de plata, con ese único botón rojo en su mando que era imposible no querer apretar. Era el inicio de una larga y fructífera relación.
Muchos juegos pasaron por mis manos y mis pupilas, y nuevas consolas de vanguardista diseño iban llegando a tomar su lugar al lado del televisor. La magia aumentaba, junto a los bits y los botones de los mandos. Hasta que, un buen día, lo vi por primera vez en su cuadrado envase. Entonces la magia, simple y llanamente, se desbordó.
Era un poco grotesco y casi deforme, y tenía pinta de todo menos de héroe, pero inspiraba ternura y, sobre todo, confianza. Tampoco era el más listo, ni de cerca, pero sí era valiente y decidido. Si alguien podía salvar al mundo, era él, Crash Bandicoot. Y lo hizo, muchas veces, y yo no podía estar más feliz de ayudarlo a lograrlo.
Pero la vida sigue y el tiempo avanza, inevitablemente. Te conviertes en adulto y la magia es devorada gradualmente por la brutalidad de la rutina, que acecha como un animal hambriento. Mi querido amigo quedó entonces sepultado entre trastes viejos y aparatos obsoletos, y finalmente le perdí el rastro.
Los años pasaron , y apenas tenía contacto con el mundo de los videojuegos
Hasta que me convertí en padre. Decidido a recuperar la magia, que no se había extinguido del todo, compré entonces una consola, con mis propios medios esta vez, y cuánta sería mi felicidad al reencontrar a mi viejo amigo anaranjado, que de viejo no tenía nada, al contrario, lucía mejor que nunca, lozano y renovado, y llegaba en paquete triple. Pero mis intenciones quedaron en eso, y apenas si jugué los primeros niveles y no pude continuar. Me enterré nuevamente en la rutina.
Sin embargo, la magia tiene formas inesperadas de manifestarse.
Un día, llegué a casa y encontré a mi hijo menor viendo un cartoon de Crash Bandicoot con una pegajosa canción. Quedé sorprendido. Cuando lo interrogué, me dijo que lo habia encontrado buscando «dibujitos». Yo no le había hablado del juego porque era pequeño y consideraba que era muy dificil para él. Ingenuo yo.
Hoy, la magia ha regresado, más poderosa que nunca. Mi hijo, con su corta edad, es un entendido del tema y un jugador destacado, que ha platinado los tres juegos y enfrentado con éxito dorado el contrarreloj del infame Stormy Ascent. Yo sigo casi sin jugar, es cierto, pero lo observo y lo aliento, porque he comprendido que la magia para mí está ahora en verlo ser tan feliz con su héroe como lo era yo años atrás.
Somos padre bandicoot e hijo bandicoot, gracias a la magia de Crash.
Hace poco, hemos estrenado canal en YouTube, donde hacemos streamings de su juego favorito. Se llama, como no podía ser de otra manera, Marcelito Bandicoot. Los invito a entrar y vernos en acción, él jugando y yo, pues, a su lado. Y si nos apoyan suscribiéndose, dando like o comentando, les estaría sumamente agradecido.
Que la magia esté con ustedes, siempre.