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l Conferencia de Prensa con el coordinador estatal de Protección Civil Tamaulipas, Luis Gerardo González de la Fuente.

¿Quién frenará a Makito y sus nombramientos?Carlos Peña Ortiz sigue entregando puestos clave a personas ajenas a Reynosa...
07/12/2024

¿Quién frenará a Makito y sus nombramientos?

Carlos Peña Ortiz sigue entregando puestos clave a personas ajenas a Reynosa. Alexis Agustín Hernández Longoria y su esposa Rocío del Río Sánchez, señalados por su prepotencia, ya se creen dueños de la presidencia. ¡Pobre de aquel que se atreva a contradecirlos! Mientras tanto, los reynosenses son desplazados de los espacios que les pertenecen.

¿Que no es nepotismo contratarla como imagen del municipio por 65 mil pesos mensuales?
¿Hasta cuándo se permitirá esto?

28/11/2024

Buen día , los leo con mucho gusto ¿cómo iniciaron su jueves?😃

Infiltrados en la UATSin Filtros; por Brenda RamosEn Tamaulipas, la política tiene un aire particular, como un humo que ...
02/11/2024

Infiltrados en la UAT

Sin Filtros; por Brenda Ramos

En Tamaulipas, la política tiene un aire particular, como un humo que se esparce en todas las direcciones. Esta vez, el espectáculo lo protagonizan los recientes eventos en la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT), donde la exoneración de Marco Batarse padre ha sido ventilada con un entusiasmo sospechoso, casi como si alguien desde adentro hubiera querido abrir esa herida una y otra vez. Es una jugada tan meticulosamente armada que solo puede obedecer a una orden con intenciones ocultas, ¿quizás de un infiltrado?

La noticia de la “exoneración” de Batarse, lejos de apaciguar, parece destinada a alborotar. Porque en los pasillos del Senado y en la oficina de Adán Augusto López ya circulan las notas, los comentarios, los rumores, todos aparentemente al servicio de una causa: que Dámaso Anaya, rector de la UAT, está metido hasta el cuello en este juego de favores, limpiando el nombre de su amigo y aliado. Pero aquí hay un doble juego. Quien ha filtrado estas noticias, quien ha encendido este fuego, parece más interesado en desacreditar al rector que en defender la reputación de nadie.

Detrás de estas maniobras está José Ramón Gómez Leal, un senador con el apellido Cabeza de Vaca tatuado en sus ambiciones. Para él, este es un momento ideal para sembrar discordia, dejar caer la insinuación de que Dámaso Anaya protege a Batarse no por justicia, sino por conveniencia. La razón de esta sospechosa estrategia es clara: eliminar al rector y su círculo de influencia en la UAT, abrir espacio para su propio protegido, Jorge Villafranca, y con ello, preparar el terreno para una carrera más ambiciosa, la gubernatura de Tamaulipas. José Ramón no está solo; detrás de él está su cuñado y exgobernador, Francisco García Cabeza de Vaca, el mismo que en sus días de poder extendió sus redes por todo el estado.

Así, el esquema se revela como un golpe de ingeniería política: un infiltrado en la UAT se ha asegurado de que cada detalle de la exoneración de Batarse esté en boca de todos, no para salvar la reputación del exfuncionario, sino para darle a José Ramón la oportunidad de sembrar en el Senado las dudas sobre el rector. El plan es simple, pero efectivo. José Ramón juega la carta del “escándalo” en un intento de minar la credibilidad de Dámaso, insinuando que su lealtad hacia Batarse es un acto de corrupción en sí mismo.

En esta trama, la alianza de José Ramón con los Cabeza de Vaca se vuelve más que evidente, aunque ellos se esfuercen por disimularlo. Basta recordar cómo Carlos Peña, alcalde de Reynosa y uno de los principales aliados del senador, salió en defensa de los cabecistas en el Congreso local, dejando claro de qué lado está la balanza. Todo indica que José Ramón ve en la noticia de la “exoneración “ de Batarse una oportunidad de oro para reinstaurar a su clan familiar en el poder, utilizando a su infiltrado como una especie de Judas en el templo de la educación tamaulipeca.

Es una historia vieja como el tiempo mismo: cuando alguien quiere el poder, la lealtad se convierte en un juego de espejos y cada favor tiene una intención oculta. Pero en este caso, la ambición de José Ramón va más allá de una silla; es la esperanza de restaurar un legado familiar y asegurar el futuro de su grupo en el estado. La pregunta ahora es: ¿caerán los demás en su trampa o abrirán los ojos ante el evidente infiltrado que, lejos de salvar a la UAT, la está empujando al ojo del huracán?

Sin Filtros, por Brenda Ramos En Tamaulipas, la política tiene un aire particular, como un humo que se esparce en todas las direcciones. Esta vez, el espectáculo lo protagonizan los recientes event…

Operadores que fracturanSin Filtros; por Brenda RamosEn cualquier escenario ya sea político, laboral o familiar, al jefe...
21/10/2024

Operadores que fracturan

Sin Filtros; por Brenda Ramos

En cualquier escenario ya sea político, laboral o familiar, al jefe se le llevan soluciones, no problemas. Parece una frase obvia, pero en la realidad, muchos olvidan este principio básico y en lugar de fortalecer el proyecto que dicen defender, lo erosionan desde dentro. Los que deberían ser los pilares de apoyo se convierten en fuentes de discordia, buscando asegurar su futuro personal a expensas de todo y de todos. En la actualidad, en los círculos más cercanos del poder, hay quienes ya no piensan en el presente ni en los resultados, sino en cómo asegurar su lugar en la próxima contienda. Y eso, más que un problema, es una traición.

El caso más preocupante es el de aquellos que, habiendo sido favorecidos con posiciones importantes, ahora operan con la mira puesta en el siguiente gran premio. Son figuras que, tras haber pasado por momentos difíciles, han sido respaldados con cargos de relevancia, pero ahora parecen olvidar que esos puestos se les otorgaron para servir, no para acumular poder. Lo más alarmante es que, en su ambición, están dispuestos a fracturar el equipo, a dividir a quienes deberían caminar juntos. Como si la lealtad a corto plazo fuera suficiente para asegurar el éxito a largo plazo.

En un contexto de competencia política cada vez más feroz, estos operadores comienzan a mover sus piezas para golpear a quienes ven como obstáculos, a otros posibles contendientes que, en su percepción, amenazan con arrebatarles la oportunidad de escalar posiciones.

Utilizan los recursos a su disposición, manipulan las situaciones y, con el apoyo de algunos que deberían estar velando por la unidad del equipo, inician campañas de desgaste contra sus propios compañeros.

Esto no es nuevo. En el pasado, otros líderes también enfrentaron este tipo de divisiones internas, algunas de ellas casi fatales para sus proyectos políticos. Andrés Manuel López Obrador es un claro ejemplo de alguien que, en su momento, tuvo que contener a aquellos que, habiendo caminado a su lado, intentaban dividir al movimiento para obtener más poder.

Pero AMLO, con su experiencia y astucia, no se dejó chantajear. Sabiendo que a cada uno ya se le había dado lo que merecía, mantuvo firme el rumbo y no cedió a las presiones. Esa es una lección que algunos deberían recordar: el poder no se distribuye bajo presión ni por capricho, y mucho menos por los méritos del pasado.

El verdadero liderazgo se mide en la capacidad de aportar soluciones y de mantener la estabilidad, no en la habilidad para fracturar y dividir. Hoy, lo que está en juego no es solo el futuro de operadores ambiciosos, sino el de todo un proyecto político que podría colapsar si se permite que estas ambiciones personales sigan adelante sin control.

El peligro de estas maniobras es evidente: cuando un operador es juez y parte, cuando tiene la capacidad de manipular información y decisiones, el daño que puede hacer al proyecto general es profundo. Si el líder del equipo no puede confiar en que sus operadores mantendrán la unidad, entonces, ¿qué queda? Nada más que un grupo dividido, y todos sabemos lo que sucede con las grupos divididos.

Los operadores que han recibido poder y posiciones de influencia deberían ser los primeros en proteger ese poder, en defender al equipo desde adentro, no en fracturarlo. Su lealtad no debería ser solo hacia el jefe, sino hacia todo el proyecto político.

Las banderas rojas siguen apareciendo: los líderes no pueden permitirse ceder ante aquellos que, habiendo recibido mucho, siguen exigiendo más. El futuro de los grandes proyectos no depende de cuántos favores o sacrificios se hayan hecho en el pasado, sino de cuántas soluciones se puedan aportar en el presente. La ambición personal no puede estar por encima del bien común, y los operadores que no entienden esto, son una amenaza silenciosa que podría hacer colapsar el proyecto desde adentro.

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