09/02/2024
¿En qué momento de esta generación, los padres renunciaron a su noble tarea de formación en la vida de sus hijos?
Solo tiene que ver a su alrededor, ir a una escuela secundaria; observar la conducta de un chico en preparatoria y verificar la clase de decisiones, resultado de su ínfimo nivel de moralidad de un universitario, para darse cuenta la profunda orfandad en el corazón de la mayoría de nuestros jóvenes (¡gracias a Dios por las excepciones!)
Esta es una generación sin límites, sin disciplina, sin amor genuino, sin el uso mínimo de su maravillosa inteligencia, y por lo tanto, con total escasés de sabiduría elemental para hacer la vida. Es una generación "víctima de sus hormonas", donde no saben que su cerebro es un regalo extraordinario, y viven en función de instintos, como si no fueran seres de origen divino.
¡Padres; es hora de dejar de correr hacia ninguna parte en busca de asuntos pasajeros y materiales!
Es tiempo de que alguien vea por estos seres jóvenes que caminan extraviados y que cada día se hunden más en necedades.
No, no son las escuelas, la solución, ya que ellas están allí solo para ayudarnos (en el mejor de los casos) en el desarrollo intelectual de los hijos, ¡pero nunca han de ser los responsables de la formación del carácter de los nuestros!
No, no son los gobiernos; ellos están allí ( o eso se espera) para la administración social en cuestiones de leyes y organización de oportunidades, seguridad y estado de derecho de sus ciudadanos, ¡no del cuidado moral de los hijos!
No, no es la Iglesia (¡aunque esta si debería pronunciarse al respecto!). En todo caso, ella está allí para darnos una guía espiritual de cómo hacer nuestro trabajo como padres, ¡pero nuestros hijos no son su responsabilidad directa!
¡SOMOS NOSOTROS, a quienes dio el privilegio de engendrar y dar a luz los hijos!
¡SOMOS LOS PADRES los que, en "alguna esquina" de la vida, torcimos los senderos divinos, para seguir nuestro propio y limitado camino; y sólo miremos el resultado!
¡PERO HOY, AÚN ES TIEMPO! Dejemos de culpar a otros, a las circunstancias, a nuestro trabajo, o a la falta de este, al cónyuge, al gobiernos, a la escuela, a los suegros, o a nuestros propios padres: ¡YA!
Solo detengámonos y "preguntemos por las sendas antiguas" de sabiduría celestial y entrega apasionada por los hijos en tiempo, esfuerzo y amor incondicional.
¡Dios nos ha de sorprender para bien!
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