05/06/2023
Había una vez, en un pequeño y pintoresco pueblo rodeado de bosques frondosos, una leyenda que aterrorizaba a sus habitantes. Según la historia, en noches de luna llena, una malvada bruja vagaba por las calles buscando bebés para robarles su inocencia y utilizar su energía para sus siniestros rituales.
Los rumores sobre la bruja eran escalofriantes. Se decía que tenía el poder de transformarse en una sombra negra y silenciosa, deslizándose por las rendijas de las puertas y ventanas de las casas. Su aspecto era aterrador: largos cabellos enredados, una nariz aguileña y ojos rojos como brasas ardientes.
Una noche, una joven madre llamada Isabel escuchó un ruido extraño proveniente de la habitación de su bebé. Llena de miedo, se levantó rápidamente de la cama y corrió hacia la habitación. Al abrir la puerta, su corazón se detuvo al ver a la bruja sosteniendo a su pequeño hijo en sus brazos, con una sonrisa maliciosa en su rostro arrugado.
Isabel gritó desesperadamente y la bruja, sorprendida, dejó caer al bebé y desapareció en la oscuridad de la noche. Aunque el niño estaba ileso, la madre nunca olvidaría el terror que sintió al ver a la bruja tan cerca de su hijo.
La noticia del intento de secuestro de la bruja se extendió rápidamente por el pueblo. Los habitantes decidieron unirse y protegerse mutuamente. Organizaron patrullas nocturnas para vigilar las calles y las casas, asegurándose de que nadie más tuviera que enfrentar el terror de perder a sus hijos.
Con el tiempo, la bruja se volvió cautelosa y dejó de acechar el pueblo. Se desconoce si fue expulsada por el coraje y la determinación de los habitantes o si simplemente decidió buscar otro lugar para sembrar el miedo.
Aunque la bruja nunca volvió a atacar, el recuerdo de aquella noche persistió en la memoria de los habitantes del pueblo. Cada generación transmitía la historia de la bruja que se llevaba a los bebés, recordándoles la importancia de cuidar y proteger a los más vulnerables.
Desde entonces, el pueblo vivió en paz, pero la leyenda de la bruja se convirtió en una advertencia para las futuras generaciones, recordándoles que siempre deben estar alerta y proteger a los más indefensos de los peligros que acechan en la oscuridad.