22/02/2024
Martín Norman
De mi abuelo tengo una canción "pícara",
robada de una carpa en su oído
y que yo aprendí a punta de repetirla como perico.
También tengo sus palabras y sus frases, sus chistes y remedos carperos, sus risa cascada y que me gustaba escuchar.
Tengo su generosidad dominical en forma de una brillosa moneda que me hacia sentir rico y tengo un un pequeño auto verde botella.
Tengo una maquina de afeitar, un sombrero, una chamarra elegante, el box, el beisbol, las luchas y un "chaquespiare" nunca citado.
Pero también tengo sus ausencias,
su enojo y sus arranques de ira, rompiendo las cosas que consideraba sacrílegas o dañinas,
sus insultos para con los "indios" y cualquiera que no fuera blanco mientras alababa a un señor alemán a quien yo no conocía.
Pero también tengo su presencia,
su tristeza escondida detrás del rostro amoroso para con mi abuela,
sus anécdotas chuscas o aventuradas, las cuales su mujer le reprendía escandalizada.
Y tengo la imagen de verlo menguar poco a poco hasta ser una caricatura de si mismo, postrado en una cama, sin poder comer o beber apenas.
Tengo su pelea y su derrota contra la muerte,
esa que fue tan paciente para estar años colgando del crucifijo sobre la cabecera mientras él perdía todo, primero la cordura, luego el habla.
Finalmente nos dejó, para tristeza y descanso de todos,
aunque no se fue del todo...
Ha pasado tiempo, pero a veces lo veo pasearse por el pasillo de la casa, con las manos en los bolsillos, tarareando un viejo amor, los ojos zarcos, la morenita, vigencia de talpa o mañanita, mientras se enjuga una lágrima,
a saber por qué...
Alfonso Norman
22 de febrero de 2024