23/12/2024
Emiliano Zapata en Iguala, Gro.
Apoyo al gobierno campesino guerrerense
Febrero de 1915
Para contribuir a la organización política, administrativa y militar, y resolver diversas problemáticas del gobierno de Guerrero, el general Emiliano Zapata se trasladó a Chilpancingo e Iguala en la segunda semana de febrero de 1915, luego de la recuperación de la capital en poder del carrancismo; lo acompañaba, entre otros, el principal de sus asesores, Manuel Palafox; el 8 de febrero Zapata fue recibido por el cabildo de Chilpancingo; dos días antes este cuerpo edilicio había acordado limpiar la ciudad de cadáveres humanos y de animales en descomposición, consecuencia de los combates recientes. Luego se trasladó a Iguala.
El 12, por acuerdo del Cuartel General en Iguala, Zapata autorizó nombramientos para formar una “Comisión Administrativa de minas y haciendas de beneficio del Estado de Guerrero”, con la finalidad de explotar los yacimientos que fuesen rentables, “en el concepto de que los productos de dichas explotaciones deben quedar a disposición del Gobierno Provisional de la República”, debiendo informar mensualmente.
Los comisionados quedaban autorizados para disponer de la “dinamita, cápsulas y demás herramientas que correspondan a las minas de los enemigos de la Revolución”, así como de los fondos necesarios para echar a andar los trabajos.
Este acuerdo, de que los productos de las minas y haciendas quedaran a disposición del gobierno convencionista, implicaba que dicho gobierno proporcionaría a la entidad guerrerense los recursos económicos necesarios para el sostenimiento de su administración y fuerzas revolucionarias.
En el ámbito militar, con el objetivo de darle una estructura más formal, con mayor disciplina y orden, que hiciera más eficiente el funcionamiento del Ejército Libertador del Sur, el 13 de febrero decretó un conjunto de medidas para organizar las fuerzas de infantería y de caballería en unidades tácticas que facilitaran la movilización, la concentración, las operaciones, los servicios de guarnición y otros; siguiendo el modelo de organización castrense clásico en cuanto a la estructura piramidal, pero no en cuanto a la designación de los mandos, pues estos se harían de manera horizontal y no vertical, es decir, a propuesta y consenso de oficiales y tropas.
Seguramente el Cuartel General analizó y decidió sobre la conveniencia de darle estructura militar a la configuración revolucionaria del Ejército Libertador, con el propósito de introducir orden y mejorar su operatividad; cuestión necesaria, ahora eran gobierno, no podían seguir funcionando igual.
Pero estaba la necesidad de recursos económicos para su sostenimiento; responsabilidad que asumió el gobierno de la Convención. No sería sencillo, el origen, composición, organización, operación, sustento y fines de las guerrillas surianas, no prefiguraban su conversión en un ejército profesional, de paga; había una lógica marcial y moral diferentes. No hay testimonios que indiquen que este proyecto haya funcionado, aunque sí lo intentaron.
La presencia de Zapata en Iguala fue aprovechada por jefes insurgentes, autoridades comunitarias, ciudadanos y campesinos, para hacerle peticiones de todo tipo: ayuda económica, recomendaciones, audiencias, justicia y felicitaciones.
Peticiones que normalmente recibían respuesta positiva, de solución inmediata o diferida, la gran mayoría de ellas turnadas a las autoridades militares y civiles, con sugerencias. La justicia impartida por Zapata no era individual, provenía del análisis del Cuartel General y del conjunto de asesores que lo acompañaban y ayudaban a tomar decisiones, basados principalmente en el principio de la justicia social, a favor de los pobres, y no sólo en la legalidad del antiguo régimen.
Emiliano Zapata estuvo en Iguala del 9 al 15 de febrero de 1915; fue bien recibido, especialmente por la gente pobre, que vio en él al líder poderoso y justiciero que podía ayudarle a resolver sus apuros; siete días de mucho trabajo, de atender una problemática compleja, de tratar de darle rumbo militar y político claro a la administración revolucionaria guerrerense.
Francisco Herrera Sipriano, profesor investigador INAH, Museo Regional de Guerrero. Imágenes: Tianguis de Iguala, Emiliano Zapata, Manuel Palafox y Jesús H. Salgado; fototecas AGN, INAH, AHUNAM y del libro “Sara Castrejón. Fotógrafa de la Revolución”, de Samuel Villela, INAH.