20/09/2023
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En el Territorio Chichimeca.
Los indios más famosos de todas las indias, - escribía aun no finalizado el siglo XVI un experimentado capitán español,- son los Chile, llamados Araucos. Los segundos en la Nueva España llamados Guachichiles o Chichimecos…
Dignos de ese renombre eran, en verdad estos naturales indómitos, que inspiraban tan hondas preocupaciones a los gobernantes de la Nueva España, como lo deja ver a las claras esta recomendación que respecto a ellos hacia en 1580 el virrey D. Martin Enríquez a su inmediato sucesor: - Unos indios que acá llaman Chichimecos, a los cuales se juntan otros de otras naciones, que todos quedaron por conquistar y andan alzados y revelados del servicio de Dios y de S. M., ha sido una plaga que ha dado bien que entender a estos reinos, porque éstos habitan en la tierra mas larga y fragosa que hay en él, por lo cual, entiendo que para si castigarlos se juntasen todos los españoles que hay acá, no bastarían, porque como ellos nunca tienen asiento ni lugar cierto donde los puedan hallar, sino que con sus arcos y flechas, que son las armas que usan, andan de una parte a otra, y como venados sustentándose de sólo yerbas y raíces y polvo de animales que traen en unas calabazas, saben bien huerta el cuerpo a los que suelen buscarlos, y cuando los españoles piensan dar sobre ellos, están bien lejos de allí; y ellos tienen mil astucias para buscarlos y hallar a los españoles, hasta hallarlos emboscados en pasos forzosos y caminos, y así han hecho y hacen de ordinario robos y muertes en ellos con crueldades increíbles, aunque para remediarlo se a hecho siempre lo que se a podido por mi y por las Audiencias Reales de aquí (Méjico) y de Guadalajara, comunicando algunos medios con personas graves y religiosos , y diferenciando diligencias y gastando mucho dinero, así de S. M. como de personas interesadas, que tienen por allí haciendas, y aunque harto siempre de la mía, nunca ha sido bastante ni creo ha de bastar ninguno, si S. M. no se determina a mandar que sean soldados a fuego y a sangre…
En el año de 1600, cuatro antes de morir, el jesuita Jerónimo de Mendieta nos describe lo vivido entre de los Chichimecas en los últimos 55 años atrás, aquí algunos extractos del extenso documento, y en el que nos dice...
No tienen reyes ni señores, mas entre sí mismos eligen capitanes o caudillos, grandes salteadores, con quien andan en manadas movedizas partidas en cuadrillas. Tampoco tienen ley alguna ni religión concertada, aunque adoran y reverencian al demonio, y con él comunican las cosas de la guerra, y cuando la respuesta les infunde ánimo y coraje, se determinan y aventuran, y si cobardía, dejan de dar la batalla, aunque les favorezca la ocasión, cólera y apetito y certidumbre de la victoria. Sacrificanse ante ídolos de piedra y barro, sangrándose de las orejas y otras partes del cuerpo.
Tienen estos chichimecos entre sí guerras civiles muy sangrientas, y enemistades mortales, así nuevas como antiguas, heredadas de mano en mano de sus antepasados, y estas por livianas ocasiones, porque los unos entraron en tierras de los otros o a cazar o a coger alguna fruta…
Y aunque los españoles en días pasados les tuvieron harto temor, porque llegaron a hacer saltos en pueblos no muchas leguas de México, y no han sido pocos los que han mu**to a sus manos.
Pelean desnudos, embijados o untados con matices de diferentes colores, con solo arcos medidos a su estatura labrados con pedernales, de que también son las puntas de las flechas, que miradas en si parecen frágiles y de menos preciar, porque son de caña, y puestas en sus manos no hayan reparo. Y así metidos ellos y encendidos en batalla, es cosa increíble cómo con espantable ferocidad menos precian el resto de los que se les ponen delante, aunque sean hombres armados y de caballo encubertados. La certinidad, ánimo, destreza y facilidad con que juegan esta diabólica arma, no se puede explicar. Son tan alentados, ligeros y sueltos en correr, que por maravillas los alcanza un caballo.
Eran muchos los daños que cada año hacían en los tiempos pasados, matando españoles y indios cristianos, y robando hacienda de mucho valor, por el camino de Zacatecas y de otras minas de aquella comarca, y en estancias, que hay muchas de ganado mayor…
Y uno de los otros casos, que merece señalarse, el lucrativo asalto que los Chichimecas le dieron, en 1554, a un gran convoy de más de treinta carretas y muchas acémilas, al pasar por Ojuelos, no escapando allí con bien más que una de tales carretas y pocos jinetes que le debieron su vida a la ligereza de sus caballos.
Alguna vez hasta llevaron su arrojo los salteadores, al punto de atacar algún no despreciable pueblo, como le acaeció al de Yuririapúndaro, en 1558 valiéndoles de salvación a los vecinos, que su iglesia tuviera la solidez de una fortaleza, porque en ella se refugiaron al ser sorprendidos por la furiosa arremetida.
Merced, sin embargo, a la puebla de diversos lugares, como fueron entre otros , Querétaro, Acámbaro, San Juan del Río, San Felipe, San Miguel el Grande, Lagos, Celaya, Jerez y Aguascalientes; y a la creación de una línea estratégica de presidios, o asentamientos militares, como Portezuelos, Ojuelos, Bocas, Ciénegas Grandes y Palmillas, poco a poco fue cercándoseles a los Chichimecas el terreno en que campeaban por su respetos; y agregada a tan buenas medidas la guerra sin cuartel que se les hizo bajo la conducta de capitanes duchos en sus mismas artes y que tenían en sus venas sangre indígena, como don Nicolás de San Luis Montañez, Don Fernando y Don Diego de Tapia, Don Alonso de Sosa y Miguel Caldera, llego a ponérseles en tales aprietos que por fin, en 1589, se decidió la mayor parte de ellos a capitular con el general Don Diego del Río de Loza…
En Crónica de la provincia de NSPS Francisco de Zacatecas por José de Arlegui y Antonio Gálvez publicado en el año de 1851 nos encontramos con la difícil situación que los Chichimecas viven después de que…
Sebastián de Aparicio el primero que en la Nueva España que puso novillos bajo el yugo, inventando el camino carretero entre Zacatecas y México…
Se comienza a dar por uso y costumbre de parte de los ricos y poderosos mineros blancos, el secuestro de familias enteras, eran los españoles quienes enviaban a las congregaciones, grupos de hombres armados para que por las noches rapten a todo el que pudieran, llevándolos siempre de noche, para confinarlos por siempre al trabajo forzado al interior de la mina y/o dentro de la fortificación que las circundaban.
José de Arlegui y Antonio Gálvez no hacen mención directa ni se refiere a los secuestrados como indios, pero los propietarios de las minas no se atreverían a ordenar el secuestro de españoles o de sus familiares bien que fueran criollos o mestizos.
Plano del Camino Tierra Adentro del año de 1570