06/09/2021
La cerveza durante la época colonial
Al contrario de lo que sucedió en Estados Unidos, la cerveza era una bebida rara en la Nueva España. Lo más probable es que haya hecho su aparición con los conquistadores españoles y durante los primeros años de vida colonial resultara escasa y cara, factores que la alejaron de los naturales. A pesar de que algunos barcos la traían, el líquido precisaba de cuidados específicos para que llegara en óptimas condiciones y por esta razón en las largas travesías hasta la Ciudad de México, se exigían reglas para su conservación que muy difícilmente se cumplían. Lo anterior no fue obstáculo para que algunos virreyes la tuvieran entre sus bebidas favoritas, tanto aquella, que posteriormente se produjo en México, como la que era importada.
Cuando Carlos V subió al trono español llevó consigo las tradiciones y costumbres que había adquirido en Flandes. Su padre, Felipe El Hermoso, desdeñó todo aquello que era español, lo que hirió el orgullo de sus súbditos, quienes decían de Flandes: “En ese país se honra y se glorifica más al bien beber que al bien vivir”.
En ese lugar ubicado en la Bélgica actual, el emperador había pasado su niñez y juventud. Es casi seguro que ahí iniciara su deleite por la cerveza, a la cual le fue fiel durante toda su vida. Este emperador venido del norte de Europa, “de sitios con la tradición cervecera de Artois, Lübeck, Bremen o Hamburgo”, hizo que esta bebida fuese “célebre y popular” en España. No podemos olvidar que durante el reinado de Carlos V, se consolidó y amplió la extensión de sus dominios al conquistar los imperios azteca e inca, así como fundar la ciudad de Buenos Aires en la parte sur de América. Desde ese momento las decisiones del monarca español afectaron a súbditos europeos y americanos. A pesar de haber gobernado un reino que en su mayoría hablaba español y tenía costumbres latinas, Carlos V siempre se sintió más atraído por su herencia germánica. “De sus 58 años y siete meses de vida, permaneció aproximadamente 28 años en los Países Bajos”.
La permanencia en esos lugares contribuyó al deleite de la cerveza, razón por la cual no objetó dar el permiso para que se fabricara en el Nuevo Mundo. Incluso hoy día no se olvida el gusto por esta bebida. En Bélgica se elabora, y para honrar al emperador español una de ellas fue bautizada con el nombre de Carolus V.
Durante esa época las cervezas consumidas en la Nueva España provenían principalmente de Alemania y Bélgica. Eran muy apreciadas por su alta calidad y excelente sabor. A pesar de ello Alfonso de Herrera, miembro de la expedición de Hernán Cortés y emisario ante el emperador Carlos V, solicitó el permiso para producir esta bebida en la Nueva España y se comprometió a procesarla tal como lo hacían los alemanes. Para lograr su propósito –conforme a las costumbres de la época- el solicitante obsequió valiosos regalos al emperador, por lo que obtuvo respuesta rápida y positiva. El 6 de junio de 1542 en la ciudad de Nájera el emperador suscribió la cédula que concedía a Herrera permiso para la fabricación de cerveza, con la condición de que la corona recibiera un tercio de las ganancias y el fabricante costeara el traslado de los maestros calderos y aparejos que convinieran para su funcionamiento. Asimismo, se le permitió el desarrollo de los cultivos que fueran necesarios para su industria y la importación de doscientos esclavos sin el pago de derechos para su buen funcionamiento.
Por ello Herrera puede ser considerado como el primer fabricante de cerveza novohispano y, por consiguiente, en América. Al pie de los volcanes, en la localidad de Amecameca, estableció su fábrica en la hacienda El Portal, a la que llamó Brazería. Muy posiblemente utilizó este nombre debido a la voz francesa que se utiliza para referirse a pequeños restaurantes de carácter relajado o negocios relacionados con la cerveza. Herrera decidió ese lugar por ubicarse “en una región donde no faltaba el agua por alimentarse de los arroyos de la Sierra Nevada”.
Este primer intento alcanzó un relativo éxito. La bebida elaborada tuvo gran aceptación ya que muchos opinaron que tenía un sabor agradable, mucho mejor que el del pulque. Desgraciadamente su costo la alejó de posibles compradores. Se vendía la botella en ocho reales, precio excesivo causado por la escasez de cebada y trigo. Al igual que sucedió con el pulque, la cerveza de Alfonso de Herrera fue adulterada para abaratarla. Así pues, lo único que se consiguió fue crear una bebida repulsiva que a nadie gustó. A esto se sumó la serie de iniciativas que tenían como finalidad controlar la embriaguez pública causada por el pulque.
Las autoridades no diferenciaban entre cerveza y pulque, puesto que ambas se consideraban bebidas embriagantes. Ante este escenario, Alfonso de Herrera mostró su inconformidad y levantó una queja para proteger su negocio, pero lamentablemente jamás fue escuchada.
Durante esa época se registró una alarmante escasez de vino en la ciudad de México. Antonio de Mendoza, primer virrey de México (1535-1551), intentó solucionar el problema sustituyendo esa bebida por la cerveza elaborada por Alfonso de Herrera, la cual disfrutó junto con sus colaboradores. Sin embargo, esto no la ayudó a posicionarse en el gusto de los bebedores.
En 1558, durante el gobierno del virrey Luis de Velasco, todavía con su fábrica en funcionamiento, murió Herrera, el primer fabricante cervecero en América. Curiosamente también fue el año en que murió el emperador Carlos V.
Fragmento extraído del libro Apuntes para la historia de la cerveza en México