22/09/2024
Reseña del concierto de anoche de Belafonte Sensacional en Gargantúa Espacio Cultural por Fede Aguilera
**Belafonte Sensacional: La Noche Total Regiomontana**
Desde hace un tiempo, estoy convencido de que los conciertos en espacios pequeños tienen algo especial. Son más orgánicos, impredecibles, y permiten una conexión más cercana con la banda. En lo personal, disfruto más el poder observar cada detalle del escenario, percibir cómo reacciona el público a cada canción, y sentir que hay más sustancia en cada nota.
Eso fue exactamente lo que viví en el concierto de Belafonte Sensacional la noche del 21 de septiembre en Monterrey, en el emblemático Gargantúas, un lugar que ha resistido todo tipo de adversidades, desde pandemias hasta la peculiar oscuridad de la zona donde se encuentra. Belafonte había tocado un día antes en San Luis Potosí, esa noche en Monterrey, y al día siguiente en Saltillo, en una gira autofinanciada. Viajaban por su cuenta, cubriendo sus propios gastos y confiando en que el público respondiera para no terminar en números rojos, una misión arriesgada para darse a conocer en estas tierras cálidas, áridas, y algo escépticas ante proyectos que se salen de los circuitos comerciales y festivaleros.
Montar una gira de este tipo requiere confiar en que la audiencia indicada se entere del evento, y aún más, que venza la pereza o cualquier otro compromiso que le impida asistir. Pero ellos, con sus instrumentos al hombro, se lanzaron a la aventura. Lo hicieron por el punk. La noche la abrió Bluez Marentes, proyecto de la escena local regia, quien, con guitarra acústica al hombre y su potente voz, capturo la atención del público, que escuchaba sus interpretaciones y comentarios al finalizar cada tema. Samantha conto anécdotas de sus canciones, sacando risas generales, en especial cuando relato la historia que involucraba un episodio de amor con un cholo.
El patio del Gargantúas es pequeño, y esa noche estaba casi lleno, con unas 70 u 80 personas reunidas para ver a Belafonte Sensacional, con Israel Ramírez al frente y siete músicos más. La banda es ecléctica por naturaleza. En una misma noche, vimos a Israel hacer un cover de "Árboles de la Barranca" en versión balada slow down, vistiendo una camisa de Transmetal, y luego romper con temas punk estridentes.
El público, aunque atento, se mantenía contenido. No hubo gritos descontrolados ni histeria colectiva, salvo al final cuando tocaron sus temas más emblemáticos. Durante la primera parte del recital, al término de cada canción, solo se escuchaba uno que otro grito suelto o aplausos moderados. A veces, el silencio predominaba, pero las miradas siempre estaban puestas en el escenario.
Había visto a Israel en un par de ocasiones en formato acústico, pero verlo acompañado de la banda completa fue una experiencia totalmente distinta. La trompeta, el bajo, el sintetizador, las percusiones y la armónica dan una fuerza especial a las canciones. Las visten, las llenan de matices. Como cantaba Cecilia Toussaint, tiran directo al corazón.
No hubo mucho diálogo entre Israel y el público. Su conexión fue más física que verbal, expresada en su dinamismo sobre el escenario, sus movimientos a lo Ian Curtis y su entrega total. La audiencia respondió con mayor emoción cuando tocaron las canciones del álbum *Soy Piedra*, editado en 2019 y aclamado por la crítica especializada.
Antes de cerrar, hubo un set acústico con temas como "Torreón" y "Las Distancias", bajando un poco la intensidad antes de regresar con todo para el gran final. El clímax llegó cuando interpretaron “Hay hormigas en el baño, John” y “Lo hice por el punk”. La gente bailó, cantó y gritó. Fue un cierre poderoso para un concierto que quedará en la memoria de los presentes.
Con el paso de los años, seguramente alguien en el patio del Gargantúas, con una Carta Blanca en la mano, presumirá que estuvo allí, en aquella noche mágica en que Belafonte Sensacional tocó con banda completa.