El primer número de Proceso se publicó el 6 de noviembre de 1976 luego de que un grupo de periodistas encabezados por Julio Scherer García (1926-2015) se organizara tras su salida del periódico Excélsior –provocada por un golpe injerencista del presidente Luis Echeverría en la cooperativa del diario– para darle cuerpo y sentido a un proyecto que hoy en día sigue destacándose por su independencia, por su periodismo crítico y sin concesiones.
Inequívoca fue y sigue siendo la misión de Proceso desde entonces, tal como quedó definido en el editorial del ejemplar número 1: “Este semanario nace de la contradicción entre el afán de someter a los escritores públicos y la decisión de éstos de ejercer su libertad, su dignidad… [Pero] Proceso no sirve sólo al propósito –que en sí mismo resulta menor– de dar voz a un grupo de trabajadores del periodismo. La tarea real de Proceso trasciende a los periodistas que lo hacen, en la medida en que asuman su compromiso con su tiempo y con su país”.
La primera portada de la revista anunciaba los siguientes trabajos: “El sexenio: las palabras y los hechos”, una revisión del sexenio de Echeverría; “Cosío Villegas: Memorias de un disidente”, un adelanto de los testimonios de quien fuera colaborador del Excélsior de Scherer y cuya crítica acérrima precipitó la censura por parte del gobierno federal, y “Libre expresión: de Excélsior a Proceso”, un relato de los acontecimientos que dieron lugar a la ceración del semanario.
Acotar la libertad de expresión, acallar las voces críticas, ha sido una de las principales tentaciones del poder político, llevadas a la práctica en infinidad de casos en distintas regiones del país.
Sobrevivir a este silencio generalizado, que casi cubrió a la nación entera en la década de los años setenta, no fue una tarea fácil para Proceso. El golpe al Excélsior de Scherer fue sin duda el evento catalizador que inauguró la abierta confrontación entre el poder y un creciente reclamo de libertad de expresión. Pero el trayecto del golpe del 8 de julio al nacimiento del semanario el 6 de noviembre fue complejo. Una fecha clave entre estos dos hitos decidió la suerte del grupo de periodistas y preparó el terreno para el nacimiento de Proceso: el 19 de julio de 1976.
La tarde de ese día, Miguel Ángel Granados Chapa (1941-2011) leyó un discurso en el Hotel María Isabel para anunciar y poner a la venta acciones de dos nuevos proyectos: una agencia de noticias –Comunicación e Información, S.A. de C.V. (CISA) – y una revista semanal, aún sin nombre pero con un claro objetivo periodístico.
Los futuros lectores del Proceso embrionario podrían adquirir una fracción de la empresa por 500 pesos. Samuel I. del Villar –quien sería tesorero del consejo de administración– acudió preparado con cientos de copias mimeografiadas del formulario a llenar para la venta de acciones. El salón Del Ángel del María Isabel, relató Vicente Leñero (1933-2014), tenía un cupo para mil personas, y aunque algunos temían no llenarlo, he aquí lo que ocurrió:
“Fue un tumulto, impresionante avalancha de gente gente gente aguardando con impaciencia los elevadores, subiendo y arremolinándose en la entrada, llegando al final hasta el salón que sesenta minutos después de las seis de la tarde no daba cupo a más amigos, simpatizantes, lectores y suscriptores del Excélsior de Julio Scherer. Caras conocidas y desconocidas; profesionistas, intelectuales, estudiantes, artistas entrando, saludando de lejos y de cerca, buscando dónde y quién reparte ese cuadernito con la crónica, abriendo una brecha en el tumulto para abrazar a don Julio y a don Hero [Rodríguez Toro] y decirles estamos con ustedes ahora y para lo que emprendan…”
En su discurso ante más de dos mil personas, Granados Chapa anunció la creación de “un gran semanario de información, interpretación y análisis, en fórmula inexistente hasta ahora en nuestro país”. Explicó:
“Así, sobre la base de mayor autonomía y mayor compromiso, en lo que es una paradoja sólo aparente, este grupo de periodistas y escritores de ciudadanos libres preocupados por mantener y ampliar un foro de expresión democrática, plural, responsable, se apresta a defender nuevamente no su propio derecho a la palabra y ni siquiera el más elemental de sobrevivir ejerciendo la vocación que les ha ganado, sino el derecho de los mexicanos a la información y al análisis veraz, crítico e independiente…”
Muchos años después, en su libro Los patriotas. De Tlatelolco a la guerra sucia, Scherer documentó la vigilancia a la que fue sometido el nuevo semanario por los servicios de inteligencia del país ante la expectativa de su primer número:
“Desde su origen, Proceso fue vigilado. El 3 de noviembre de 1976 el subsecretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios, recibió el siguiente memorándum de la Dirección Federal de Seguridad: ‘La revista ‘Proceso’ saldrá a la luz pública el próximo día 6 del presente mes y es dirigida por Julio Scherer García. Dicha revista saldrá semanalmente.”
Sólo a través del público y amigos del grupo de periodistas fue posible mantener el proyecto en pie. El 25 y 26 de septiembre, Raquel Tibol (1923-2015) –quien durante más de tres décadas hizo crítica de arte en el semanario– logró reunir para una subasta una cantidad de pinturas donadas por artistas que aceptaron cambiar las ganancias obtenidas por acciones para el naciente semanario.
El equipo fundador quedó definido ese 19 de junio: Julio Scherer García, director general; director gerente, Miguel Ángel Granados Chapa; editores: Vicente Leñero y Miguel López Azuara; coordinadores: María de Jesús García, Carlos Marín y Rafael Rodríguez Castañeda. El cuerpo de redacción quedó integrado por reporteros salidos del Excélsior.
El 6 de noviembre, pese a las amenazas y con más de 12 diarios del interior del país publicando desde agosto noticias de la nueva agencia CISA, circularon los 100 mil ejemplares del primer número de Proceso. Escribe Leñero:
“Era un éxito. Nos felicitaban. Recibíamos quejas: en el sur de la ciudad no se encuentran ejemplares ni de chiste; se acabaron muy temprano al parecer, dicen que algunos puesteros los están acaparando y vendiendo a quince y a veinte pesos, en lugar de diez. A las oficinas de Fresas llegaban voceadores a pedir más ejemplares y a quejarse de su despachador que sólo les entregó diez, quince revistas, y tenían pedido por treinta y hasta cuarenta. Nada podíamos hacer porque nuestra dotación se agotó muy temprano. Era un éxito.”
El editorial del primer número advertía: “Esta publicación surge, entre dificultades remontadas penosamente, al calor de la lucha por la libertad de expresión, lucha perenne entre la prensa que busca ser responsable y el poder que no se ciñe a la legitimidad”.
Propuesto por Enrique Maza, el nombre del semanario quedaba inequívocamente explicado en el mismo artículo fundacional: “Proceso de los hechos, proceso a los hechos y a sus protagonistas: estas son las líneas de acción de nuestro semanario…”
Así nacimos al periodismo nacional y a nuestros lectores…