01/11/2024
Ofrenda IFTIM
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Como comunidad-IFTIM nos hemos reunido y nos hemos encontrado con la intención de hacer una memoria agradecida y celebrativa por todas aquellas personas que nos han precedido, que nos han guiado, que nos han orientado, que nos han enseñado el camino y una manera diferente de hacer teología, pero, sobre todo, de hacer comunidad.
La Ofrenda de este año 2024, la queremos dedicar y compartir por todos los maestros, amigos o mejor dicho hermanos que ya nos están físicamente entre nosotros, pero que su memoria sigue siendo significativa en este lugar; rostros concretos que en cada salón de clase se entregaron, se compartieron por medio de sus conocimientos y aún más por su experiencia de Dios; que en los pasillos y en otros espacios compartieron el café con más de alguno de nosotros; con quienes tuvimos la oportunidad de compartirnos más de cerca para recibir una luz, una palabra, una esperanza y hasta una llamada de atención: a todos ellos queremos hacer presentes en este día
como comunidad IFTIM.
Entre los nombres más significativos me permito mencionar: José Torres, Jorge Dominguez, Bárbara Andrade, Manuel Anaut, Benjamín Bravo, Gustavo Gutiérrez, entre otros. Cada hermano que ha pasado por este lugar con su forma tan particular de ser, ha enriquecido con su vida, sabiduría y experiencia, la vida y experiencia otros; hombres y mujeres que no se han guardado para sí mismo, sino que al estilo de Jesús se ha compartido con sus gestos, palabras y actitudes, para hacernos pasar de la desesperanza a la esperanza, de la muerte a la vida, de la oscuridad a la luz, de la ignorancia al saber, de la violencia a la paz, de la incomprensión al perdón y del caos
al orden.
Nuestra ofrenda no solo quiere significar gratitud por todos ellos, ni mucho menos por lo que hicieron, sino por su ser de personas comprometidas, fieles, dedicadas y apasionadas con el Evangelio, con la misión de la enseña y el compartir de la vida junto a tantas personas que hoy siguen haciendo de este lugar un espacio de fraternidad, de encuentro, de transformación y humanización para México y muchos otros países. También nuestra Ofrenda es un reconocer su valentía, sus miedos, sus cansancios, sus luchas, sus desvelos, sus crisis, sus experiencias de dolor, de fragilidad y temor que les hicieron permanecer hasta el final. Reconocer que a pesar y gracias a las adversidades no se dieron por vencidos, se mantuvieron de pie, buscando alternativas para sacar adelante los retos y desafíos que venían tanto del exterior como el interior.
Que, a través de este gesto, de esta ofrenda que hoy dedicamos a quienes nos han precedido y enseñando tanto, nos experimentemos motivados y comprometidos con este lugar que es nuestra casa, nuestro espacio, dónde más que aprender a reflexionar sobre teología, aprendamos a hacer comunidad y a hacer presente el Reino de Dios.