12/06/2024
CHÁVELA Y FRIDA.
Hablar de Chávela Vargas es hacer referencia a una de las voces más influyentes de la canción de Latinoamérica. Nació en Costa Rica, pero se nacionalizó mexicana porque decía que los mexicanos nacen donde les da su rechingada gana. Si bien su estilo siempre se inclinó por el bolero y la canción ranchera “La Chamana” o “La Vargas” como le gustaba que le dijeran, internacionalizó su voz y su mensaje. Pero de la “ranchera festiva” eliminó todo vestigio de alegría, prescindió de la figura del mariachi y empezó a cantar “desde sus entrañas”. Así nacen joyas musicales como “La llorona”, “Luz de luna” y “Paloma negra”, entre tantas otras.
De actitud desafiante y rebelde, vivió con Frida Khalo y Diego Rivera, fue amiga de Juan Rulfo, de Jose Alfredo, para andar con esas amistades había que ser devota amante del tequila. “Muchos dicen que mi padrino artístico fue José Alfredo Jiménez, y eso no es así. Yo le conocí en una cantina, y cuando me lo presentaron le dije: 'Yo no vengo a ver si puedo, sino que porque puedo vengo, señor'. A él, eso le gustó mucho, y me dijo: 'Pues así es como me gustan las mujeres'. Luego nos hicimos compañeros, grandes amigos, y nos íbamos a las cantinas a cantar y a tomar. Llegábamos un sábado y nos íbamos el lunes".
Recién pasados los 80 años pudo reconocer abiertamente que era lesbiana. Hoy es reivindicada por la diversidad sexual y por el movimiento feminista. Chavela Vargas nunca escondió su lesbianismo. Por el contrario, la noche que conoció a Frida Kahlo, no tuvo empacho en hacerle saber que estaba interesada en ella.
Fue un deslumbramiento al verle la cara, los ojos”, narró décadas después Chavela Vargas sobre su primer encuentro con Frida Kahlo. En el documental que lleva su nombre, Chavela (2017), la mujer asegura que la pintora “no era un ser de este mundo “:
“Sus cejas juntas eran una golondrina en pleno vuelo. Sin tener todavía la madurez de la mujer en mí, pues era muy niña, presentí que podía amar a ese ser con el amor más entregado del mundo, el amor más atado del mundo”.
Antes de morir Chávela Vargas, contó con detalle cómo fue que ella y Frida se conocieron durante una de las tantas fiestas que se hacían en la casa de la pintora donde se reunían las personalidades más famosas del mundo del arte y del espectáculo.
"Me invitó un amigo pintor. Me dijo: 'Esta noche hay fiesta en casa de Frida. ¿Vamos?' Fui y el ambiente era de mucha gente. Pasó la noche, cantamos, bailó todo mundo, entequilados todos", narra en el documental “Chavela.”
" Aunque Chavela dice haber destruido todas las cartas de amor que recibió de Kahlo, existe una que la pintora dedicó a Carlos Pellicer en la que expresó su sentir tras conocer a la cantante, de quien dijo haberse sentido atraída desde un primer momento.
"Hoy conocí a Chavela Vargas. Extraordinaria, lesbiana, es más, se me antojó eróticamente. No sé si ella sintió lo que yo. Pero creo que es una mujer lo bastante liberal, que si me lo pide, no dudaría un segundo en desnudarme ante ella. ¿Cuántas veces no se te antoja un acostón y ya? Ella repito, es erótica. ¿Acaso es un regalo que el cielo me envía?", escribió Kahlo.
Chavela narra que después de conocerse, se fue a vivir un tiempo a La Casa Azul junto a Frida y Diego Rivera, donde narra haberse sentido muy feliz y enamorada, así como amada por parte de Kahlo.
"Me enseñó muchas cosas y aprendí mucho Sin presumir de nada, agarré el cielo con las manos, con cada palabra, cada mañana", dijo. Vargas confesó no haber soportado mucho tiempo el compartir el amor de la pintora con Diego Rivera y que un día simplemente decidió abandonarla
"Mis palabras posiblemente la hirieron mucho cuando le dije que me iba y ella me dijo: 'Lo sé. Es imposible atarte a ninguna vida de nadie. No te puedo atar a mis muletas ni a mi cama. Vete,' Y un día abrí la puerta y no volví", relató Vargas.
Antes de ser Chavela Vargas, tuvo mil oficios en México. Fue cocinera, camarera, cuidó niños, condujo automóviles de familias adineradas, entre tantas otras actividades que la ayudaron a subsistir. Ella misma contó, en varias entrevistas, que “vivía en una azotea de un edificio, bañándome en el baño de las criadas, vendía cositas y cantaba. Una señora me prestó un coche y pusimos una agencia de criadas, y yo, en el cochecito, llevaba a las muchachas a las casas y ganaba dos pesos por cada una”. Más tarde, llegaría el inesperado éxito con “Macorina”, una canción de rebeldía del siglo XVII que ella interpretó con sus propios arreglos y ahí ..... al cielo