Julián Vences Cronista

Julián Vences Cronista Hacemos lo posible con tal de que nuestros relatos, narraciones, entrevistas, crónicas y demás agr
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¿ESTIAJE CA...ÓN?Hoy tomé tres fotos en la orilla del Río Apatlaco donde el cauce hace curva al pasar por La Perseveranc...
24/04/2024

¿ESTIAJE CA...ÓN?
Hoy tomé tres fotos en la orilla del Río Apatlaco donde el cauce hace curva al pasar por La Perseverancia. Me llamó la atención que las rocas volcánicas estén visibles. ¿A ese nivel baja cada año el agua del río? Algo me dice que no, porque tengo varios año caminando en esta unidad deportiva y por lo menos, aunque leve, escuchaba el murmullo de la corriente y hoy no se escuha nada, es más, da la impresión de que la apacible agua enmudeció, como si se hubierea estancando. No recuerdo haber mirado esas rocas, pero, en fin, ojalá uno de esos pescadores que incursionan pueda dar claridad al respecto.
En el desde donde tomé la foto encontré lo que creo es una cabeza de bagre´de buen tamaño, lo cual indica que en esas turbias aguas aún hay vida, que los peces se han adaptado. De que el río tiene peces lo prueban las garzas que ahí pescan.

GRATA EXPERIENCIA LEER AL JOJUTLENSE VENCES VUHArqueóloga Berenice García VázquezSu bien lograda fijación en el horizont...
25/07/2023

GRATA EXPERIENCIA LEER AL JOJUTLENSE VENCES VUH
Arqueóloga Berenice García Vázquez
Su bien lograda fijación en el horizonte mesoamericano me ha devuelto la fe en reivindicar la riqueza de nuestro pasado indígena.
Hace algunos años en la Escuela Nacional de Antropología e Historia se discutía sobre las nuevas maneras de proteger el patrimonio, además de la legislación, para erradicar el saqueo y al mismo tiempo fomentar la conservación, restauración y preservación de nuestra herencia cultural.
Nuestro maestro Manuel Gándara Vázquez, otro notable morelense, nos comentaba:
—¿Cómo se va a proteger algo que no se conoce? Para lograr esa protección hay que llegar a los sentidos del espectador, hacérselo atractivo, que sienta la necesidad de posterizar el patrimonio. Recurramos al poderoso e infalible recurso de la retórica, esa retórica que sea estructurada de forma inteligente y logre incitarnos a conocer más de nuestro pasado prehispánico, en donde la imaginación esté sedienta de preguntas y buscando respuestas, nos conduzca a encontrar nuestra identidad.
¡Qué maravilla! Después algunos años estoy palpando lo mencionado por el catedrático Manuel Gándara. Es un orgullo que un escritor jojutlense se haya documentado, asumido riesgos y se atreviera a relatarnos, desde su imaginario, historias bien construidas basadas en datos etnohistóricos, arqueológicos y lingüísticos. Es evidente que investigó.
Leer a Vences Vuh me recuerda esa leyenda mexica de la creación del sol y la luna que leí en la primaria y que me dejó con ganas de saber más.
La obra de Vences Vuh además de satisfacer la sed de conocimiento por lo prehispánico, nos provoca la necesidad de conocer más a fondo el modo de vida de las sociedades mesoamericanas.
El valor de la obra de Vences Vuh radica en utilizar estas aproximaciones de la realidad para su enfoque literario que, sin duda, está destinado a marcar precedentes y de formar parte de aquellos y aquellas que se atrevieron a contar historias ambientadas en torno a hechos históricos.
Deseo éxito a Vences Vuh. Espero que la parte educativa de sus obras sea valorada por los profesores y la utilicen en las aulas. Eso coadyuvaría a preservar nuestro patrimonio y a valorar nuestra identidad.
Pasta landa: $200.oo
Pasta dura: $250.oo
WhatsApp: 734 141 2647
o Librería Aries de Jojutla (Constitución del 57 confluencia con Santos Degollado).

Pbro. MAURICIO CLEMMONS, A 25 AÑOS DE FALLECIDO08/03/1932, Glendive, Montana * 12/03/1996, Santa Ana, California.Lo cono...
05/03/2021

Pbro. MAURICIO CLEMMONS, A 25 AÑOS DE FALLECIDO
08/03/1932, Glendive, Montana * 12/03/1996, Santa Ana, California.

Lo conocí en febrero de 1966, el día que ingresé al seminario; el obispo Sergio Méndez Arceo lo había nombrado director espiritual del seminario San José, instalado en la confortable quinta “El Ciruelo”: frontón techado con tableros de basquetbol, alberca, dos espaciosos jardines, formidable biblioteca y elevada azotea mirador que permitía apreciar gran parte del valle morelense; yo disfrutaba todo lo anterior, sin embargo, el rincón o refugio preferido era el cuarto del padre Mauricio que, por lo regular, mantenía puertas abiertas.
Rápidamente, una docena de chamacos de entre trece y catorce años nos volvimos consentidos del fornido cura de 34 años, y cuando eso sucedió, los mocosos ya sabíamos ¿quién era él?:
Fue monje benedictino en la abadía de Mount Angel, Oregon, estudió teología en el seminario jesuita de Montezuma, Nuevo México. En 1955 vino de vacaciones y se enamoró de Cuernavaca, don Sergio lo ordenó sacerdote un memorable 28 de octubre de 1959, el día que se consagró la renovada catedral y se cumplían 25 años de la ordenación sacerdotal del obispo Méndez Arceo; dos días después, a las diez de la mañana, celebró su primera misa en la Basílica de Guadalupe. Los últimos tres años, en préstamo, fue director espiritual del seminario de Ciudad Juárez, de la naciente diócesis presidida por don Manuel Talamás Camandari. Por mediación de Mauricio, Miguel Ruiz Chaparro fue el primer seminarista admitido en Mount Angel (6 de noviembre de 1959) y al año siguiente, no solo recomendó a Luis Rodríguez, Enrique Morfín y Sabino Sardineta, sino que los llevó en su automóvil. Mauricio alguna incumbencia había desplegado en dos extrañas decisiones obispales: primera, ceder a los benedictinos de Oregon un vasto terreno de Ahuatepec donde edificarían un monasterio, y, segunda, nombrar rector del seminario al monje benedictino Ambrosio Zenner, asunto que desconcertó a varios sacerdotes morelenses, pues don Sergio, desde su llegada, hacía catorce años, nunca había soltado la rectoría.
En el acogedor recinto del padre Mauricio yo me tumbaba en su antigua y labrada mecedora de madera, herencia de varias generaciones; escuchaba gozoso su formidable y selecta colección de acetatos; la única condición por él fijada era no rayarlos. Deliciosas horas invertí en alimentar mi oído con Peter, Paul & Mary, Bob Dylan, Joan Báez, Herb Alpert y sus Tijuana Brass, Engelbert Humperdinck, Los Venturosos, Simon & Garfunkel, Paul Muriat y los álbumes de los Beattles: “Revólver” y “Submarino amarillo”.
Conservo frescas dos reconfortantes orientaciones de él; la primera, cuando sucumbí a la tentación de imitar a Onán y me carcomía el sentimiento de culpa: “No te angusties ni te tortures, por fortuna existen las poluciones nocturnas, un maravilloso medio dispuesto por el creador”, me explicó; la segunda, a raíz del abuso y amenazas que sufrí de un seminarista mayor: “No tengas miedo, no te volverá a molestar, pronto se largarán él y su cómplice, uno de los cocineros”. Y sí, los corrieron.
Un día, en asamblea, nos explicó: “Al retiro espiritual del año pasado traje un gran conferencista, pero a muchos les aburrió e incluso cabecearon; no quiero que vuelva a suceder. En mi cabeza ronda una preocupación: los más de ustedes ingresaron muy pequeños y desconocen muchas cosas del mundo de allá afuera; la mayoría no se ordenarán, no es mi deseo, pero es una triste realidad. Quiero que quienes salgan vayan con los ojos abiertos y nadie los sorprenda; también pretendo que quienes se ordenen sepan a qué clase de Iglesia servirán y conozcan cómo vive el pueblo con el que ejercerán su apostolado. Formaremos equipos con un tema a exponer, les proporcionaré bibliografía. Yo expondré al último”.
Todos, sin chistar, aprobamos su propuesta. El gran pizarrón quedó tapizado con dos columnas: la izquierda, integrantes de cada equipo; la derecha, temas a tratar: celibato, eutanasia, homosexualidad, aparatos reproductivos femeninos y masculinos, noviazgo, matrimonio, embarazo, ab**to, enfermedades venéreas, métodos anticonceptivos, alcoholismo, drogadicción.
Singular retiro espiritual. Ninguno cabeceó. Claro, también hubo espacio para orar, meditar, rezar con devoción el rosario y celebrar la eucaristía con fervor y enfático entusiasmo.
El penúltimo día Mauricio nos cimbró con su exposición: “Las finanzas del Vaticano”. Cada dato revelador por él soltado provocaba que nos miráramos los unos a los otros con ojos desorbitados. ¡Órales!, exclamábamos unos; otros sacudían y chocaban dedos de la mano derecha en señal de mayúscula sorpresa, al saber que existía un llamado Banco del Espíritu Santo y que la mafia siciliana y masónica P2, a través Michelle Sindona estaba infiltrada en el Banco Ambrosiano o Vaticano y que este poseía acciones en empresas fabricantes de armas o farmacéuticas hacedoras de píldoras anticonceptivas y pr*********os. Mauricio esgrimía, a la vista de todos, su principal fuente de información: la revista “Sucesos”.
La mañana del último día de retiro Mauricio nos leyó Marcos 6, 7 a 9: "Llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus malos. Les ordenó que no llevaran nada para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni morral, ni dinero; que llevaran calzado corriente y un solo manto”. Después informó que recorreríamos los barrios más pobres, sin presentarnos como seminaristas, que platicáramos con la gente y constatáramos cómo vivían, cuáles sus necesidades y problemas. En su Opel nos fue dispersando en parejas. Reunidos por la noche narramos cómo nos había ido.
Todavía no concluía el retiro cuando ya estaba apersonado en el obispado un rajón de acento gr**go: “Está pervirtiendo a los seminaristas”. De inmediato don Sergio citó a Mauricio. Molesto, Mauricio alegó que todo se aclarara en presencia de los seminaristas. Y así fue.
La noche siguiente apareció don Sergio. Ya congregados, Mauricio tomó la iniciativa:
“Anoche fueron a acusarme de que los estoy pervirtiendo...”
“Padre, cállese y siéntese”, ordenó el obispo.
“Ahora me van a oír, sabrán quien pervierte a quien…”
“Que se calle”, gritó el obispo y pegó un manotazo en la mesa.
Para mí, lo del singular retiro fue la gota que derramó el vaso. Poco después Mauricio nos convocó a su cuarto a los ya no tan escuincles consentidos. El desenlace fue terrible. En un arrebato, dio al traste con diez años de sacerdocio.
“Me voy. Cada uno de ustedes tome lo que quiera”. Yo escogí su sotana blanca abotonada, me encantaba; en el seminario de Tlalpan me la robó quien ojalá nunca hayan ordenado sacerdote.
Foto 1: Mauricio consagra la hostia en el seminario de Ciudad Juárez. Foto 2: Eduardo Olvera Zepeda nos comparte esta imagen con un breve texto: “El padre Mauricio diseñó el recuerdo de la Primera Recepción de Sotana que hubo en el Seminario de Cd. Juárez, en ambos dibujos se aprecian las iniciales MC”. Foto 3: Mauricio con varios seminarista en la quinta El Ciruelo, yo abajo a la izquierda. Foto 4: El padre Mauricio concelebró con don Sergio en la graduación de alumnos del Colegio Cristóbal Colón. El alumno es Francisco (Paco) Rodríguez Ocampo y de acólito el ahora padre José Luis Calvillo. Foto 5: 1969: El regreso del padre Mauricio a Estados Unidos.

LISTA LA NOVELA HISTÓRICA ESCRITAPOR EL JOJUTLENSE VENCES VUHAl asumir el trono en 1502, Moctezuma Xocoyotzin es, sin du...
15/02/2021

LISTA LA NOVELA HISTÓRICA ESCRITA
POR EL JOJUTLENSE VENCES VUH
Al asumir el trono en 1502, Moctezuma Xocoyotzin es, sin duda, el hombre más poderoso de Mesoamérica. Durante su periodo la fama de México-Tenochtitlan ya se conoce en todos los pueblos; tanto que sus historias se escuchan en los límites septentrionales del mundo civilizado, donde sus habitantes oscilan entre las costumbres nómadas y sedentarias. Es aquí donde un talentoso artesano chichimeca acepta la oferta de trabajar para el mismísimo tlatoani mexica. Para hacerlo, tendrá que mudarse a la ciudad vecina de Tlatelolco. Cumplir este sueño lo llevará a confrontarse con su naturaleza y también lo hará cuestionar el mundo en el que vive.
Disponible en formato electrónico en la siguiente liga:
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EN RECUERDO DE LA EDUCADORA CONCEPCIÓN (CONCHITA) MOLINA GARDUÑOPor Carmen ArreguinEl 18 de octubre de 1925 nace en la c...
21/01/2021

EN RECUERDO DE LA EDUCADORA CONCEPCIÓN (CONCHITA) MOLINA GARDUÑO
Por Carmen Arreguin
El 18 de octubre de 1925 nace en la ciudad de Jojutla, Morelos la educadora Concepción Molina Garduño, mejor conocida como Conchita, hija de Valentín Molina, músico de profesión y Antonia Garduño, de cariño: Tonchita.
Estudió la primaria en la escuela Juan Jacobo Rousseau, fue de las primeras matriculadas de la “Escuela Secundaria Nocturna Cuauhtemoc” y de la ‘Preparatoria Nocturna Benito Juárez”. Estudió para Secretaria en la “Academia Pitman” y en la Normal Superior, en turno sabatino en Cuernavaca. Obtuvo su título frente a los sinodales Esther Galván, Alicia Velázquez y Guadalupe Bahena, monjas y maestros del Colegio Morelos se dieron cita a este importante evento. Ella y su hermana María del Carmen obtuvieron el Título de “MAESTRAS EN EDUCACION PREESCOLAR”.
Fue afanadora, niñera, trabajó como secretaria en el Ingenio de Zacatepec, Morelos, pianista y directora del jardín de niños Leona Vicario. Junto a otras educadoras formaron un coro y en las fiestas navideñas cantaban Villancicos, alegrando la misa de gallo para recibir al Niño Jesús; el monumental Nacimiento que ponía en la casa materna (Zayas Enríquez # 503) era visitado y admirado por los jojutlenses.
La caracterizaba su peculiar sonrisa y su alegría. Admirada por su forma de enfrentar la vida y sus problemas, fue la segunda de 8 hermanos: Nabor, María Concepción, Esteban, los gemelos Juan y Sixto, Flavio, María del Carmen y Lucia Guillermina.
Desde muy joven hizo frente a la vida ya que, al morir su padre, don Valentín, tuvo que trabajar, estudiar y mantener a sus hermanos y sacarlos adelante. Siempre le importó más su familia que su propia persona.
De quienes la conocieron y la recuerdan solo se escuchan muestras de cariño y agradecimiento por todo el bien social que hizo y que dejó como huella y legado en esta vida.
Falleció en casa el 5 de marzo de 2010. Su luz nunca se apagará. Su recuerdo seguirá vigente por la eternidad.
Foto 1: Al terminar la Preparatoria, en las primeras generaciones
De izquierda a derecha:
1.- Conchita Molina
2.- lidia cabrera
3.- El director José María Sepúlveda
4.- Carmen Molina (Mi mamá)
5.- Eusebia Ramos.
6.- Napoleón Espinoza
Foto 2: Al graduarse como educadora.
Foto 3: En su jubilación, con el secretario de educación en el estado: José Luis Bolaños Cacho.

ALFONSO AGUILAR REYNOSO “EL MÚSCULO”Octubre 30 de 1932 * Enero 25 de 1989Concepción Aguilar:“Por tan flaco y porque la g...
04/11/2020

ALFONSO AGUILAR REYNOSO “EL MÚSCULO”
Octubre 30 de 1932 * Enero 25 de 1989

Concepción Aguilar:
“Por tan flaco y porque la gente es irónica, me llaman El Músculo”, nos dijo un día.
Contaba que sus padres le habían dicho que nació en el bello Estado de Campeche, no lo sabemos a ciencia cierta porque no tuvo Acta de Nacimiento. Sobre su origen recordaba vagamente que habían llegado en barco al Puerto de Veracruz, cargando una maleta antigua con sellos de Belice e Islas Canarias. Probablemente fue uno de los niños huérfanos rescatados de España (Niños de Morelia) durante la guerra civil y asilados por el presidente Lázaro Cárdenas.
Hijo único de María Concepción Reynoso, de la Ciudad de México y del zacatecano Francisco Aguilar Castillo, no conoció algún otro familiar, solo decía que tenía dos primos, uno en Celaya, Guanajuato y que el otro tenía un circo y atracciones de feria y que éste, en una carta le comentó que haría una gira por EUA y después ya no supo de él.
Mi abuelito fue militar y viajaban de un lugar a otro, hasta que lo adscribieron a Guardias Presidenciales, en Palacio Nacional, en cuyos corredores, siendo niño, jugó mi padre con hijos de empleados y políticos de esa época.
Ya retirado de la vida militar, mi abuelito y su familia vinieron a cuidar la finca “La Rivera” en Tehuixtla. Un día viajaron a Jojutla, a comprar algunas cosas, le gustó tanto a mi abuelito, que decidió mudarse aquí, en la bella Jojutla.
Mi abuelita “Doña Conchita”, como cariñosamente le decían, para ayudar con los gastos, puso un puesto de tostadas y tacos en la banqueta de la calle Constitución del 57, a un lado de donde después estuvo Elektra, en aquel entonces era un acceso al Parque de la Fuente de “Las Ranitas”. Los sabrosos antojitos de mi abuelita se hicieron muy famosos, venían a degustarlos personajes como David Silva, Cantinflas, Chachita con su papá y otros más que tenían casas de descanso en Tehuixtla y Tequesquitengo.
Mi abuelito Francisco también fue músico y formó parte de la Banda Municipal.
Mi padre y mis abuelos vivían en la vecindad que estaba en la calle Juárez esquina con Morelos, cerca de la capilla del Barrio de Nexpa. En esa vecindad vivían don Juan Moyado y su esposa Irene Toledo con su hija Mercedes Hernández Toledo y su nieta Filadelfa Sánchez Hernández, quienes vinieron de Poloncingo, Guerrero. Doña Irene también vendía comida y hacía costuras.
Desafortunadamente muere mi abuelito y mi padre queda huérfano a los trece años. A esta edad aprende a reparar bicicletas y empieza a trabajar para ayudar a su mami.
Con el tiempo, los vecinos Alfonso y Filadelfa tras un breve noviazgo, se casan en una sencilla ceremonia en la Parroquia de San Miguel Arcángel e inician una maravillosa y ejemplar historia de amor y apoyo mutuo, con ganas de salir adelante y tener una vida mejor.
Posteriormente mi abuelita Conchita enferma gravemente y pide a mi padre que la lleve con una prima a Celaya y allá muere.
Mi padre queda huérfano otra vez, pero ahora contaba con la fuerte compañía de mi madre, un gran pilar.
Después vivieron en otra vecindad, a la vuelta de “Los Chicos”, en el mismo Barrio de Nexpa. Ahí, con la ayuda de una partera, nací yo. Después vivimos en una casa antigua en la calle de Zarco, donde mi padre tenía su taller de bicicletas y refacciones. Empezó a alquilar bicis. A veces, por no pagarle, las dejaban abandonadas en la alameda o en cerca de la escuela Juan Jacobo Rousseau, le avisaban e iba a recogerlas; cosa curiosa, no se las robaban, sin duda eran otros tiempos.
Después fuimos a vivir a la Avenida 5 de febrero, donde hoy está la pastelería “Los Arcos”, ahí nacieron mis hermanos Andrea y Alfonso. Cuando le piden a mis padres que desocupáramos la casa, porque la iban a demoler y remodelar, nos cambiamos a la vecindad de tres casas en la calle Vasco de Quiroga, en mi querida colonia Cuauhtémoc.
Mi padre, además de arreglar bicicletas ya había empezado el oficio de herrero. Con ayuda de mis hermanos, trabajando de noche o de madrugada, arregló bastantes puestos y locales del nuevo Mercado Benito Juárez; hizo jaulas, rejas, cortinas metálicas.
Aparte de esforzado y trabajador, fue uno de los mejores ciclistas del Estado de Morelos y ferviente promotor de este noble deporte.
También participó en la vida política del municipio, cuando en el PRI había gente honesta de la talla del doctor Lauro Ortega o del señor Adalberto Sámano. Él apoyaba, sin más interés que el del progreso del pueblo, nunca aceptó ningún cargo. “Soy feliz con mis oficios”, decía.
Él y mi mamá participaron en el Movimiento Familiar Cristiano y en el Patronato Pro Construcción del Santuario del Señor de Tula.
“Hija, compraré un vochito, ya lo tengo visto, está viejito, pero yo lo arreglo, para que en él te vayas a trabajar”, me dijo un día de 1977, cuando yo empecé a trabajar de maestra de primaria en el lindo pueblo de Ticumán.
“No papá, no es necesario; te lo agradezco mucho, pero mejor ahorremos para comprar un terreno y hacernos una casita”, le respondí.
El sueño tardó un poco, pero Dios lo hizo realidad. Con el esfuerzo de todos adquirimos el terreno donde actualmente se ubica la casa familiar.
Él tenía 57 años de edad cuando aquí se apagó la hermosa luz que irradiaba y ahora resplandece con más fuerza en el cielo, al lado de Dios Nuestro Señor, en su descanso eterno.
Sus descendientes somos Urbano Aguilar (ingeniero químico) y los profesores Francisco, Andrea, Alfonso y quien aquí derrama lágrimas de nostalgia y un poco de tinta: Concepción.
Nos dejó un gran e importante legado: la cultura del esfuerzo, honestidad, integridad y sencillez. Más que lo material, buscó siempre la felicidad.

“EL ATORON”, CANTINA Y BILLAR DE DONALFONSO DORANTES FERREIRA “EL JEFE”“Cuando yo nací, en 1957, mi papá ya tenía como d...
02/11/2020

“EL ATORON”, CANTINA Y BILLAR DE DON
ALFONSO DORANTES FERREIRA “EL JEFE”
“Cuando yo nací, en 1957, mi papá ya tenía como diez años con “El Atorón”, el billar y cantina que estuvo en el lado norte del galerón del mercado viejo donde se vendían verduras, legumbres y frutas. Vivíamos al fondo de “El Atorón”, después de la bodega. En ese lugar hoy hay una dulcería”, nos relata Javier Dorantes Pacheco.
“El Atorón” cerró cuando empezó la demolición del antiguo mercado. Javier nos informa que “El Jefe” era hijo de don Enrique Dorantes, quien fuera miembro de la primera generación de contadores públicos egresados de la Universidad Nacional Autónoma de México y fue administrador de la Hacienda San Antonio Real del Puente en Xochitepec.
“El Atorón”, la bodega y la casa eran del rico, influyente y generoso José (Pepe) G. Bahena, quien mandó traer a mi papá que vivía en Cuernavaca. Don Pepe le cedió todo eso, eran grandes amigos, confiado en que mi papá manejaría bien el negocio porque él tenía estudios de secundaria completos, cosa no muy común en aquél entonces.
“Llegó soltero. Aquí conoció a Josefina, mi mamá, hija de Luis Pacheco un combatiente zapatista de Miacatlán”.
Primera foto: El Jefe en medio de su cuñada Juanita (de mandil) y su esposa Josefina.
Segunda foto: Galerón anexo del mercado viejo.

DOS INUNDACIONES EN JOJUTLA: 1956 Y 1957Martha Vazquez, bisnieta de doña Jovita Sánchez nos permite el acceso al interes...
17/10/2020

DOS INUNDACIONES EN JOJUTLA: 1956 Y 1957
Martha Vazquez, bisnieta de doña Jovita Sánchez nos permite el acceso al interesante acervo fotográfico y documental de su bisabuela y, así, podemos enterarnos que en 1956 y en 1957 Jojutla se inundó.
En la primera foto, al centro, Arturo Vázquez, papá de Martha, muestra una mojarra atrapada en esas aguas que no eran de drenaje sino desbordamientos de los apantles y del río Apatlaco. A la izquierda, de Arturo, con camiseta blanca, está su hermano Gerardo, fallecido hace cinco meses.
La segunda foto corresponde al reverso de la anterior imagen, en ella se aprecia, con letra clara y de elegante trazo, la fecha en que ocurrió.
La tercera foto (1957) nos permite apreciar la entrada oriente del mercado viejo (calle Cuauhtémoc) y se nota al frente además del autobús México Zacatepec negocios cerrados, entre ellos la Tlapalería EL ESFUERZO, del señor Donato Benítez.
Luis Avilés refiere que esa mañana, ante el asombro y admiración de muchísima gente, el jovenzuelo Ricardo Andrade, el hijo de la carnicera Hermelinda Arenas navegaba dentro del enorme cazo donde freían el chicharrón y que la pala de madera le servía de remo.
Frida Vazquez refiere que en la esquina del mercado estaba la dulcería LA GLORIA de la señora Godeleba, esposa del señor Villegas.
Hoy sabemos por Miriam Catalina Puente Quevedo que el chofer del autobús era su abuelito Felipe Escárcega Téllez. La cuarta foto, cortesía de Luis Avilés Ocampo, corresponde a otra vista de la inundación sobre la calle Constitución del 57, observándose al fondo Los Portales de los López

1.- CAMERINA GAMA ROMÁN POR SER MUJER, NO LA DEJARON ESTUDIAR1943. Llegaron a Jojutla con tres criaturas: Carlota de sei...
11/10/2020

1.- CAMERINA GAMA ROMÁN
POR SER MUJER, NO LA DEJARON ESTUDIAR
1943. Llegaron a Jojutla con tres criaturas: Carlota de seis años, Jesús de tres y Emma en brazos. Los señores Tobías Gama Sales y María Félix Román Salgado procedían de Chapa, un pueblo de Teloloapan, Guerrero. Venían a probar suerte.
En la calle de Francisco Javier Mina rentaron una vivienda de dos cuartos a don Pancho.
Don Tobías, por las calles de Jojutla y alrededores, iba de casa en casa, ofreciendo comprar los estropajos que colgaban de techos, bardas, cercas o tecorrales. Ya pelados y blanqueados, llevaba su ligera y voluminosa carga al mercado de La Merced en la Ciudad de México. De regreso traía juguetes para vender el día de Reyes Magos y columpios de lona para bebés.
Las vecinas del centro, enteradas que la recién llegada hacía tortillas de mano, le hicieron pedidos por decenas de docenas. Con el tiempo, en las mesas de las familias Tirado, Moreno, Ocampo, Abúndez, Chavarría, Bahena, Betanzos, Rodríguez, Huicochea y otras más, las tortillas de doña María Félix no podían faltar.
El 18 de junio de 1951, ocho años después de arraigarse en Jojutla, les nació la cuarta criatura: Camerina. Y después llegarían otros tres: Miguel, Cleto y Reyna.
Los siete hijos, en cuanto tuvieron edad, se acomedían en las labores del papá y la mamá.
A Carlota, Emma y Camerina, por ser mujeres, solo les dejaron terminar la primaria.
“No necesita la secundaria, no estudiará carrera porque las mujeres están para que las mantengan, no para mantener, eso les corresponde a los hombres”, argumentó, contradiciéndose, doña María Félix a la maestra Adamina el día que esta trató de convencerla de que Camerina no truncara su educación porque tenía dotes para el estudio.
¿Y don Tobías? Él en esas cosas no se metía; y, con esa actitud, otorgaba anuencia a lo que su esposa disponía.
Camerina, no resignada a pasarse la vida echando tortillas, soñaba con ser maestra y, como su madre no la apoyó, sin saber que ya poseía dotes para comerciar, convenció a Emma de negociar una salida: “Mana, hay que decirle que nos deje trabajar en otra cosa”.
Y así fue como Emma consiguió trabajo con don Pepe “El Jugos” el que trajo a Jojutla la novedosa “cerveza de raíz” enfrente de la terminal de autobuses México Zacatepec. Y Camerina entró de empleada en la zapatería “El Buen Precio” de don Austreberto Lara, enfrente de Casa Huicochea, el primer súper del pueblo, donde tú escoges la mercancía y pasas a la caja a pagar.
Después Camerina trabajó en una zapatería de Izúcar de Matamoros, Puebla; allá conoció a un cliente con el que se casó después de un noviazgo de cinco años: José Luis Tlapa Ponce.
Camerina tuvo otro sueño: “Ser mi propia patrona, independizarme”. Para ese entonces su mamá ya tenía la cerería dentro del mercado Benito Juárez. Ahorró y le fue mandando dinero a su mamá para que le comprara artículos navideños porque pondría su propio puesto; a su esposo le dijo que vendría a Jojutla porque su mamá necesitaba ayuda. Le fue muy bien. Repitió el ardid con el pretexto del Día de la Madre y luego con las Clausuras y se siguió con el Día de Mu***os, originando, sin habérselo propuesto, el Mercado de Tradiciones.
Con las ganancias, con el esposo trabajando en la Conasupo de Jojutla, Camerina compró en cien mil pesos de contado el local de doña Evelia Ocampo, esposa del Ché Gómez; puso cristalería y trastes.
Camerina se amistó con las señoras Esther Galván, Lola Sedano, Tere Valero, Carmen Tafolla porque aprendía de ellas.
“Siempre sé tal y como eres”, le aconsejó doña Lola.
“No lucres con la gente”, le sugirió doña Esther, a propósito de que Camerina era secretaria general de la Unión de Comerciantes presidida por Tranquilino Ortega. También fue tesorera en los periodos de Armando Jaimes y José Ausencio Barrionuevo.

2.- ALBERTO MOJICA, EL HIJO PEQUEÑO
DE DOÑA BEDA SALGADO SANDOVAL
Llegó a Jojutla siendo niño de pecho. Su madre, que había nacido el 27 de mayo de 1924 en Cerro Alto, municipio de Teloloapan, Guerrero, enviudó y se vino a Jojutla con tres pequeños críos: Graciela (Chela) de seis años, Maximiliano El Abuelo, que nació con el cabello blanco y Alberto (Beto), de meses.
Con solo la ropa que traían puesta, llegaron a casa de doña Co**ha Bahena, madrina de Chela. Mientras doña Beda se iba a cortar caña, la hermana mayor los cuidaba. Beto se la pasaba contento, metido en un columpio, succionando entretenido el chupón que Chela, con una liga, amarraba a una botella de refresco Titán.
Terminada la zafra, doña Beda vendió rebanadas de piña y papaya afuera de la terminal de la Estrella Roja. Luego se internaba en los campos de San José Vista Hermosa a comprar jitomate en caja. Otro tiempo vendió comida y posteriormente arrendó la casa de huéspedes enfrente a la Iglesia Episcopal.
Más adelante, en la vecindad de los herreros Antonio y Amado Benítez acondicionó un dormitorio para choferes de la Estrella Roja. Beto, desde niño, ayudaba en la limpieza de las camas y habitaciones.
Un día, intrépidamente, sin dinero en la bolsa, endeudada hasta el cogote y con tres hijos que mantener, doña Beda se echó el compromiso de comprar, en 110 mil pesos, la propiedad de doña Ofelia Velazco, con tal de instalar su propia casa de huéspedes.
Para esa época, doña Beda y Chela, ya toda una señorita, iban por fayuca a Laredo, Los Ángeles, incluso hasta San Francisco; regresaban cargadas de encargos: ropa, perfumes, videocaseteras, radios, grabadoras. Todo lo vendían en abonos, principalmente en el mercado. Y Beto, un adolescente, las acompañaba a vender y a cobrar; en esos recorridos por el mercado conoció a la hija del calentano Armando Jaimes Sotelo, originario de Pungarabato, Guerrero, de familia huarachera y talabartera, hermano de José Matilde, jefe de la policía.
“Hermano, hasta aquí se te puede ayudar, de ahora en adelante tienes chambear”, se la cantó Chela a Beto, cuando éste cursaba la Prepa.
Beto, después de tomar un curso de mercadotecnia, fue casa por casa vendiendo enciclopedias. Le fue bien. Tan salió bueno para vender que lo publicaron en la revista como vendedor destacado: su promedio era tres paquetes por semana, pero hubo una semana en que vendió seis. Ganaba quinientos pesos por paquete en abonos y mil por colocarlo al contado.
Con dinero en la bolsa, y como no era del agrado del suegro, sonsacó a la novia a que se fuera con él. Al regresar de la furtiva luna de miel, Beto consiguió que su padrino José Toledo abogara por ellos y obtener el ansiado perdón. Y Beto, además del perdón, recibió lecciones sobre el negocio del huarache. El suegro, por ejemplo, le enseñó cómo y con quién comprar la mercancía en Iguala.
En Semana Santa arrancó como vendedor de huarache. Todo lo que diariamente surtió lo vendía, hasta setenta pares. Con la venta de esa primera temporada sacó para comprar estufa, refrigerador, comedor y sala. Doña Beda le regaló recámara, ropero y tocador. Su casa se estaba merito donde hoy es la recepción del Hotel El Conquistador.
Como el suegro vio que le echaba ganas, le cedió uno de sus dos locales para vender huarache de mujer y lo invitó a participar en la venta al mayoreo que llevaba a Sahuayo, León, Guadalajara, Jiutepec, Puente de Ixtla, Miacatlán y muchas otras ciudades.
Y Beto se fue ampliando, no solo compró más locales, sino que demostró tener dotes de representante como secretario general de la Unión de Comerciantes y ser regidor en el periodo 1994 – 1997.

Fotos primera y segunda: Luis Tlapa.
Foto tercera: Álbum particular de la familia Mojica Jaimes

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