25/06/2024
"Mi nombre es Diana Solórzano y soy adicta a la nieve de chongos". Así empieza el libro de confesiones de Diana Solórzano titulado "Cuerpo a cuerpo", de la Editorial Tedium Vitae, Colección Apuntes, que salió hoy de la imprenta. Esta una de sus entradas:
"Hoy en la mañana, Lalo, el loquito del camellón, se paró junto a su perro y desde lejos me gritó: “¡Ánimo, dale más recio!”. Yo seguí caminando igual, pero al pasar junto a él puso cara de indignación y, con las manos en la cintura, movió la cabeza como negando algo, y dijo: “El Pinto camina más y con basura en la boca”. Yo puse cara de culpable y le dije: “Es que no me deja el doctor”, y le dio un ataque de risa. Estuve a punto de explicarle todas mis limitantes, las fallas de mi carrocería, pero no lo hice, solo le grité desde lejos: “Lo juro”.
También pasó junto a mí una viejita —anciana de verdad, como abuelita de Caperucita—, apenas podía levantar los pies del piso, ah, pues me rebasó, y no contenta con eso, al pasar me dijo: “Otra vez le voy a ganar”. Yo ni siquiera la había visto, ni sabía que estábamos compitiendo y menos que yo siempre perdía. Nada más le sonreí, un poco apenada.
Sé que camino con lentitud, lo que no sabía es que era tan evidente. Demasiadas humillaciones para un solo día. Estoy a punto de cambiar la hora de mi caminata."
Su prólogo:
"El lector de este libro advertirá de entrada que su autora, Diana Solórzano, piensa de manera peculiar, que nació cableada de forma inédita, sintonizada en otra frecuencia. Después, podrá apreciar que Diana goza de una singular y aguda percepción de lo cotidiano: ella ve cosas, a ella le pasan cosas, que a nosotros no. Por último, conocerá la lógica, a la vez pragmática y extravagante, que gobierna su conducta.
Ahora bien, ¡qué decir de su estilo! Es casi posible sentir cómo los breves textos que forman Cuerpo a cuerpo están naciendo frente a nuestros ojos, de botepronto, sin premeditación de estilo, sin rebuscamientos efectistas, sin artilugios retóricos. No hay frases complejas en él y, sin embargo, apuntan hacia situaciones cuya complejidad no habríamos observado sin su ayuda. Son autobiográficos y escritos con una ingenuidad desprovista de las afectaciones del escritor profesional, textos que hacen contacto inmediato y natural con el lector. Me atrevo a afirmar que su estilo es clásico: el lenguaje transparente al servicio de la realidad.
La única obligación de un escritor es ser encantador. Seducir al lector y estimular su circuito de dopamina. Diana —no sé cómo— lo logra siempre. Por ello este libro puede usarse en dosis terapéuticas también como antidepresivo."
Cuidado de edición: Lurdes Asiain y Rogelio Villarreal. Maquetado: Vícthor Chávez. Administración: Indra Díaz. Diseño de portada: Maricris Mc.