
15/01/2025
“Mi madre y mi padre se conocieron el día en que él había decidido tirarse desde el puente Sixto en el Trastévere. Era un buen sitio desde el que caer: aunque era un buen nadador, el impacto con el agua lo habría paralizado, y el Tíber ya estaba en aquellos días contaminado y verde.
Mi madre caminaba con la cabeza baja y con los hombros encogidos como si siempre lloviera, sobre todo cuando iba sola, pero aquel día se paró en el puente y vio a un chico a horcajadas en el pretil del puente. Se le acercó para ponerle una mano en el hombro y echarlo hacia atrás, quizá hubo un breve forcejeo. Logró calmarlo y que respirase despacio, después pasearon por la ciudad, se emborracharon y terminaron en un hotel con sábanas ásperas que apretaban a amoniaco. Antes del amanecer, mi madre se vistió y se fue. Tenía que volver al internado. Al día siguiente, al salir por el portón del instituto con sus amigas, lo vio apoyado en un coche que no era el suyo con los brazos cruzados y
en ese momento comprendió que estaba perdida.”
La extranjera, fragmento.