04/10/2023
Oktoberfest, ¿festividad familiar?
La celebración, que tuvo lugar en Jardín Americana, fue anunciada en la página web de Guadalajara Secreta como parte de los eventos realizados a lo largo del mes de octubre.
El “Oktoberfest” o “Festival de la Cerveza” es una celebración típica alemana nacida en Baviera, Múnich, en el año de 1810, y mundialmente conocida por su amplia oferta de cervezas, que se lleva a cabo entre los meses de septiembre y octubre. Cada año, la comunidad alemana que reside en Guadalajara y aquellos que están interesados en aprender el idioma y más sobre su cultura se reúnen en distintos puntos de la Zona Metropolitana para disfrutar de esta ocasión especial.
Y siguiendo la bella tradición desde 2019, decidí asistir a esta edición. El lugar, ubicado sobre avenida Vallarta a dos cuadras de Chapultepec, fue el ideal para la ceremonia: es un espacio abierto, de concepto tipo “food trucks”, con bancas estilo parque estadounidense. También se montaron puestos improvisados en los cuales podías acceder a más de 10 distintos tipos de cerveza alemana con niveles de alcohol que iban desde el 8% hasta el 13.5%, y acompañarla con una de las 5 variedades de platillos típicos alemanes, que ofrecían desde pretzeles con diferentes aderezos hasta un plato con embutidos típicos del país germano.
El patrocinador oficial, Heidi’s, se hizo presente una vez más, con actividades en horarios previamente establecidos que incluían desde catas de cerveza para todo aquel adulto que lo deseara hasta lecturas de cuentos clásicos alemanes infantiles interactivos para los más pequeños.
Decorado con luces en serie, lámparas azules y banderines con motivo alemán, aunado a la música tradicional alemana en vivo y el clima nublado y fresco, creó una atmosfera que fácilmente podría parecer familiar. Y no solamente pareció: muchos asistentes consideraron pertinente llevar a sus hijos pequeños o asistir en familia.
No estoy en contra de eventos a los que se pueda asistir con tus seres queridos, pero no considero pertinente llevar a tus hijos menores de 10 años a un lugar donde se sabe que habrá venta de alcohol y, además, hay un montón de adultos con clara intención de alcoholizarse. Incluso llega a rayar en lo inseguro, ya que también había objetos de cristal, de metal pesado y punzocortantes que, en un descuido, fácilmente podrían causar un accidente y alguien saldría herido.
Es bien sabido que en eventos donde existe la presencia del alcohol o donde la temática del mismo no lo permite, los menores de edad corren inminente peligro. Como, por ejemplo, todos recordamos la historia de una boda en la que un niño perdió la vida porque sus progenitores estaban en estado etílico, el lugar no era el adecuado y el ruido no permitió que se le brindara ayuda a tiempo.
En esta ocasión, tener a infantes corriendo alrededor del recinto, aventando cosas que se encontraban en el piso, tomando otras que no eran suyas, subiéndose a las sillas y las mesas, chocando entre ellos, contra quienes iban pasando, contra el mobiliario e incluso conmigo, hizo de mi experiencia algo incómodo y poco placentero. A esto, sumemos el hecho de que sus progenitores estaban tan inmersos en su experiencia cultural que no les estaban prestando atención y no les marcaban límites. La cara de incomodidad y molestia de los demás asistentes y algunos de los exponentes decía más que mil palabras. Preferí retirarme a la hora de haber llegado.
Una vez más, nada en contra de los pequeños, tienen todo el derecho de vivir su infancia jugando y conviviendo con sus iguales, pero considero que el derecho y la obligación que debe de prevalecer por encima de todo es que deben desarrollarse en un lugar que sea seguro para ellos.
Tenemos el ejemplo de Corea del Sur, país donde existen establecimientos que son exclusivos para adultos, para infantes y familias, en el que se ha vuelto viral la noticia de alguna madre demandando a un café para adultos por no permitirle la entrada con su pequeño, violentando su derecho a la libertad. Esto se ha convertido en un tema controversial alrededor del mundo, ya que madres y padres sienten que se les deja de lado por el simple hecho de tener hijos.
Entiendo que todo el mundo tiene derecho a la recreación, que seguimos siendo individuos con distintos roles sociales y que existen circunstancias en las que no pueden dejar a sus hijos en una guardería, al cuidado de la abuela o solos en casa. No sé si en algún momento se lo han cuestionado pero mi pregunta es: ¿vale la pena arriesgar a tu pequeño ser humano por un momento de diversión tuya?
Considero que es importante cambiar la perspectiva como sociedad ante esta situación: no es que queramos limitar a las familias, sino que se desea priorizar el bienestar de todos evitando accidentes, situaciones incómodas e incluso de riesgo. ¿Dicen que no hay eventos familiares o infantiles? Te invito a buscar en internet, puede que hasta en tu misma colonia existan y no te hayas dado cuenta, hay cientos y muchos son gratuitos. En ellos, no sólo se divierten, sino que también conviven y aprenden. ¿Podría haber más? Por supuesto, también es responsabilidad de nosotros crear más ambientes y espacios seguros para ellos.
Abramos el diálogo, lleguemos a acuerdos, creemos nuevas experiencias. El individualismo no es malo, y el pensar en comunidad es sumamente necesario por el desarrollo integral de todos y cada uno de las y los ciudadanos.
Marlene Villaseñor.