30/05/2023
El callejón del Diablo
En el corazón de Guadalajara, muy cerca de la Catedral Metropolitana, en dirección hacia el Museo Cabañas, se encuentra una zona por demás curiosa.
Se cuenta que en este rincón de la ciudad, muchos, pero muchos años atrás, sucedieron inexplicables eventos, algunos descritos como “oscuros”.
Para entender bien el porqué los tapatíos de entonces temían pasar por este lugar debemos remontarnos a la época virreinal, donde existía el convento de Santa María de Gracia. En uno de sus muros se encontraba un tétrico, angosto y oscuro callejón, al cual nombraban como Callejón del “Ahorcado”, dado que se decía que allí un hombre adúltero se había quitado la vida. Así que el lugar desde aquel momento tenía mala fama.
Poco después en la misma zona se construyó un departamento para el noviciado. En una noche sin luna, la religiosa encargada de cuidar a las novicias se despertó asustada porque se escuchaban terribles gritos, insultos y blasfemias que salían de ese rincón.
En un punto la religiosa se asomó por la ventana que daba al callejón, pero tardó más en subir a revisar que en bajar horrorizada: contó que vio frente a la puerta del departamento una mesa muy larga cubierta por un paño de tumba, con cuatro velas negras sobre cráneos humanos, las cuales alumbraban a mujeres sin cabello y estas presencias bebían un misterioso brebaje y azotaban a un Santo Cristo de marfil.
De forma inmediata la noticia llegó a la abadesa, quien horrorizada llamó a su vez al mayordomo del convento y sin demora, el asunto llegó a oídos del obispo de Guadalajara.
La respuesta fue casi instantánea, ya que se llamó a la Inquisición para revisar dicho lugar, quienes a la noche siguiente fueron testigos de varios bultos encapuchados y con negros mantos que se deslizaban y arrastraban lentamente por el callejón justo donde había tenido lugar la misa negra que vieron las religiosas.
Armándose de valor, los inquisitoriales avanzaron al sitio para toparse con una puerta, al abrirla se percataron de una escena que los alarmó: hombres importantes y bellas mujeres se encontraban rindiendo culto al Diablo en una ceremonia que incluía una pintura, joyas, comida y licor.
Hubo una pelea en la que ganaron los agentes de la Inquisición, arrestaron a los sujetos y después los juzgaron. Esta noticia alarmó a la sociedad católica de Guadalajara desde entonces, al pasar por aquella zona, se persignaban y rezaban: “Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar”.
Las personas que podían evitar la zona lo hacían sin dudar, pero quienes no podían rodearla, procuraban cargar alguna reliquia santa o una botellita con agua bendita.
Con los años, la propiedad pasó a ser sede de la Inquisición, luego se dice que allí vendían carbón, luego una paletería hasta la construcción de la Plaza Tapatía. Actualmente la finca es sede de la Secretaría de Turismo del estado de Jalisco.
Si te aventuras a conocer, debes trasladarte al paseo Degollado en la Zona Centro, como referencia inmediata encontrarás La Fuente de los Niños Traviesos o mejor conocida por los locales como de los “Niños Miones”, pero esa es otra historia.
