Elixir de Miedo

Elixir de Miedo ¡Bienvenidos a la morada del misterio y lo paranormal! Sumérgete en el escalofriante mundo del terror
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MAL DE OJO(Historia real)Mi abuelita, María Álvarez Hernández, tuvo una niña que falleció a los dos meses de nacida.Era ...
15/01/2025

MAL DE OJO
(Historia real)
Mi abuelita, María Álvarez Hernández, tuvo una niña que falleció a los dos meses de nacida.
Era su primera hija después de cuatro niños, y estaba feliz. Todos le decían:
—¡María, qué chula está tu niña!
Cuentan que Carolina era una bebé hermosa.
Una tarde, mientras trabajaba en el mercado en su puesto de mercería, colocó a la pequeña en un huacal (caja de madera) entre hilos y estambres para poder atender a unas clientas que compraban material para bordados.
Una de las mujeres se fijó en la niña y exclamó:
—¡Mujer, qué niña tan bonita! ¿A poco es tuya?
—Sí, es mi hija —respondió mi abuelita con orgullo.
La mujer la observó fijamente y comentó con una sonrisa extraña:
—Es demasiado bonita… No se parece en nada a ti. Parece un angelito.
Mi abuelita sintió un escalofrío y, por instinto, tomó a su pequeña en brazos y la cubrió con su rebozo. Las mujeres se fueron y la tarde transcurrió con normalidad… hasta que Carolina comenzó a arder en fiebre y a llorar desesperadamente.
Alarmada, mi abuelita corrió al doctor. Le recetaron medicamentos para bajar la fiebre, pero las horas pasaban y la niña no dejaba de llorar. Nada la consolaba: ni el pecho, ni los brazos de su madre.
Al amanecer, el llanto de Carolina se volvió más débil, como si estuviera agotada. Sus movimientos eran lentos, su cuerpecito parecía quedarse sin fuerzas.
Desesperada, mi abuelita la llevó con una curandera que, según decían, sabía mucho de hierbas y limpias. Al verla, la mujer chasqueó la lengua y murmuró con preocupación:
—¡Ay, mujer… a tu hija te la reventaron! Le hicieron mal de ojo.
Mi abuelita sintió un n**o en la garganta.
—¿Puede ayudarla?
La curandera negó con la cabeza.
—Si me la hubieras traído antes… Ya no puedo hacer nada por ella. Mira nada más su ojito.
Con delicadeza, le retiró el gorrito a la pequeña. Mi abuelita contuvo el aliento: el ojo izquierdo de Carolina se había encogido, como si se estuviera hundiendo en su rostro.
La curandera le devolvió a la niña y le dijo con tristeza:
—Bautízala antes de que se te muera. Lo siento mucho, chamaca.
Mi abuelita salió con su hija en brazos y la bautizó en casa. A las pocas horas, Carolina dejó este mundo.
Desde entonces, mi abuelita nunca dejó que volvieran a mirar a sus hijos sin antes "esconderles el alma" con un rezo o un amuleto.
Muchas gracias por leerme.
Autor: Griselda Jiménez Gutiérrez

Extráñame, pero vive...(Por Fernando D'Sandi )¡Llórame! Llórame con toda la fuerza que tu alma herida permita. Grita mi ...
15/01/2025

Extráñame, pero vive...
(Por Fernando D'Sandi )
¡Llórame! Llórame con toda la fuerza que tu alma herida permita. Grita mi nombre si lo necesitas, deja que el vacío te atraviese, que el dolor queme y consuma cada rincón de tu pecho. Pero después, escucha bien: no te quedes ahí. No uses mi ausencia como una excusa para detenerte.
¿Crees que vine a tu vida para que el día de mi partida te dejaras morir conmigo? ¡No! No te atrevas a apagar tu luz por mi sombra. Yo no soy el fin de tu historia. Soy un capítulo, sí, uno importante, uno que te marcó y que siempre estará ahí, pero tu vida no se detiene porque la mía lo haya hecho.
El dolor es un maestro cruel, lo sé. Te arranca pedazos, te deja desn**o frente a tu fragilidad. Pero también te enseña, si lo dejas, que sigues de pie. Porque aquí estás, respirando, luchando, sintiendo. Y mientras sigas aquí, tienes un deber: vivir. No por mí, no por los demás. Por ti. Por lo que eres.
No uses mi recuerdo como un ancla. Úsalo como un faro, como una guía que ilumine tu camino cuando todo parezca perdido. Recuerda nuestras risas, nuestros abrazos, pero no te quedes atrapada en ellos. Yo no quiero que seas un museo de memorias, quiero que seas un río que fluye, que avanza, que transforma todo lo que toca.
Así que, sí, extráñame. Permítete ese duelo, porque es amor lo que te duele. Pero después de cada lágrima, después de cada noche oscura, elige vivir. Elige reír, amar, caer y levantarte otra vez. Elige seguir, porque eso es lo que yo haría si estuviera en tu lugar.
La vida es un suspiro, un instante. No desperdicies el tuyo anclado a mi ausencia. Porque aunque ya no esté de la forma que quisieras, sigo contigo. Estoy en cada paso que das, en cada sonrisa que logras rescatar. Estoy aquí, diciéndote con toda la fuerza que el amor me permite: ¡VIVE!.

QUERIDA SUEGRA Tenía 25 años cuando terminé mi carrera de medicina y antes de acabar el año conocí a la mujer más bella ...
15/01/2025

QUERIDA SUEGRA
Tenía 25 años cuando terminé mi carrera de medicina y antes de acabar el año conocí a la mujer más bella y tierna del mundo. Tenía 40 años, algo mayor que yo, pero eso no me importaba, y ella al verme sintió lo mismo que yo. Fue un flechazo al instante y empezamos a salir para conocernos mejor. Pasaron tres meses y a veces me preguntaba por qué una mujer dulce y muy guapa estaba sola a esa edad, pero no quise preguntar para no ser indiscreto. Dos semanas después le dije que quería conocer a su familia, pero ella no estaba muy de acuerdo. Con tanta insistencia de mi parte se resignó y dijo que sí. Unos días después llegué a su casa y al abrirme la puerta, me recibió una mujer muy guapa, hasta podría decir que más guapa que mi novia, y con una voz dulce me dijo:
—Pasa, mi hija ya baja.
Me quedé asustado al ver que esa mujer más bien parecía la hermana de mi novia, pero no quise hacer ningún comentario. Al bajar mi novia, me presenta a su madre y verlas cerca me pareció que eran hermanas. Solo quedé asustado. Entre risas y tragos, me dijo mi suegra:
—Fue un gusto conocerte, espero que nos visites de nuevo.
Cuando mi novia salió afuera a despedirme, le pregunté qué hacía su madre para verse tan joven. Mi novia me dio un beso en la boca y me dijo:
—Otro día hablamos.
Pasaron meses en nuestro noviazgo, hasta que al final le propuse matrimonio y ella, contenta, aceptó. Nos casamos y nos fuimos a vivir con mi suegra. Una semana después de nuestra boda, empecé a sentir que alguien nos observaba en nuestra habitación y las luces estaban apagadas. Tenía mucho miedo. Al día siguiente, otra vez sentí la misma presencia, pero esta vez me tocó los pies, luego el rostro. Pero fui listo y puse un foco bajo la almohada por cualquier cosa. Cuando alumbré su cara, ahí estaba una mujer con los ojos rojos, el rostro gris y una enorme boca que la abrió cuando la luz la alumbraba y en eso desapareció.
No pude dormir toda la noche y al día siguiente hablé con mi esposa y mi suegra sobre lo sucedido. Se me hizo extraño que al terminar de contar lo sucedido, mi esposa miró con muy mala cara a su madre y su madre se rió y dijo:
—Son imaginaciones tuyas, yerno, no pasa nada.
No dije más y me fui a trabajar. Horas más tarde, al llegar a casa, escuché a mi esposa discutir con su madre. Ella le decía:
—Con él no lo hagas, madre. Yo no te lo voy a permitir porque lo amo.
Y su madre respondió con una voz diabólica:
—Es la ley, hija, y la tienes que cumplir.
En eso quedé frío y pensando: "¿Ley de qué? ¿A qué se refiere?" Cuando entré a la casa, no hice preguntas ni comentarios. Mi suegra volvió de nuevo con esa voz dulce diciéndome:
—Bienvenido, yerno, qué gusto verte. Los dejo solos.
No le respondí nada y al caer la noche le dije a mi esposa que había escuchado a su madre discutir con ella y le pedí que me dijera qué estaba pasando. Ella se puso a llorar y me dijo:
—Cuando yo era pequeña, mi papá dejó a mi mamá por una mujer más joven y le dijo que la dejaba porque ya estaba vieja y fea.
Le dije que eso se me hacía raro porque su madre era muy bella y joven y no aparentaba en lo absoluto la edad que tenía. Ella me pidió que la dejara terminar y siguió contando:
—Mi mamá entró en depresión cuando papá se fue y se puso muy triste. Entonces hizo un pacto con el diablo. Él le dijo que le pediría cualquier cosa con tal de que la hiciera joven. El diablo le dijo que le iba a dar juventud si le arrancaba el corazón a los hombres con los que yo me casara y se los daba de ofrenda. Me he casado diez veces y mi madre los ha matado a todos para cumplir el pacto. Ahora quiere matarte a ti para seguir joven y bella.
Al contarme esto, me dio un frío horrible y le pregunté:
—¿Cómo podemos parar esto?
Y ella me dijo:
—Si me arrancas el corazón o yo misma lo hago, mi madre envejecerá en un dos por tres.
Le dije que cómo iba a matar a la mujer que amo y le sugerí que descansáramos y que mañana buscaríamos una solución. Horas después, sentí que alguien abrió la puerta y escuché unos pasos lentos. Sabía que era ella. Sentí un corte en las manos y encendí la luz rápidamente. Era mi suegra con un cuchillo. Se me tiró encima y quería clavármelo en el corazón, pero traté de impedirlo. Ella era más fuerte que yo. En eso vi que su rostro se iba arrugando y perdiendo sus fuerzas. Su pelo se puso muy blanco y cayó al suelo, arrastrándose porque por su vejez no podía caminar. Vi a mi esposa con su corazón en las manos, razón por la cual mi suegra envejeció. La tomé en mis brazos y me puse a llorar. Sus últimas palabras fueron "te amo." Al morir mi esposa, mi suegra se arrastró al suelo porque quería llegar al cuerpo de su hija. Pero en eso apareció una sombra negra y le arrancó la cabeza a mi suegra y ella murió.
Le hice un entierro digno a mi bella esposa porque gracias a su acto de amor estoy vivo, pero todas las noches siento que mi esposa viene a darme un beso y todas esas mismas noches sueño que mi suegra se está quemando en un brasero.

¿Existen los universos paralelos?1923 un cometa pasó muy cerca de la Tierra, muy cercano a un pueblo en Finlandia, lo qu...
14/01/2025

¿Existen los universos paralelos?
1923 un cometa pasó muy cerca de la Tierra, muy cercano a un pueblo en Finlandia, lo que provocó desorientación en las personas, algunos se perdieron y nunca volvieron a casa, otros perdían la memoria temporalmente.
Una mujer acudió a la policía muy asustada a decirles que el hombre que estaba en su casa no era su marido. Cuando la policía fue a su casa le dijeron que efectivamente ese si era su marido, la mujer les dijo que su marido había fallecido hace muchos años. Pero la policía no pudo detener al hombre, porque era su marido tal como constaba en el registro público.
En 1935 un científico intentó explicar el fenómeno. Encerró a un gato en una caja con veneno. El animal tenía el 50% de probabilidades de vivir y 50% de morir, es decir ante dos posibilidades se crean dos realidades en universos diferentes. Si los universos paralelos realmente existiesen, el gato seguiría vivo en un universo y mu**to en otro universo paralelo.
La mujer murió diciendo que ese no era su marido. Mientras que el hombre simplemente dijo que ella si era su mujer.
Desde que nacemos conocemos una sola realidad —en la cual vivimos—, pero según algunos científicos podría haber varias. Esto implica que lo que no sucede en nuestro mundo, puede estar sucediendo en otro. Incluso puede haber muchas versiones de nosotros mismos en otros universos.
Otras pruebas:
En 1954 un hombre llegó al Aeropuerto de Tokyo con un pasaporte de un país inexistente: "Taured". El hombre fue detenido por usar papeles falsos, pero él seguía manteniendo que era de aquel país y que tenía otros papeles para probarlo. Lo detuvieron en un hotel, pero desapareció sin dejar rastro.
El "déjà vu" es la sensación de que ya viviste algo, pero también existe el "déjà vecu", la sensación de que sabes lo que sucederá después. Pero aún más extraño es el "alter vu", es decir, cuando alguien recuerda su historia de manera diferente, y está consciente de que los hechos se están desarrollando de otra forma. Muchos creen que este tipo de sensación tiene que ver con recuerdos de otras versiones de nosotros mismos, en otros universos paralelos.
Algunos creen que los "fantasmas" que creemos ver, en realidad son personas que viven en otros universos y que se reflejan en el nuestro sin querer, aunque no pueden hacerlo completamente.

LA BARRANCA DEL DIABLODerechos de autor Eladia MesaQuien sabe qué misterios se encierran tras la aparente inocencia de l...
13/01/2025

LA BARRANCA DEL DIABLO
Derechos de autor Eladia Mesa
Quien sabe qué misterios se encierran tras la aparente inocencia de las cosas, ni dónde se esconde la verdadera maldad en un mundo de máscaras y disfraces.
Los Whinstow eran muy respetados en el lejano pueblo de Dawson, hombres curtidos por el trabajo y la nobleza de sus actos. Sin embargo, otros asuntos oscuros los ocupaban cuando terminaban sus largas jornadas bajo el candente sol del horizonte, labrando la tierra con el sudor de sus camisas.
Las nubes dibujaban caprichosas figuras espectrales en el cielo de la tarde , mientras el astro rey matizaba con tintes rojizos algunos nubarrones casi estáticos. Los tres hombres descendieron de sus cabalgaduras y bajaron el bulto que traían amarrado a la montura de una de las bestias. Echaron una mirada en derredor para asegurarse de que nadie los hubiera seguido hasta su escondite: un rancho apartado y camuflado por la abundante vegetación al pie de las colinas, en la llamada " Barranca del Di@blo " .
Empujaron la puerta que respondió con un chirrido de las bisagras oxidadas, interrumpiendo el silencio sepulcral. Pusieron el s**o con el bulto en el suelo y cruzaron miradas de complicidad. El hermano menor sacó su cuchillo, deshizo los n**os de las cuerdas que ataban la boca del s**o y sacaron de él a la niña. Tendría unos diez y once años y su mirada denotaba una perturbación profunda. Un pañuelo atado a la nuca le cubría la boca para impedir que gritara . Los tres hombres la acomodaron en el suelo, la ataron a un horcón del rancho y se quedaron observándola con frialdad.
El hermano menor rompió el silencio: _ deben estar buscándola en el pueblo, ya habrán notado su desaparición - dijo con gesto de preocupación y se ajustó su sombrero.
_ Que la busquen - inquirió furioso el hermano mayor y añadió _ no podrán encontrarla y si lo hacen, será demasiado tarde - dicho esto lanzó de soslayo una mirada a la niña, que permanecía tranquila y con la mirada hacia el techo.
_ Tenemos que deshacernos de ella antes de que nos encuentren - intervino el hermano del medio y tragó saliva, como si sus propias palabras le molestaran , el mayor agregó: _ aniquilarla sin dejar rastros, es lo que tenemos que hacer.
En el pueblo la turba de vecinos preparaba sus rústicas armas de cacería; hachas , picos , tridentes de amontonar hierba y todo lo que pudiera ser útil: _ hay que encontrar a esos desgraciados de los hermanos Whinstow - gritó el líder de la turba.
_ Justo ! - gritó un campesino de cuerpo enjuto _ esos infelices nos engañaron a todos haciéndonos creer que eran hombres de bien.
_ Son unos - exclamó una de las mujeres. Un griterío confuso se levantó de la multitud mientras avanzaban siguiendo las huellas de los caballos.
En el rancho, los tres hombres continuaban planeando la ejecución de la niña, uno de ellos se le acercó y se agachó a su lado, no pudo evitar sentir piedad, las cuerdas apretadas habían rozado mucho sus tobillos, lastimando las menudas piernas, un hilo de s@ngre manchaba la cuerda. La niña lo miró fijamente con una súplica en sus ojos, pero el hombre se levantó apartándose, como si no pudiera permitirse a sí mismo aquel sentimiento.
El mayor de los hermanos abrió una caja que contenía extraños instrumentos, agarró una afiliada daga con empuñadura de plata, sumergió la punta en un frasco que contenía un líquido color púrpura; un potente veneno que podía paralizar el corazón de un elefante con solo una gota y se dirigió hacia la niña, la agarró por el cabello despiadadamente y apuntó la daga hacia su corazón. El hermano menor se abalanzó contra el mayor, dominado por un instinto extraño, una fuerza ajena a su voluntad, el tercer hermano se sumó al forcejeo.
Un estruendo de tormenta se escuchó afuera, pasó un rato y los gritos de la turba del pueblo se sintieron afuera del rancho, rompieron las puertas y entraron dispuestos a hacer justicia.
La escena los dejó horrorizados: un reguero de trip@s se confundían en el suelo, los cuerpos de los tres hermanos estaban destrozados y la cabeza del mayor de los Whinstow, estaba clavada en la pared , atravesando uno de sus ojos.
A unos metros de allí avanzaba por entre la maleza el demonio con aspecto de niña, lanzó una carcajada diabólic@ y escupió de entre sus fauces, un de los dedos de los cazadores de demonios.
Texto Eladia Mesa.

Jimena era una niña muy linda y agradable, tenía 10 años de edad y vivía con sus padres en una grande y hermosa casa con...
13/01/2025

Jimena era una niña muy linda y agradable, tenía 10 años de edad y vivía con sus padres en una grande y hermosa casa con un patio inmenso que conectaba a un lago, en el había un pequeño muelle.
A Jimena le encantaba pasar el día sentada en el muelle con sus pies sumergidos en el agua, tenía una pequeña cuerda de pescar y con ella cada día trataba de pescar, pero sólo lograba atrapar pequeños peces, su padre era aficionado a la pesca y siempre llegaba a casa con grandes pescados, Jimena lo admiraba y quería que él se sintiera orgulloso de ella, por tal razón pasaba todo el día en el muelle tratando de pescar un pez que se igualara aunque fuera un poco a los que su padre atrapaba.
Cierto día se encontraba como de costumbre en el muelle un poco aburrida y decepcionada pues no había atrapado ni siquiera un pez diminuto y ya tenía un par de horas de estar ahí... Cuando de repente sintió pequeños tirones de su cuerda, se puso de pie y sintió un tirón más fuerte, ella se emocionó y comenzó a jalar la cuerda, pero se le dificultaba porque los tirones cada vez eran más fuertes, ella pensó con gran emoción que se trataba de un enorme pez... Así que luchó y luchó para sacar del agua al pez hasta que por fin lo logró, se trataba de un pez enorme incluso más grande que los peces de su padre, ella estaba realmente feliz, a pesar de haberse lastimado sus pequeñas manos tratando de sacar al pez eso no le importaba, con dificultad tomó al pez y lo llevó a casa, cuando su madre la vio entrar con el pez se asombró mucho y su padre cuando lo vio no podía creerlo.
Hablaron entre sí pues les parecía imposible que su hija haya pescado ese gran pez con una cuerda que no era adecuada para ese gran tamaño, pues apenas y se podía pescar con la cuerda peces no más grandes que la paqueña mano de ella y lo que más les extrañaba era que cómo su pequeña hija había sacado a ese pez del agua si casi era de su tamaño.
La esposa le dijo que le mostrara a su hija lo orgulloso que estaba de ella por su gran esfuerzo y que dejara de buscarle explicación a todo.
El padre se llevó al enorme pez para limpiarlo y cortarlo, deshecho la cabeza y la cola, esa noche tuvieron una deliciosa cena que decidieron compartir con algunos familiares, y no dudaron en presumir que su pequeña hija había pescado al enorme pez.
Al día siguiente los padres de Jimena no se sentían muy bien de salud.. tenían vómitos y mareos y se dieron cuenta que los familiares que estuvieron en la cena tampoco se encontraban bien, pero no lograron entender porque Jimena se encontraba en muy buen estado de salud, de tanto pensar llegaron a la conclusión que quizás había sido algún alimento que la niña no comió, pues aparte del pescado tenían otras opciones en la mesa.
Pasaron los días y los padres y familiares de jimena se recuperaron satisfactoriamente, pero algo no estaba bien en la niña, pues todos los días se sentaba en el muelle con la mirada perdida, ya ni siquiera usaba su cuerda, los padres se preocuparon pues ese no era un comportamiento normal en su hija.
En las noches tenía pesadillas, sobre una mujer delgada con el cabello alborotado diciendo unas palabras que Jimena no entendía, y un joven alto y fornido que era lanzado al lago en contra de su voluntad por un grupo de hombres de aspecto tenebroso, luego la mujer terminaba dando gritos de terror y exclamando en un idioma incomprensible.
Jimena estuvo aproximadamente un mes teniendo la misma pesadilla cada noche, pero no entendía porqué se despertaba exactamente cuando el joven era lanzado al lago y la mujer daba sus oraciones.
La niña se veía descuidada, con ojeras y muy delgada pues casi no probaba bocado.
Los padres la llevaron al médico y no encontraron mal alguno en ella...
Un día la madre decidió buscar ayuda en otra parte ajena al círculo médico.. salió muy temprano en la mañana, dejando a Jimena dormida en su habitación...
El padre de la niña al no ver a su esposa, decidió sacar su cuerda de pescar y relajarse un rato en el lago pues había estado pasando por mucha presión por la condición de su pequeña hija.
Se preparó, tomó sus cuerdas, buscó los anzuelos adecuados pues pensó que sí su hija había pescado a ese pez en ese lago seguramente habían más en él.
Se sentó en el muelle y lanzó con fuerza la cuerda, y esperó... Pasada una hora al fin hubo respuesta, su cuerda comenzó a dar tirones fuertes se dispuso a jalar con mucha fuerza hasta que por fin salió del agua un pez, este era de un color gris más claro que el que su hija había atrapado, y de un tamaño más pequeño pero no dejaba de ser un pez grande.
Sorprendido y orgulloso se llevó al pez a la cocina y decidió preparar un rico almuerzo sorpresa para su esposa, pero esta vez conservo la cola y la cabeza para mostrarle a ella lo grande que era el pez, los puso en un recipiente y los guardo en la nevera.
Cuando su esposa llegó encontró la mesa preparada y servida pero no llegó sola, la acompañaba una anciana de aspecto humilde.
La esposa preguntó por la niña y él le dijo que aún se encontraba dormida, sugirió dejarla descansar pues sabían que no había pasado buena noche últimamente... Invitaron a la señora a almorzar, los tres degustaron el delicioso pez, mientras comían conversaban sobre los problemas de la niña, la señora les dijo que haría una sesión espiritista para saber qué pasaba.
Empezaron con la sesión y pasados unos minutos ambos pudieron observar una mirada de terror en la anciana, ella tenía su mirada fija y comenzó a llorar...
Puso fin a la sesión y los tomó de las manos, y les dijo que lo que tenía que decirles era muy grave.
Comenzó con la historia, hace unos años a un joven lo maldijo una bruja, lo convirtió en pez y lo lanzó al agua, no sin antes decir que quién lo pescara cargaría con la misma maldición.
Ellos se voltearon a ver y preguntaron si se refería a que su hija se convertiría en pez también, la anciana les dijo que ya era muy tarde para salvar a la niña...
La madre corrió a buscar a su hija a la habitación y no la encontró, bajó las escaleras muy asustada mientras el esposo no reaccionaba, ella le gritó que volviera en si y él reaccionó, con lágrimas y terror se dirigió a la nevera esperando encontrar lo peor... Cuando destapó el recipiente encontró la cabeza y los pies de su pequeña Jimena y en otro recipiente habían trozos de carne que aún no habían sido cocinados...
Ambos lloraban y les aterraba el hecho de saber que se habían comido a su propia hija.
Fin

Mi vecina tétrica y andrajosa despedía un olor insoportable y así vagaba por el barrio, seguida por gatos negros. Sí, to...
13/01/2025

Mi vecina tétrica y andrajosa despedía un olor insoportable y así vagaba por el barrio, seguida por gatos negros. Sí, todos eran negros, casi treinta, de diferentes tamaños.

Siempre tenía un momento para ella antes de irme a trabajar, pues me daba pena verla cargar sus bolsas, casi todas llenas de alimentos para gatos, a pesar de que mis padres se oponían, argumentando que era la loca del barrio.

Charlábamos cordialmente unos momentos y luego me iba. Todos los días la misma rutina. Aguantaba la respiración, ya que su aliento fétido me revolvía el estómago.

Comenzó el frío y, por unos días, no la vi. Me preocupé y decidí juntar valor para ir a visitarla, llevando pan de naranja, té y alimento para sus gatos.

—Pasa, niña, no puedo levantarme —dijo una voz casi apagada al fondo.

Estaba acostada en un mugroso sofá, y el olor era repugnante, pero entré.

—Gracias por venir —dijo, y me tocó con esas manos huesudas que daban escalofríos.

Charlamos, le di de comer a sus gatos y le prometí volver al día siguiente.

—Antes de irte, niña, quisiera hacerte un regalo —dijo, revolviendo entre sus andrajosas ropas.

Sacó una botellita cuyo contenido brillaba como el oro, casi encandilando.

—Has sido siempre tan buena que te daré un regalo. Unas gotitas de esto debes hacerle beber a esa persona que te molesta, y se transformará en gato. Eso sí, la maldición dice que debes cuidarlo hasta su muerte para que no vuelva a ser humano, o te transformarás tú en gato.

Incrédula y sorprendida, agradecí su regalo y me marché. Por la noche no dejaba de mirar la botellita, que brillaba con luz propia, pero decidí no creer.

Al día siguiente fui a verla, pero la casa estaba vacía. Sobre el sofá había un gato negro, viejo, que yacía inmóvil. Cuando lo toqué, me di cuenta de que estaba mu**to. Lo enterré en honor a la anciana y me fui.

Pasó un mes y no volví a saber de ella.

Recordé su regalo y decidí probarlo.

Pensé, pensé, pensé. Usé mis más oscuros pensamientos y traje a mi mente los recuerdos más dolorosos para elegir con quién probarlo.

Lo hice. Debo decir que es real. ¡La magia te hipnotiza con su tremendo poder!

Ahora mamá y papá toman sol en el patio junto con mi hermano. Mañana les traeré más compañía...

Autora: Susana G. Q. de Martínez

🖤 EL GUARDIÁN DEL HUERTO 🖤Autor: Marciel G (Elixir de Miedo)En un apartado rincón del pueblo, donde el tiempo parecía ha...
13/01/2025

🖤 EL GUARDIÁN DEL HUERTO 🖤
Autor: Marciel G (Elixir de Miedo)

En un apartado rincón del pueblo, donde el tiempo parecía haberse detenido, vivía doña Matilde, una anciana cuya soledad era tan palpable como el viento que agitaba las ramas de los árboles en su pequeño huerto. Sus hijos, ya adultos, habían partido hacía años en busca de una vida mejor y nunca volvieron a mirar atrás. Las cartas cesaron, las llamadas se extinguieron, y con el tiempo, Matilde aceptó que no regresarían.
Un día, mientras revisaba sus plantas de albahaca y lavanda, un pequeño gato apareció entre los matorrales. Estaba sucio, con las costillas marcadas y una mirada desesperada. Al principio, Matilde lo espantó con un "¡Largo de aquí, bichito!", pero el animal no se movió. Conmovida, terminó dejándole un plato de leche y migajas de pan.
El gato comenzó a visitarla cada día, creciendo bajo su cuidado. Con el tiempo, dejó de ser un pequeño y frágil cachorro para convertirse en un majestuoso gato salvaje, de pelaje oscuro y ojos que parecían brillar con un destello dorado en la penumbra. No era un gato doméstico después de todo. A pesar de su apariencia intimidante, con Matilde era dulce y juguetón, como si entendiera que ella lo había rescatado en su momento de mayor necesidad. Lo llamaba "Moro", en honor al color de su pelaje.
Una tarde, mientras intentaba recoger frutos de un árbol de su huerto, Matilde perdió el equilibrio y cayó al suelo. El crujido de sus huesos resonó en el aire, y un dolor insoportable la dejó sin poder moverse. Con mucho esfuerzo logró arrastrarse hasta la casa, pero los médicos le confirmaron lo que temía: sus pies estaban gravemente fracturados, y necesitaría semanas, quizás meses, para recuperarse.
Un sobrino lejano, Daniel, se ofreció a ayudar. "No se preocupe, tía, yo me encargo", le dijo con una sonrisa que nunca llegaba a sus ojos. Aunque al principio parecía dispuesto, sus visitas se volvieron cada vez más espaciadas, y sus acciones más sospechosas. Matilde comenzó a notar que faltaban cosas: una joya antigua, su reloj de bolsillo y hasta algunas herramientas del huerto. Una noche, mientras dormía, escuchó el crujido de la puerta y pasos cautelosos.
Despertó para ver a Daniel acompañado por otro hombre, rebuscando en su baúl.
—¿Qué hacen? —preguntó con voz débil, pero su protesta fue recibida con una bofetada que la lanzó contra la cama.
—Cállese, tía. Esto ya no le sirve a usted —se burló Daniel.
El hombre desconocido, con los ojos enrojecidos por el consumo de dr**as, se inclinó hacia Matilde con una sonrisa torcida.
—¿Sabes? Al fin y al cabo, sigue siendo mujer... —murmuró mientras comenzaba a acercarse peligrosamente.
Matilde sintió que el mundo se le venía abajo. Intentó gritar, pero el miedo y el dolor la dejaron muda. Cerró los ojos, esperando lo peor.
Fue entonces cuando un sonido gutural llenó la habitación. Un maullido grave y feroz que retumbó como un trueno.
Desde las sombras, Moro apareció con el pelaje erizado y los ojos ardiendo con una furia primitiva. Antes de que el hombre pudiera reaccionar, el gato montés se lanzó hacia su rostro con un salto impresionante, clavando sus garras en su piel. Daniel, paralizado por el terror, intentó apartarlo, pero Moro giró con una rapidez asombrosa y hundió sus colmillos en su brazo.
El cuarto se llenó de gritos, sangre y caos. Los dos hombres huyeron en pánico, dejando un rastro de heridas y juramentos. Uno tropezó en la puerta y cayó, solo para sentir nuevamente las garras de Moro en su espalda. Finalmente, escaparon en la oscuridad, maldiciendo su suerte.
Matilde, aún temblando, miró a Moro con lágrimas en los ojos. El gato, que había regresado a su lado, lamió sus heridas y se acurrucó junto a ella como si nada hubiera pasado.
A la mañana siguiente, el pueblo entero hablaba de dos hombres que habían sido atacados por una "bestia" mientras intentaban robar. Nadie sabía lo que realmente había ocurrido, pero Matilde entendió que Moro no era un simple gato, sino un guardián salvaje enviado por el destino para protegerla.
Desde ese día, Matilde vivió en paz, sabiendo que, mientras Moro estuviera a su lado, ningún mal volvería a cruzar la puerta de su hogar.

Yo tenía veintiuno. Ella me rompió el corazón, así que yo rompí sus ventanas. Cuando entré a sucasa, ésta pareció tambal...
12/01/2025

Yo tenía veintiuno. Ella me rompió el corazón, así que yo rompí sus ventanas. Cuando entré a su
casa, ésta pareció tambalearse, como si yo fuera una lombriz y quisiera vomitarme.
Ella me miró exactamente como yo quería: aterrada. Su vestido blanco era de color opuesto a
mis pensamientos. Levanté mi c√/chi//llo como si levantara mi orgullo, la perseguí como si
persiguiera un sueño, un sueño de hermosas caderas que me había rechazado mil veces.
Cuando la alcancé, mi cvch¹llo y su piel se estamparon en quince ocasiones, mis lágrimas de
rabia cayeron en un charco de sªn/gr³ de mujer, y por alguna razón, pude escuchar el sonido.
¡Eres una p√t⁴! ¡Una p/err/a interesada! ¡No vas a casarte con él! ¡Yo valgo más de lo que
piensas!… Dije un montón de sandeces esa noche, las cuales usé para disfrazar una pregunta
que no me atrevía a formular:
¿Por qué no puedes amarme?
Ella quedó ahí, m√er/ta, como un pajarito que se cansó de volar y se dejó caer desde lo alto.
Detrás de mí, escuché a una niña llorando, aferrada a un peluche que le servía de amuleto
contra el miedo. Ni siquiera lo pensé, sólo corrí hacia ella y dejé que mi c/uc/hil/lo hiciera lo
único que sabía hacer, cinco veces. No me atreví a mirar su carita tierna, porque sabía que eso
podría detenerme.
Esa noche dejé dos čadá√er/es en el suelo. Esa noche restauré mi orgullo, mi corazón roto, mi
dignidad. Esa noche le hice justicia al amor.
Y me funcionó. Pues dos años después, una mujer se enamoró de mí. Me casé, formé una
hermosa familia. Procreé a dos hijos que se convirtieron en hombres de bien y una hija que se
volvió la princesa más hermosa. Conocí la felicidad en su grado máximo, recibí todo el amor que
un ser humano puede aguantar.
Y con los años me dí cuenta que la muerte algún día vendría por mí, para hacerme pagar lo que
había hecho. Me tomaría desprevenido y me arrancaría la existencia. Pero eso era algo que
podría aceptar después de haber tenido una vida tan preciosa.
Sin embargo, como comúnmente hacemos los seres humanos, la subestimé. Porque la muerte
siempre tiene planes más elaborados.
Hoy es mi cumpleaños cincuenta y ocho. Estoy parado afuera de mi casa, luces rojas y azules se
proyectan alternativamente sobre mi rostro. Detrás de mí hay tres patrullas estacionadas como
sabuesos metálicos.
De mi hogar, de mi recinto sagrado, de mi madriguera de felicidad, están sacando el cædáv3r de
mi hija, esa princesa que fue mi creación más hermosa. Después sacan a un muchacho, sus
manos tienen esposas, pero hace veinte minutos tenían un mªr+illo, uno que ha dejado huellas
en la cabeza de mi hija. El muchacho me mira: nos conocemos.
Mi hija lo trajo a cenar varias veces, nos acompañó a ver partidos, lo invitó a fines de semana
familiares. Era su novio, el amor de su vida. Hasta que terminaron y ella se consiguió a alguien
mejor.
Él me mira con una sonrisa cínica, una sonrisa que me duele y me aterra. ¿Por qué? Porque es la
misma sonrisa que yo puse a los veintiún años. Tiemblo, porque sé exactamente lo que piensa:
no está arrepentido, está orgulloso, satisfecho, ha disfrutado hacerle justicia a su corazón roto.
Veo mi reflejo en él, mi versión de hace treinta y siete años. Quiero m4t⁴rl•, quiero ma/t⁴rm€ a
mi mismo. Pero en vez de eso, sólo lloro.
«Quiero m°r¹rm/e», digo en voz alta.
Doy un salto al escuchar a la muerte murmurando detrás de mí:
«No, aún no tienes mi permiso. ¿Sientes eso? Se llama pena, de la más descomunal y
devastadora… Aún te faltan años de ella».
Después suelta un cruel y frenético ataque de risa y se va, dejando un dolor y vacío en mi.
Fin.

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