15/12/2024
Vale la pena compartir
CIEN AÑOS DE SOLEDAD
Muy buena producción, de una obra que creíamos imposible de llevar al cine. La fotografía, la atmósfera, el vestuario y la época, sin duda, nos remontan a la novela.
Buen guión, buenas locaciones, excelente vestuario y buenos actores.
Está primera entrega se puede dividir en dos partes: la primera donde subsiste como protagonista el realismo mágico, hasta cuándo comienza la guerra, donde se pierde el realismo mágico.
Sin desconocer el gran desempeño de la actriz, la Úrsula de la primera parte no tiene nada que ver con la Úrsula de la segunda parte, son muy diferentes y esto es un error grave. (Para mi gusto, perdió un poco del encanto).
Personalmente, la imaginé como, la primera Úrsula: una mujer prieta, delgada, muy seria, alta y de carácter impredecible y por lo mismo reservado.
Me imaginé un Melquiades más impresionante: un negro corpulento, alto, calvo, de barba rala y blanca, trashumante, con una candonga en el oreja y un chaleco negro de flecos bailarines; lo ví entrando a Macondo con fortaleza y seguridad sonriente, con el pecho destapado, un nómada de otro mundo.
En la segunda parte, me hubiera gustado un poco más de realismo mágico, como las asombrosas visitas de Prudencio Aguilar y de Melquiades al castaño para visitar a José Arcadio, la levitación de Amaranta después de tomarse el chocolate y no del padre Nicanor.
Hay problemas de dicción, hay frases que no se comprenden; también encontré frases que no son garcíamarquianas que contaminan el lenguaje auténtico de la obra.
Sin embargo, estás anomalías no demeritan la obra cinematográfica.
Me hubiera gustado oír hablar a Prudencio Aguilar con un sonido gutural, apagado, o como el de un radio mal sintonizado, eso le hubiera dado más carácter e impuesto un poco más de misterio en el personaje. Él, como Rebeca, son personajes increíbles del realismo mágico que podrían haber sido mucho más explotados. Cuando Rebeca aparece por primera vez la escena es increíblemente hermosa, impresionante, llena de arte y muy expresiva, a pesar de su largo silencio del personaje. Quise verla, sumida en su mutismo y tirada en un rincón oscuro de la casa, comiendo costras que desprendía con ansiedad de la pared.
Una secuencia muy importante, cuando (en la novela) Prudencio Aguilar le dijo a José Arcadio, en burla, que "no había "consumado el matrimonio" eso no quedó bien en la película; se perdió esa gran oportunidad; en especial porque es un punto de inflexión en la obra que termina por motivar la salida de Manaure.
Pienso que el final de la serie debe incluir a Melquiades, el Judío Errante y el regreso de los mu***os, serán protagonistas mágicos para tallar el final. Sin duda, el final sublime debería ser una secuencia de realismo mágico, donde estos personajes, ya mu***os y reciclados por el tiempo y el olvido, producen un vendaval que destruye todo: la secuencia se puede conformar por los humos de las batallas (que se van quedando), por las flores amarillas, por los inventos y locuras de José Arcadio, las aguas oscuras de la cienaga, la sangre y las caras de los mu***os, el sonido tronador de los cañones y los disparos, toda la historia aporta fragmentos que se van uniendo en un torbellino que rompe el muro de la casa, salen los huesos de los padres de Rebeca, aparece Melquiades, Úrsula, Prudencio Aguilar y el judío errante, todos son fantasmas que se convierte en un torbellino apocaliptico.
Gran producción, grandes actores y muy buen guión. Sin duda la seguiré viendo y luego la volveré a ver.
Esta serie es una verdadera obra de arte, que dejará huella en la historia de la cinematografía latinoamericana. Muchas gracias por este fabuloso regalo.
El derecho es leer primero la novela y después ver la película, entonces podrás disfrutarla mucho más, desde una dimensión literaria.
(Por fin Netflix salió de la monotonía y letargo, claro, con excepción de "Pedro Páramo").