09/10/2023
3 etapas de la vida de un pastor
3 JULIO, 2023 | Mike Minter
¿Cómo se ve el terminar bien la carrera para los pastores? Es una pregunta que me hice hace varios años al reflexionar sobre las exhortaciones de Pablo a correr la carrera de tal manera que se consiga «el premio» (1 Co 9:24). ¿Significa esto que hay una serie de obstáculos que un pastor debe superar para entrar en el «salón de la fama» pastoral? ¿Se otorgan puntos a los líderes de la iglesia en función de nuestro número de convertidos, bautismos o dinero?
Decidí que terminar bien la carrera significa terminar con el menor número de remordimientos. Significa llegar al final de tu vida sabiendo que Cristo fue exaltado a lo largo de los años, independientemente de cuánto dinero recaudaste o cuántas personas entraron por las puertas de tu iglesia.
Entonces, ¿cómo saber si estás corriendo bien o incluso en la dirección correcta? Dependiendo de lo avanzado que estés en tu trayectoria pastoral, esto puede lucir diferente. En cualquier caso, tanto si acabas de empezar como si la línea de meta está a la vista, siempre es un buen momento para evaluar cómo lo estás haciendo. Nunca es tarde para mejorar el rumbo.
Terminar bien la carrera significa llegar al final de tu vida sabiendo que Cristo fue exaltado a lo largo de los años
Veamos esto en tres etapas de la vida como pastor.
Etapa 1: Imaginación
El joven pastor mira hacia el futuro y ve un crecimiento explosivo en su iglesia, basado en sus grandes habilidades expositivas y visionarias. A esta la llamo la etapa de la imaginación.
Si estás empezando a plantar una iglesia o has retomado una ya existente, estas son algunas formas de evitar los peligros.
1. Recuerda que todos los miembros del cuerpo son un don para la iglesia.
Nunca debemos considerarnos mejores que los demás en el cuerpo, aunque carguemos con una gran responsabilidad. Hay solo un Salvador y tú no eres él. Entra con humildad y evitarás ser humillado por Dios.
2. Entrega tus expectativas al Señor. Es Su iglesia, no la tuya.
Puede que Dios te llame a predicar a miles, a cientos o a decenas. Puede que tus escritos se conviertan en éxitos de ventas del New York Times, o puede que acaben siendo un suplemento para el boletín de la iglesia. Dios puede ser glorificado en ambos casos.
3. Construye tu equipo en torno a la humildad, no al talento.
Me llevó años entender bien esto. Si tu equipo y tus líderes laicos carecen de humildad, incluso la persona con más talento puede convertirse en algo más que una piedra en el zapato. No se trata de restar importancia al talento o a los dones, pero si estos se mezclan con el orgullo, te espera un largo camino de noches sin dormir, reuniones incómodas y tensiones en todos los ámbitos de tu ministerio.
4. No escondas los problemas pequeños bajo la alfombra.
Este es uno de mis mayores pesares. Me encanta hacer las paces y tiendo a huir de los conflictos. Eso me ha costado caro. No es necesario responder a todas las preocupaciones, pero cuando uno siente que algo está podrido, es hora de revisarlo. Apagar una pequeña chispa es más fácil que apagar un fuego voraz. Tengo marcas de quemaduras que lo demuestran.
5. Decide pronto cómo vas a distribuir tu tiempo.
Algunos pastores pasan de treinta a treinta y cinco horas semanales preparándose para el domingo, mientras que otros solo dedican de ocho a diez horas para poder dedicar más tiempo a las visitas al hospital, la consejería o el discipulado. La Escritura nos da una dirección limitada aquí, pero estas decisiones deben tomarse con base en el lugar donde has sido llamado a pastorear y a tu propia personalidad. No importa cuánto hagas, algunas cosas quedarán sin hacer. Debes priorizar.
6. Lleva un registro minucioso de todas las reuniones personales.
Puede que los necesites más adelante. Nunca he sido bueno en esto, para mi propio mal. La memoria se desvanece, pero las notas no.
7. Desarrolla buenas relaciones con los que están en el liderazgo y con los que no lo están.
Esto te dará equilibrio en cómo percibes el estado del ministerio. Los miembros de la iglesia a menudo ven las cosas de forma diferente a los líderes. Los líderes no siempre pueden ver el bosque por los árboles y los que están en las sillas no siempre pueden ver los árboles por el bosque. Al igual que con la vista, se necesitan ambos ojos para una profundidad de campo adecuada. No seas un líder eclesial tuerto.
8. Busca sabiduría y dirección de pastores mayores.
Han dado varias vueltas a la manzana y saben dónde están las tapas de alcantarilla sueltas. Habla con ellos y apóyate en su experiencia.
Etapa 2: Experiencia
La segunda etapa del ministerio pastoral suele estar plagada de dudas. Es posible que tiendas a mirar hacia atrás en tu ministerio y centrarte en los fracasos. Esa es la carta de presentación del enemigo. Le encanta mantenerte distraído. ¿En qué me equivoqué en esta iglesia? ¿Por qué las personas son tan difíciles? ¿He estado fingiendo todo este tiempo? ¿He malinterpretado el llamado de Dios? ¿Debería haber sido ingeniero?
Como pastores nunca debemos considerarnos mejores que los demás en el cuerpo, aunque carguemos con una gran responsabilidad
En cambio, me encanta filtrar mis pensamientos a través de Filipenses, donde Pablo escribe desde la cárcel y anima a los lectores a estar gozosos. Eso es ironía tras las rejas y muestra un corazón que se consume más por lo que Dios está haciendo que por su propia situación.
Estas son algunas otras maneras de evitar naufragar durante esta temporada de ministerio.
1. Haz un inventario de tu historia como pastor.
¿Qué has hecho bien y qué podrías mejorar? ¿Dónde tiendes a dar más fruto? Cuando cumplí veinte años de ministerio, tuvimos una gran celebración para conmemorar las dos décadas de fidelidad de Dios. Tuve la oportunidad de ver a las personas cuyas vidas habían cambiado, pero recordé que nunca había sido «El show de Mike Minter». Cientos de personas a lo largo de esos años formaron parte de la obra que Dios estaba haciendo.
2. Considera qué correcciones de mitad de camino hay que hacer.
Busca amigos sinceros que te hayan observado a lo largo de los años. Ellos conocen tus puntos ciegos. He tenido hermanos muy queridos que han tenido el valor de decirme que me estaba agotando y que mis mensajes carecían de profundidad. Sabían que estaba cansado. El ministerio puede agotarte. También presenté mi renuncia una vez a principios de la década del 2000, después de que perdimos casi mil personas que se fueron a una megaiglesia local en pocos meses. ¡Eso sí que es un trauma ministerial! Sentí que estaba fracasando. Uno de los ancianos tiró mi carta a la basura y dijo: «Tenemos trabajo que hacer». En el fondo de mi corazón, sabía que estaba llamado a permanecer en el rumbo, pero el dolor de la pérdida era difícil de soportar. Estaba seguro de que el barco se hundiría. No sucedió; aquí estamos muchos años después. Sé sincero contigo mismo a lo largo de tus años de ministerio.
3. Toma nota de los cambios culturales que se han producido.
Las manifestaciones morales, éticas y tecnológicas son interpretadas de manera diferente por diferentes generaciones y trasfondos religiosos. Todo pastor debe conocer las narrativas culturales que palpitan en nuestra sociedad. Si no se es consciente de ellas, es posible quedar estancado. Pueden introducirse sin avisar y, antes de que te des cuenta, tu ministerio ya no muestra relevancia. Como alguien dijo una vez: «Están los que hacen que las cosas pasen, los que ven que las cosas pasan y los que se preguntan qué ha pasado». No pierdas el tren en esto.
4. Pasa tiempo con los jóvenes de tu iglesia y descubre cómo ven la vida.
Esto te abrirá los ojos. Obviamente, esto se puede hacer en cualquier etapa, pero después de una década o dos es bueno tantear el terreno con los jóvenes. Viven en un mundo diferente. Eso no era cierto hace treinta años. Entonces, parecía que las generaciones estaban separadas por centímetros. Hoy, Internet las ha separado por kilómetros. Me encanta sentarme con adolescentes y preguntarles cómo es su vida en la escuela y qué batallas enfrentan. Créeme, son sinceros.
5. Sé lo suficientemente honesto para discernir si realmente tienes un corazón para esto llamado “ministerio”.
Esta es una pregunta difícil, pero es necesario abordarla antes de que acumules décadas de remordimiento. ¿Hay fuego en tu vientre para enseñar la Palabra de Dios y cuidar de las personas? Si alguna vez lo tuviste, busca consejería sobre cómo reavivarlo. Al enemigo le encanta crear dudas y cuestionar nuestros llamados. Si, por otro lado, solo pensaste que esta era una manera de poner comida en la mesa, es tiempo de ir ante tu liderazgo y buscar consejo. Renunciar no siempre es lo peor del mundo. Además, si no estás llamado al ministerio, dejarlo puede ser lo mejor para tu familia.
Etapa 3: Espejo retrovisor
La tercera etapa es para el pastor que ha logrado sobrevivir veinticinco años o más. La llamaré la etapa del espejo retrovisor. Hay una mayor añoranza del cielo y un deseo de dejar un legado a la familia, la iglesia y los amigos. Puede ser la etapa más provechosa de tu vida.
Es el momento de reunirse con los seres queridos y contar historias de años pasados. Es el momento de reír y ver la vida a través de la lente de la sabiduría y la experiencia. Como su nombre lo indica, esta fase del ministerio también se convierte en un tiempo de reflexión, que puede engendrar remordimientos, y a veces incluso conducir a la depresión o a una profunda tristeza. Pueden surgir preguntas como ¿por qué no lideré mejor o pasé más tiempo con mi gente? Desearía haber sido mejor en la consejería. La lista de preguntas y dudas aflora como una ballena que sale a tomar aire.
No importa la edad que tengas como pastor (o pastor retirado), tienes tiempo para hacer las cosas bien
Obviamente, no podemos borrar los fracasos del pasado, ya sean fruto del pecado, de la debilidad humana o de la falta de sabiduría. Terminar bien la carrera significa vivir en el arrepentimiento diario. Terminar bien significa mantener una «conciencia irreprensible delante de Dios y delante de los hombres» (Hch 24:16). Este era un deseo supremo del apóstol Pablo, quien había perseguido a la iglesia y debió de tener muchos remordimientos en mente cuando se refirió a sí mismo como «el primero» entre los pecadores (1 Ti 1:15). ¿Por qué vio Dios a David como «un hombre conforme a Su corazón» (1 S 13:14) y rechazó a Saúl, que parecía tener menos pecados registrados? Porque David se arrepintió de todo corazón (como se expresa en los Salmos 32 y 51), mientras que Saúl persistió en su odio hacia David sin arrepentirse, poniendo excusas por su desobediencia.
Chuck Swindoll dijo una vez: «Nunca es demasiado tarde para empezar a hacer lo correcto». Es una afirmación sabia. No importa la edad que tengas como pastor (o pastor retirado), tienes tiempo para hacer las cosas bien. Una conciencia tranquila es un componente clave para terminar bien la carrera. Ninguna almohada es lo suficientemente suave para calmar una conciencia culpable.
Una vez más, terminar bien es terminar con el menor número posible de remordimientos. ¿Hay cabos sueltos en las relaciones que deban sanarse? ¿Hay personas que han servido fielmente y a las que hay que dar las gracias? No dejes ningún cabo suelto y terminarás bien la carrera.
Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Eduardo Fergusson.
Nota del editor:
Este artículo es una adaptación de Stay the Course: A Pastor’s Guide to Navigating the Restless Waters of Ministry [Mantén el rumbo: Una guía para navegar las aguas turbulentas del ministerio], de Mike Minter (B&H, 2022).