28/07/2024
"LA PITUCA, EL QUE ENLOQUECIÓ DE AMOR "
Son las 4 de la tarde y suena “Mueve tus botitas” de Kc and the Sunshine Band, los chamacos saltan de sus lugares y jalan a las chavas que están sentadas en las sillas de madera alrededor de la pista del Viejo Casino Tuxtleco….
En medio del centenar de chamacos que bailan al ritmo del grupo La Familia, destaca uno que gira sobre su eje, agita su melena, y mueve sus piernas como si hiciera un pase de futbol, alternadamente izquierda y derecha, moviendo su cuerpo como si desde los pies recibiera una onda eléctrica que lo hace ondularse, como cuando uno sacude una vara de pituti, es La pituca; que se dice, vive por cantarranas y es machín.
No se le conocen amigos, tampoco una chava, solo se le mira por la zona de la prevo, en el sospó o en el INJUVE jugando futbol y los domingos en las tardeadas del Casino Tuxtleco, viejo salón de baile, que tiene un enorme plafón lleno de pequeños focos que simulan un cielo estrellado, pero que para 1977 pocos focos funcionan.
Siempre se paró cerca de la puerta, siempre ausente, de mirada perdida, recargado en la pared, luce pantalón acampanado, zapatos flexi de suela de goma, como todos los que llegábamos al Casino, esperando a que abrieran la puerta para entrar a danzar.
Como siempre después de bailar suele estar solo, abismado, en su lugar. El Casino despareció como en 1978; cuando salieron las discotecas los chavos nos fuimos a ellas, abandonamos el viejo salón y con él a muchos de sus personajes, entre ellos a la Pituca.
En 89, lo encontré en su barrio el Canta ranas ya vestido de túnica blanca, guitarra en mano, sentado a las afueras de la balconería del Gil. Se había convertido en coco de los niños, Lo miran con temor por su aspecto de vago y porque les asusta que habla solo. Canta viejos éxitos de Roberto Carlos, Camilo Sexto y maldice a las mujeres después de cada canción.
El dueño del caserío el Oscar Borras, le dice -“ya cállate con esa pi**he canción, si tanto quieres a la vieja ve a buscarla, La Pituka, masculla entre dientes “-pi**he chavo no aguanta vara” ¿Tú qué sabes de amor, si nunca te han amado? Le inquiere. El Borrás, se enoja y amenaza con tirarle su vaso de trago, cosa que nunca sucede, porque Gil calma al Borrás, La Pituca fiel a su pasividad, se para, toma su guitarra, gira sobre su eje, deja hablando y mentando madres al Borrás.
-¿Estás seguro pi**he Pituca? No voy a trabajar de vicio ca**ón ¡cuidado me sales con que te rajas!
-Si, seguro pi**he Gil. Así ya me voy olvidar de esa cabrona….
En cantarranas, cuenta la leyenda que a la Pituca le puso el cuerno su mujer, que la cachó con su mejor amigo y que por eso se volvió loco, sin dirección, quedó atrapado en el odio, consolado por su guitarra y su fiel caguama.
Dicen que pidió ayuda de dios, que rezó, realizó mandas y no halló solución a su mal de amor. Como nunca llegó la ayuda celestial, decidió encarnar a Cristo, el hijo de dios que se sabe, murió célibe. Entonces le pidió a su madre le hiciera una túnica blanca y fue con el Gil para que le hiciera un cinturón de castidad.
-Haber levántate la nahua.
La Pituca se levanta la túnica que ya no luce blanca, deja que el Gil le acomode el cinturón, que esta hecho de lamina y cuero, al que Gil. cierra con un pequeño candado. Es el instrumento que le hará olvidar el pecado original.
Se persigna, gira sobre su eje y agarra en dirección de la iglesia del Carmen….en menos de 15 minutos está de regreso. -Te lo dije culero, que no te iba yo a quitar el cinturón si te rajabas…ahora chíngate, -Ya pues Gil no seas malo, ya estoy todo escaldado… los que están en el taller del Gil sueltan la carcajada.
Ni madres, ¡te chingas pi**he Ramón! El Gil con sonrisa sádica , le muestra la llave y se la guarada en su bols.
El Borrás apoya la medida de dejar a la Pituca con el cinturón de castidad
-que se joda por pendejo y lárgate de acá, ¡¡pi**he marihuano! Dice el Borrás con su vaso de trago en la mano.
Empieza un suplicio que duró toda la tarde, hasta que el Gil aburrido de los llantos decide quitarle el cinturón de castidad. Saca la llave y abre el candado, La pituca da pequeños saltos de alegria.
-Te juro Gil que no necesito de eso para no volver a pecar….sentencia La Pituca.
Riela el calor en Tuxtla, el calor que está a punto de fuego purificador, un calor que curte la piel, que deja surcos en la cara de la Pituca, que sigue vistiendo de túnica que un día fue blanca, metralleta de palo en el hombro, como si fuera comandante zapatista, de barba y melena canosa, convertido en un Cristo guerrero, luce en el pecho medallón religioso de cartón y un crucifico con el Cristo en el que se ha convertido, un Cristo que toca la guitarra y que promete y sentencia a quienes viven en el pecado original.
El crucero de 5 de Mayo, es el centro de su vida, donde predica, donde balbucea palabras y talonea, ahí, en donde estuvo la Prevo. Se acerca al vehículo que conduzco y de inmediato me ubica, diciéndome con familiaridad.
-Un varito carnal, ta duro el calor…. Vos sos buena gente, ¿te acordás de mi?
-Simón Ramón, le contesto.
-Te sabes mi nombre, chido me voy a tomar una Kawasaki a tu salud, estira la mano y le doy unas monedas….
Es el mismo Pituca que conocí de Chavo, al que no mató el desamor, el que han desollado en las redes sociales, el que soporta el olvido, el que camina y camina sin salir del mismo lugar, como cuando bailaba como trompo, en su eje en el mismo lugar.
Hace su paso de baile, justo el que hacía en el casino Tuxtleco, gira sobre su propio eje y se va caminando entre los carros, que esperan el verde del semáforo.
Camina como cuando se metía entre los bailarines del Casino Tuxtleco que celebrábamos su estilo, se acerca a la banqueta de la primaria Juan Benavides, la única banqueta de la avenida central con árboles y sombra, la que ha convertido en su oasis, ahí es donde guarda el producto de su talón, su caguama que lo salva del pecado original y del infernal calor de Tuxtla.