17/01/2025
Un par de guantes, un encordado, y la magia comienza. El boxeo no es solo un deporte, es una pasión que late con fuerza, un amor que se forja en cada golpe y una disciplina que moldea el alma. Aquí no hay espacio para la ira, la furia o la violencia; el boxeo es nuestra lección de lealtad, nuestra prueba de dignidad y el recordatorio constante de que nunca hay que rendirse.
En mi familia, el boxeo es mucho más que sudor y esfuerzo. Ha sido un refugio, un escaparate de amor y diversión, un lenguaje silencioso que une corazones. Cada combate nos enseña a resistir, a levantarnos tras cada caída, porque aquí nadie se quiebra, nadie se raja.
Hoy somos cuatro hermanos en un ring imaginario. Suena la campana, apretamos la mandíbula, levantamos la guardia. No importa cuán difícil sea el round, sabemos que el verdadero combate no es contra un rival, sino contra nuestros propios límites.