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LAS MANOS. Un escrito muy a la mano sobre  las manos en un pueblo otomí, en Suplemento Ojarasca de septiembre. Por Ignac...
23/09/2024

LAS MANOS. Un escrito muy a la mano sobre las manos en un pueblo otomí, en Suplemento Ojarasca de septiembre. Por Ignacio Villanueva.

Las manos son una parte del cuerpo humano; unas son zurdas, pues escriben, filetean, patean, batean o caminan por la izquierda. De igual manera la palabra mano hace referencia al prójimo: qué uvas o quiubas mano; mana o manita de cariño si tiene cara de mujer: cómo has estado, manita. Asimismo dicho vocablo alude al primero o la primera en la lista de participación en equis o tal actividad: “mano, tras, tercera”, gritan —una después de la otra y en bolita— unas niñas futbolistas que se disponen a tirar penales. O bien, en otra acepción, indica un apoyo: échanos la mano, compita, no seas malo. Las manos, remacha el Subcomandante Insurgente Marcos, “son las figuras que suelen tomar los corazones cuando se encuentran” (México, D.F., 28 de marzo del 2001).

En San Francisco Xochicuautla, no se diga antes, los colados de las losas de concreto de las casas son una muestra de solidaridad, mano y ayuda. Durante los preparativos para dicha jornada laboral: la mano y la boca recurren a su gente, a sus allegados y a quienes les tendieron la mano en esta ardua labor cuando la necesitaron; allá van, de casa en casa, la primera guiando el recorrido, la segunda saludando primero y haciendo la invitación, por lo regular para el día domingo, temprano.

Posdata: anteriormente los colados eran más pesados: la revoltura de arena, cemento, grava y agua se hacía en el suelo, a todo pulmón y con la pala en la mano, nada de revolvedoras (olla o trompo).

Friega que se aligera con el relajo, el chesco y los alimentos calientitos que además llevan el gusto y la magia y el sabor de las acomedidas xochis. Ai tienen, por decir algo, que alguien tira accidentalmente el bote redondo con “mezcla” que lleva cargando en el hombro; momento para organizar una bulla y cotorriar al botero: ¡mejor consíganle un bote cuadrado! ¡No es eso, es que no ve bien, no trai sus lentes cuadrados! Todos ríen. Al terminar la tarea siguen los cuetes, la comilona con un buen de “gordas” saliditas del comal, y continúa la convivencia y el ambiente musical con la “muñeca, por qué es que te portas así”.

Atentamente: el corazón que sueña y vive, Xochicuautla, agosto del 2024.

https://ojarasca.jornada.com.mx/2024/09/13/las-manos-8624.html

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Ilustración: Mauricio Gómez Morín

La mejor estatua en Los Pinos es la de VICENTE FOX y la "indita" agarrada a su pierna. Ese sí se creía salvador de los p...
22/09/2024

La mejor estatua en Los Pinos es la de VICENTE FOX y la "indita" agarrada a su pierna. Ese sí se creía salvador de los pobres. Con el tiempo, a la "indita" le puso un changarro. Tantán.

Carta a Claudia Sheinbaum. PARA UNA POLÍTICA MIGRATORIA DEL ESTADO. Colectivos y organizaciones civiles se expresan en O...
22/09/2024

Carta a Claudia Sheinbaum. PARA UNA POLÍTICA MIGRATORIA DEL ESTADO. Colectivos y organizaciones civiles se expresan en Ojarasca 329, en septiembre

En una carta dirigida a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, diversas organizaciones y movimientos sociales, preocupados por los avances democráticos y la defensa de los derechos humanos en México, dijeron compartir con la presidenta entrante “la esperanza de construir un país sin violencia”. En un pronunciamiento conjunto, destacan haber realizado en años recientes “acciones que buscan favorecer el análisis de la violencia abordando las causas estructurales que la generan y contribuir a disminuirla en nuestro país”. Algunas de sus propuestas las hicieron llegar al Ejecutivo Federal en febrero del 2023.

“Nos convoca a trabajar un gran desafío: la lucha contra la violencia y la construcción de paz. Nos abocamos a una de las más crecientes violencias producto del modelo hegemónico de desarrollo: la sobrevivencia y los derechos del migrante”. Sostienen que “vivimos la época de mayor migración histórica”, cuando las fronteras norte y sur de México son de las más transitadas. “Los migrantes son víctimas de violencia por grupos del crimen organizado y de personal institucional. El secuestro, tráfico de personas, cooptación, violencia sexual y extorsión por grupos criminales y autoridades federales y estatales son eventos que provocan el sufrimiento de miles de niñas, mujeres y familias enteras que transitan y sobreviven a múltiples peligros, vejaciones, injusticias, abusos y mercantilización de sus cuerpos. Todos esos eventos son prácticas cotidianas que se han normalizado en nuestra sociedad y afectan la dignidad, derechos, existencia y salud mental de los migrantes”.

Los migrantes que llegan al albergue de Ixtepec, Oaxaca, han manifestado que miembros del Instituto Nacional de Migración (INM) y la Guardia Nacional amedrentan a la población de paso, exigiendo un pago por atravesar el territorio nacional. “Hay testimonios de detenciones represivas. Estos hechos los revictimizan y los hacen más vulnerables ante los grupos criminales. Se inventan delitos y se falsifican actas de nacimiento que han sido denunciados como actos de corrupción de las fiscalías”. Consideran que los albergues son insuficientes, no tienen presupuesto, presentan sobresaturación y sobrecosto de los servicios.

La Comisión Mexicana de Ayuda a los Refugiados (COMAR) “no actúa de manera igualitaria en todas las regiones, la falta de equipo y de presupuesto le impide a su personal trasladarse a los albergues para realizar los trámites y dar atención a las solicitudes de refugio”. Desde hace un año el INM canceló el oficio de salida, añaden, “lo cual trajo como consecuencia que las personas en tránsito recurrieran a la Tarjeta de Visitante por Razones Humanitarias (TVRH)”. Sin embargo, la TVRH “tiene limitantes legales pues no es para todas las personas”. La gran mayoría se ve obligada a caminar por la selva y la sierra, convirtiéndose en víctimas del crimen organizado, expuestos a ser detenidos por las autoridades migratorias y deportados a la frontera con Guatemala.

Mientras de Chiapas a Chihuahua, grupos criminales atacan a la población local y la despojan de tierras, provocando migración interna y desplazamiento forzado, “los migrantes temen denunciar y el que lo hace es asesinado”. Dichos grupos “son al mismo tiempo causantes y explotadores de la población migrante”.

En un recorrido reciente por la frontera sur, los organismos civiles escucharon testimonios de mujeres y hombres “de extraordinaria solidaridad que, en la búsqueda de mitigar el sufrimiento, calor, hambre y sed de los migrantes, los hospedan en sus casas y dan su tiempo voluntariamente para atenderlos en los albergues”. También asociaciones e iglesias solidarias que crean centros de hidratación y albergues. “Son muchas, pero insuficientes, las acciones y solidaridad de las organizaciones sociales y del pueblo mexicano para con los migrantes. Sus necesidades, riesgos y peligros requieren de una política pública para proteger y garantizar los derechos humanos en el libre tránsito por nuestro país”.

Por lo demás, “a pesar de que nuestros migrantes que laboran en Estados Unidos realizan una gran aportación económica a México, no tenemos una política de Estado digna de atención al migrante”.

Para erradicar la violencia “es necesario abordar las causas que potencian la migración, al tiempo que proteger y garantizar los derechos humanos de los migrantes que transitan por nuestro país o deciden permanecer en México”. Ennumeran varias propuestas:

* Generar un diagnóstico de la problemática migratoria en México, particularmente en cuanto a violación y protección de derechos humanos, así como sumar a los migrantes en Estados Unidos, para que sus propuestas sumen a lo que se proponga desde México.

* Crear una institución de defensa del migrante para la prevención de riesgos y su protección que se vincule con los defensores, albergues, fiscalías, derechos humanos, observatorios ciudadanos estatales y nacional, observatorios concéntricos, etcétera.

* Construir corredores humanitarios para los migrantes en las rutas de mayor peligro.

* Una estrategia con operativos especiales para el desarme de los grupos criminales, quitarles el control mercantil de los migrantes y romper ese círculo perverso de expulsión, as*****to, extorsión, robo, venta, tráfico y violencia interminable.

* Una política migratoria de Estado que aplique la ley que los identifica y protege como desplazados o ciudadanos en tránsito.

* Reforzar las instituciones (COMAR, INM, aduanas, Guardia Nacional) con capacitación en derechos humanos, castigando a los responsables de violar los derechos del migrante.

* La presencia de COMAR debe ser más cercana a los albergues.

* Implementar más oficinas del INM en diferentes puntos estratégicos para recabar las firmas y trámites relativos a la condición de refugiado. El INM debe restaurar el oficio de salida y aumentar el tiempo de estancia en el país. Hacer más clara y explícita la Tarjeta de Visitante por razones humanitarias, la forma de tramitarla por causales de delito, ya que actualmente es confusa la vía para obtenerla.

* Proporcionar una guía del migrante y restablecer el programa de regularización temporal migratoria. Los migrantes tienen derechos específicos que deben ser protegidos por el gobierno mexicano: identidad, seguridad, legalidad, libertad de tránsito, no discriminación, salud, trabajo, asilo, vivienda, consulados, protección del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), COMAR, Organización Internacional para los Migrantes (OIM).

* Crear albergues y mecanismos para que los migrantes puedan ser atendidos por servicios de salud física y emocional y centros de hidratación.

Evitar tanta violencia y sufrimiento a los migrantes contribuye también a la justicia, genera condiciones de seguridad y contribuye a nuestra propia paz social con trascendencia geopolítica mundial.

Las consecuencias del modelo que depreda, extermina, expulsa, nos exigen responder con mayor resiliencia solidaria en todas nuestras relaciones, y con acciones que garanticen el bien común, la inclusión y el cuidado de la vida.

Esperamos que estas propuestas se sumen a las suyas y a su compromiso por construir y hacer con todo el pueblo de México una nación incluyente, intercultural, justa y solidaria.

Entre otros firmantes aparecen: Servicio Internacional Cristiano de Solidaridad para América Latina Oscar A. Romero, Centro Universitario Cultural, Centro de Derechos Humanos fr. Francisco de Victoria, Servicio Pastoral a Migrantes San Martín de Porres, Comisión de Solidaridad y Defensa de los Derechos Humanos, Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra Atenco, Iniciativas para el Desarrollo de la Mujer Oaxaqueña, Albergue Hermanos en el Camino (Ixtepec, Oaxaca), Divina Misericordia (Arriaga, Chapas), Casa Tochan, Albergue Migrantes (CDMX), Casanicolás (Casa del Migrante, Nuevo León), Melel Xojobal (Chiapas) y Parroquia de San Isidro Labrador (Arteaga, Coahuila).

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Cruce de migrantes en el río Suchiate, Chiapas. Foto: Ojarasca

https://ojarasca.jornada.com.mx/2024/09/13/para-una-politica-migratoria-de-estado-6959.html

UN ACTO DE AMOR.  Maricela López García, masehual, refiere el intento de erradicar la lengua originaria como un "acto de...
22/09/2024

UN ACTO DE AMOR. Maricela López García, masehual, refiere el intento de erradicar la lengua originaria como un "acto de amor" de sus padres. Breve y contundente relato en Ojarasca de septiembre.

Era muy pequena para entender el porqué vivía en la ciudad si yo amaba el campo, si yo era agua sobre los árboles, sobre los animales y el viento. Hablé náhuatl con mi madre al menos hasta mis primeros cuatro años, entré al preescolar y se me dificultaba interactuar con mis compañeros, sólo cruzaba el portón y empezaba a llorar gritando por mi madre pues no quería estar ahí. Empecé a hablar español forzosamente para poder entender las voces de mi alrededor.

“Su hija es hiperactiva”, era lo que la maestra le decía a mi madre casi todos los días después de clases. Ahora que entiendo esto, sé la razón, no estaba acostumbrada a estar en lugares muy cerrados, me gustaba correr, gritar, brincar, subir y bajar sin cansarme y no sólo quedarme sentada en una silla escuchando y asimilando. Mi madre tomó una decisión que creía que era lo mejor para mí, así borraría de mí lo que algún día ella fue. Con esfuerzo aprendimos a hablar y escribir en español, no sabía, pero yo tenía unas habilidades superpoderosas para aprender, o al menos mi madre me decía eso.

Era sorprendente cómo aprendí tan rápido esa lengua que siempre nos han impuesto, pero lo tenía que hacer, pues estaba en un lugar en donde no pertenecía y tenía que adaptarme. No comprendía cómo cambié, cómo mi madre cambió. Ella bordaba todos los días por las tardes sentada en una silla en el patio de la casa en donde vivíamos, escuchaba sones por la radio de Cuetzalan. Éramos felices hasta que después de un tiempo lo dejó de hacer. Mi madre con sus bordados le daba color a mi vida, era lo único que me gustaba y me hacía recordar la vieja casa, y de un día a otro esos colores se apagaron. Apagaron a mis padres, así como de mí alguna vez lo hicieron. Ya sólo hablaba español y me di cuenta que la lengua de mis padres ya la había olvidado.

He escuchado las historias de mis amigos tsotsiles, tsetsales, nahuas y totonacos, y pareciera que escribieron la misma historia para nosotros. Nuestros padres nos alejaron de todo lo que nos hacía sentir como ellos, para no ser menospreciados, para no repetir la historia que ellos vivieron. No los culpo, pues ellos querían lo mejor para nosotros, afortunada o desafortunadamente ser de un pueblo originario nos ha hecho sentir diferentes. Desde niños perdimos nuestra lengua, colores, historia y conocimiento. Y está claro; fue un acto de amor.

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MARICELA LÓPEZ GARCÍA, mujer maseual originaria de Nectepec, Zacatipan, Cuetzalan del Progreso, Puebla.

https://ojarasca.jornada.com.mx/2024/09/13/un-acto-de-amor-5482.html

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Foto cortesía de la autora

EL BARCO DE ESCLAVOS en Ojarasca de septiembre.PRISIÓN MÓVIL, TRANSPORTE, MÁQUINA DE GUERRA, FACTORÍA. Un ensayo de Ramó...
21/09/2024

EL BARCO DE ESCLAVOS en Ojarasca de septiembre.
PRISIÓN MÓVIL, TRANSPORTE, MÁQUINA DE GUERRA, FACTORÍA. Un ensayo de Ramón Vera-Herrera sobre la esclavitud negra en América y la obra del historiador Marcus Rediker.

Sería inentendible la globalización sin el proceso de la esclavitud entre el siglo XV y el siglo XIX. La abducción, violenta siempre, que ocurrió para millones de personas en ese periodo, desató un torrente de repercusiones que llegan hasta hoy.

Hay muchísimos tratados para entender los procesos de esclavitud, las plantaciones, los negocios turbulentos que lograron configurar un negocio de siglos, de dimensiones millonarias. Se han documentado las guerras en África que tuvieron como efecto que quienes vencieron vendieran a los derrotados para deshacerse de ellos sabiendo que eran guerreros, princesas, sabios y sabias, pescadores, carpinteros, campesinos hábiles en dilucidar las noches y las etapas del año, que tal vez sabían curar, o tenían ideas de cómo ejercer la justicia. Y los mercaderes esclavistas también lo sabían. En sus cálculos era bueno saberlo para poder venderles con mayor ventaja conociendo sus habilidades, y era bueno ignorarlo, para someterles a la ignominia de volverlos objeto y alejarlos como mano de obra utilizable al arbitrio y antojo de los amos de las plantaciones del otro lado del Atlántico.

Marcus Rediker, su autor, asume un novedoso punto de mira, que le permite asomarse a la complejidad de los procesos, a la industria que impulsara la logística de los viajes, a los procesos desatados en donde esclavas y esclavos eran capturados por sus enemigos, y al auge de las ambiciosas plantaciones que los recibían. El foco de Rediker lo sitúa en lo que se ha dado en llamar “el Pasaje Intermedio”, the Middle Passage. Todo lo ocurrido durante el trayecto entre la captura y la venta, entre África y América en los barcos destinados a transportar esa extraña nueva mercancía, esa commodity: hombres, mujeres jóvenes, gente mayor, niñas y niños que habrían de cubrir alguna necesidad en la producción expansiva propiciada por las economías de enclave con su impulso a la extracción de vastos minerales, sobre todo la plata, y al cultivo extensivo de caña de azúcar, algodón, café, tabaco, palo de tinte, sisal (hoy conocido como henequén) y un largo etcétera.

Son entonces los protagonistas centrales los barcos de esclavos, esa combinación esquemática entre transporte, prisión, máquina de guerra y fábrica. Y por supuesto, la indagación detalla mediante infinidad de relatos la vida cotidiana de esclavas y esclavos, de la tripulación que maniobra los barcos y que tiene que lidiar con esa carga humana que está dispuesta a rebelarse con cualquier oportunidad abierta en las consideraciones de autoridades, dueños y oficialía, de la tripulación en pleno, o en algún descuido que ocurra en esa travesía cargada de tales tensiones. Hablamos en términos globales de millones de personas:

Durante los más de cuatrocientos años que duró el comercio de esclavos, de finales del siglo quince a fines del siglo diecinueve, unos 12.4 millones de almas fueron abarrotadas en los barcos de esclavos y cargadas por el “Pasaje Intermedio” a través del Atlántico a cientos de puntos de entrega que se extendían por miles de millas. En este aterrador trayecto, 1.8 millones de estos esclavos murieron. Sus cuerpos fueron arro jados por la borda a los tiburones que seguían a los barcos. La mayoría de las 10.6 millones de personas que sobrevivieron fueron lanzadas a las sangrientas fauces de un sistema de plantaciones asesino al que habrían de resistir de todos los modos imaginables. (p. 5)

Pero la muerte fue pronta para mucha de la gente apresada pues murió entre su punto de captura y su llegada a los barcos que esperaban en la costa —mientras los arrastraban en cuerdas de cautivos marchando a pie hasta los puntos de compra-venta. Hablamos de un 15 por ciento adicional de muertes durante el pasaje por tierra, “lo que incluye a quienes murieron en tránsito o siendo retenidos en las barracas y factorías de la costa, lo que sugiere la muerte de casi dos millones más de mu***os en África”. Si vamos sumando porcentajes —pensando en quienes no sobrevivieron al primer año en las plantaciones—, podemos totalizar unos 5 millones de hombres, mujeres y niños mu***os. En la aritmética política del comercio de esclavos esto puede traducirse a que sobrevivieron 9 millones esclavizados en sus exhaustivas labores, como “ganancia” de los 14 millones que fueron esclavizados para producir ese terrible rendimiento. Y dice Rediker: “Estas cifras son más escalofriantes porque quienes organizaron este comercio humano sabían de las tasas de mortandad y continuaron, de todos modos. El ‘desperdicio’ humano era simplemente parte del negocio, algo que se calculaba en la planeación”.

En esos barcos ocurren dramas paralelos. El primero y más obvio es la abducción de millones de personas
y el maltrato extremo al que fueron sometidas. El segundo drama es entre la tripulación y los esclavos, porque la violencia de alimentación forzada, los hacinamientos, los aislamientos, los castigos corporales incluido el látigo o la violación de las mujeres cautivas, no debemos pasarla por alto porque su resultado es la commodity para el mercado internacional que tal fábrica produce: mano de obra lo suficientemente domesticada a la que se le intenta borrar la identidad, a la que se le despreció al límite para refrenar su impulso natural a rebelarse.

Los obreros en esa producción son los marinos, en general la tripulación que entre sus tareas diarias está la de doblegar a sus prisioneros. En esa “danza”, dice Rediker, los marinos los suben a bordo, los acomodan en las entrañas del barco, les obligan a hacer ejercicio, los intentan mantener sanos, los disciplinan y los castigan.

El tercer drama es la resistencia, que va de la huelga de hambre al amotinamiento o el suicidio, pero también la metamorfosis con la que algunas mujeres u hombres audaces e imaginativos atraen a sus captores, al aprender “el lenguaje y los saberes técnicos, o los trabajos de mantener y maniobrar el barco”.

Para vencer en ese tercer drama hay que superar la contradicción de la propia gente esclavizada, que proviene de diferentes clases o castas sociales o religiosas, diferentes “etnicidades” y géneros “que han sido arrojados todos revueltos a la cubierta inferior plena de horrores del barco de esclavos. Cómo puede comunicarse esta multitud de gente negra, de tantas diferentes descripciones”. Y no obstante

hallaron siempre modos de intercambiar valiosa información de todos los aspectos de su predicamento, a dónde los llevaban, cuál podría ser su destino. Y enmedio del brutal aprisionamiento, el terror y la muerte prematura, se las arreglaron para ejercer en común una respuesta de autoafirmación creativa: idearon nuevos lenguajes, nuevas prácticas culturales, nuevos lazos, y una naciente comunidad entre todas estas personas a bordo del barco. Se llamaban entre ellos “shipmates”, “compa de barco”, equivalente a hermano o hermana, y como tal inauguraron un parentesco “ficticio” pero muy real que reemplazara el que había sido destruido con su abducción y su esclavitud en África. Su creatividad y resistencia les hicieron colectivamente indestructibles, y de ahí que existe una magnificencia en este drama. (p. 8)

Un cuarto drama, ejercido en la geopolítica del comercio esclavista, fue la reivindicación de la humanidad versus la cosificación extrema con fines de lucro. Este conflicto duró los cuatrocientos años que se mantuvo el comercio de esclavos y más. Y se mantiene hasta nuestros días, sin agotarse en la lucha contra “el racismo” como categoría abstracta.

Tenemos que entender cómo se fueron construyendo, por lo menos en el contexto del comercio de esclavos, las categorías cosificadoras. Para Marcus Rediker, si la tripulación “producía” esclavos al interior de la fábrica-barco “duplicando su valor económico conforme transitaban del mercado del Atlántico oriental al Oeste forzándolos a ser obreros en la economía mundial del siglo dieciocho y después”, también producía la categoría “raza”.

Al principio del viaje, los capitanes contrataban a una tripu lación abigarrada de marinos, quienes, en la costa de África se convertirían en los “hombres blancos”. Al inicio del “Pasaje Intermedio”, los capitanes cargaban a bordo de la embarcación una colección multiétnica de africanos, quienes, en los puertos de América, se tornarían en “la gente negra”, “la raza negra”. Entonces el viaje transformaba a los viajeros. Tanto la capacidad de guerra, el aprisionamiento y la producción fabril de mano de obra racializada dependían del ejercicio de la violencia. (p. 10)

El libro de Marcus Rediker continúa con un recuento de relatos e historias, anécdotas y sucesos ocurridos durante ese “Pasaje Intermedio”, antes de volcarse a deconstruir la evolución del barco de esclavos en su cualidad múltiple de prisión móvil y máquina de guerra, de fábrica empeñada en cumplir los requisitos de los dueños de plantación. El libro se detiene también en los corredores africanos que llevan hacia el “Pasaje Intermedio”, detallándonos los vericuetos del comercio, la abducción de poblaciones, el diseño de los barcos para ser realmente calabozos flotantes, y por supuesto la transformación de cautivos en “compas de barco”, “hermanos de encierro”, lo que prefigura las resistencias que habrían de ocurrir por toda América, comenzando con la evasión de los cimarrones, las colonias de negros libres, su asociación con piratas y otros libertarios y todo lo que fue configurando la historia de América.

Entre las historias que van dibujando al barco de esclavos como un fantasma que puebla los mares dando forma al capitalismo contemporáneo, no puede faltar la de aquel que en su desesperanza dejó de comer, se hundió en el estupor y terminó cortándose la yugular, con las uñas, desgarrándose literalmente la garganta. Aquella otra mujer, una cautiva que mantenía el orden entre los esclavos y los organizaba en la esperanza de que todos pudieran llegar vivos a América, pero que chocó con la autoridad de uno de los oficiales al que no le gustó que alguien de entre los esclavos pudiera tener más autoridad que él, por lo que ante la desobediencia de la mujer, la cortó con un látigo de nueve colas conocido como “el gato”; ella se defendió pero el oficial pudo cortarla dos o tres veces más hasta que cayó de repente mu**ta en cubierta.

La historia de Sarah es muy legendaria porque su belleza y su audacia la hicieron encabezar una rebelión, junto con una mujer mayor, tras irse ganando la voluntad de los esclavos, pero sobre todo de la tripulación a la que fascinaba, por lo que pudo hacerse de alguna herramienta con la que grupos de cautivos lograron soltarse los grilletes e intentaron asaltar el buque. Pese a su participación en el levantamiento, Sarah sobrevivió el “Pasaje Intermedio” y fue vendida en Granada en 1787. Antes de eso pudo enamorar a públicos arrobados con su despliegue de tradiciones de baile y canto, que se conjuntaban con su resistencia.

Las historias de levantamientos, motines, abiertas rebeliones e incluso suicidios masivos pueblan el libro y tiñen las acciones de capitanes y oficiales que desfilan en sus desfiguros o sus breves recaídas de humanidad y nos abren las emociones de personajes que sucumbieron al viaje o lograron notoriedad por su entereza y su presencia. Algo que sin duda es el fondo del asunto.

Para convertirles en mercancía, el dispositivo de violencia portátil les robaba todo, comenzando por la presencia. Si alguna o alguno se atrevía a aparecer como persona real era latigueado, se le dejaba sin comer, se le secaba al sol amarrado, o literalmente se le arrojaba a los tiburones que acompañaron ese “Pasaje Intermedio”, adquiriendo también su mala fama actual. En un caso extremo, a una mujer la amarraron de las axilas y la bajaron hasta el agua para que los tiburones le comieran toda la parte inferior del cuerpo, y luego la elevaron para que quedara de ejemplo de que no debían transgredir ninguna orden de la oficialía.

El relato nos sumerge en las entrañas de los barcos de esclavos y desnuda el proceso completo de su comercio, la activación de dispositivos mecánicos, la industrialización transformadora que modernizó y sofisticó las embarcaciones para ejercer su trabajo global y su cuádruple función al servicio del capitalismo mundial, no sólo colonial.

La evolución del barco de esclavos, con sus tres mástiles y su mayor capacidad, la eficiencia de un velamen organizado entre sus múltiples paños particulares, con su cordaje y sus palancas, y el mayor calado y tonelaje, más el armamento de cañones de los buques, no es sólo una modernización “científica”, sino la evolución del capitalismo en lo que sería el núcleo de su expansión globalizante. Un boyante tráfico humano que buscaba aumentar la productividad, a la vez que abarataba al mínimo el costo de la mano de obra, mientras ejercía el extractivismo a tope y producía, fabricaba, las condiciones para que esto se perpetuara, dejando ganancias entre los captores africanos, los armadores y las sociedades esclavistas que fletaban los barcos, y los dueños de plantaciones en las Américas.

Como contrapunto de esta historia de afianzamiento del capitalismo fundado en la miseria extrema de personas cosificadas, es vital saber que el comercio esclavista comenzó a menguar de tajo cuando se interrumpió el flujo de la plata mexicana con que se pagaban los exquisitos paños de algodón de China e India, que a su vez costeaban las multitudes de esclavos procedentes de África. Esto ocurrió en 1810 con la Independencia de México, según nos relata otro gran historiador, John Tutino, en Creando un nuevo mundo. Los Orígenes del capitalismo en el Bajío y la Norteamérica española (FCE, 2016).

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Marcus Rediker ha logrado gran notoriedad en los últimos veinte años, además de ser profesor distinguido de Historia Atlántica en la Universidad de Pittsburgh, por sus historias “desde abajo” que incluyen The slave ship. A human history, que obtuvo ya varios premios como el George Washington Book Prize, y se tradujo a 17 idiomas. Entre sus obras más conocidas se encuentran El indomable Benjamin Lay (editado en castellano en México por Heredad, 2021) y el famoso relato sobre la rebelión en la goleta Amistad, The Amistad Rebellion, que ganó el Homer Babbit Book Award. Produjo un filme, Ghosts of Amis­tad, con el director Tony Buba, que narra el viaje a visitar en Sierra Leona a los esclavos evadidos que se apoderaron del barco esclavista Amistad en 1839.

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Grabados de Elizabeth Catlett

https://ojarasca.jornada.com.mx/2024/09/13/el-barco-de-esclavos-prision-movil-transporte-maquina-de-guerra-y-factoria-7039.html

¿A DÓNDE VAN LOS PUEBLOS ORIGINARIOS? Umbral de Suplemento Ojarasca en septiembre. En la coyuntura de un fin sexenal sig...
20/09/2024

¿A DÓNDE VAN LOS PUEBLOS ORIGINARIOS? Umbral de Suplemento Ojarasca en septiembre.

En la coyuntura de un fin sexenal significativo para la experiencia política del país, marcado por una polarización ideológica estridente y no siempre sensata, y un caudal de sufragios que cimienta una evidente mayoría partidaria, se necesitan reflexiones críticas, no sólo recuentos apologéticos. En medio del triunfalismo oficial, no ha sido fácil la relación del régimen con los movimientos sociales, que la formalidad partidaria desestima y la derecha teme hoy como siempre.

Nada será suficiente para negar el impacto y la importancia ciudadana de las protestas feministas recientes; de las propuestas, protestas y acciones prácticas de los defensores del territorio y el medio ambiente; el incesante clamor nacional por los desaparecidos, los feminicidios y la vida en zozobra que causan los grupos criminales en nuestras dos fronteras y el país comprendido entre ellas. Quizás no rebosan plazas ni atiborran urnas, mas ello no impide que tengan razón, aunque irriten o desentonen. Hablan y luchan desde la realidad, independientemente de su tamaño o su utilidad propagandística.

El amplio espectro cultural y social de los movimientos indígenas, a veces no más grandes que una comunidad o una pequeña región, ha generado vida y resistencia ante los embates del desarrollismo y el extractivismo capitalista. Como reconocen diversos comentaristas (algunos de ellos en este número de Ojarasca), el gobierno actual ha contado con el respaldo de muchísimas organizaciones y comunidades (ciertamente no todas) que se reconocen como indígenas.

La relevancia histórica conquistada por éstos en las últimas décadas no fue ignorada por el actual gobierno. Todo lo contrario, colocó “lo indígena” (casi siempre asociándolo con “los pobres”) en el centro de su discurso y sus acciones sociales mediante programas asistencialistas y productivistas no siempre innocuos, grandes obras de comunicación e infraestructura en sus territorios, destacadamente los megaproyectos, que en su carácter mega rebasan con mucho los intereses, necesidades y anhelos de las comunidades originarias, estelares en el discurso y las imágenes, pero accesorias a la hora de tomar decisiones.

Para empezar, anatema son las demandas autonómicas en Chiapas, Michoacán, Guerrero u otras entidades, incluso en la inexactamente llamada Ciudad de México, pues una parte de ella, por increíble que parezca, aún no es “ciudad”, y cuando menos en Milpa Alta nunca lo será.

Las reformas y organismos creados en torno a estos pueblos y su dispersión migrante se elaboran bajo un riguroso “control de daños” para el centralismo recargado del régimen. De ahí sus limitaciones en la escala de lo real. Hace seis años echó a andar un no admitido retorno al viejo indigenismo gubernamental, con reeditados mecanismos de integración y control; tuvo tropiezos innegables más allá de lo simbólico, como lo es el simple hecho de que el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (el nuevo INI) fue expulsado de su edificio sede en la capital del país, al ser ocupado por un colectivo otomí perteneciente al Congreso Nacional Indígena, que no es “oposición” al neoindigenismo, sino alternativa independiente.

¿Qué tan cooptado está el vagamente llamado movimiento indígena? Los pueblos ¿están emancipados o reclutados, liberados o catalogados, en la esencia de la Nación o sólo para dar lustre y ornato al discurso nacionalista en boga?.

(Septiembre de 2024, a diez años de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa: hasta encontrarlos)

https://ojarasca.jornada.com.mx/2024/09/13/a-donde-van-los-pueblos-originarios-329-5953.html

https://issuu.com/lajornadaonline/docs/ojarasca_329

https://www.jornada.com.mx/2024/09/13/ojarasca329.pdf

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Retrato de Samir Flores en las oficinas ocupadas del INPI. Foto: Ojarasca

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