02/01/2024
Su audacia y su atrevimiento, una combinación perfecta para los deseos perversos que provoca en mí, el juego atrevido haciéndome sentir que soy su dueño, diciéndome que ella es mía y solo mía.
Ella sabe jugar el verdadero juego erótico de la perversión, infligiendo ella misma su castigo, al decirme me he portado mal y ahora castígame mi señor, esperando de rodillas a ser poseída.
Su porte, su elegancia y la manera en que sabe jugar con mi mente, provocando mis sentidos, incitando ese juego lascivo a querer morder de extremo a extremo su cuerpo.
Ella sabe lo que provoca y que su parcial desnudes, es el aperitivo ante mis ojos, ese que quiero beber y tomar de un solo sorbo, sus ojos y su boca me llaman, me provocan, mordiendo su labio inferior para que pierda el control.
Su perversa maldad sale a flote cada vez que quiere jugar sin importar el lugar, el susurro de su voz un afrodisíaco para mi oído y cuerpo, cada vez que me dice, quiero ser tuya y solo tuya, y que tomes mi cuerpo a voluntad, que me hagas sentir el duro látigo de tu cuerpo.
Ella sabe como jugar haciéndome creer que es mi sumisa y yo su dueño, solo que ambos sabemos que es ella la artífice de todo este juego lascivo y perverso, porque ella sabe como provocar mi mente y cuerpo, sacando mis más perversos demonios, incitando el deseo y provocando la lujuria que habita en mí.
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¡Mi señor!, deme de eso que tanto deseo
y de eso que tanto quiero.
¿Y sabe que más quiero?
Su rostro casi serio mirando mi silueta en las luces tenues de esta habitación.
Su mirada fija en esa línea que divide el juego de lo real.
Quiero que se vaya apoderando de mis sentidos y me deje a su merced.
Ordene mi señor, ordene que yo obedezco sin reclamos.
Seduzca mi rudeza con su hambre seductora en mis carnes.
Haga que me arrodille para poder darle ese milagro que tanto le place con boca y labios, lengua y dientes.
Sea perverso no dude en someterme, nada más me completa en este instante.
De rodillas espero mi castigo, de rodillas espero mi sentencia, de rodillas espero mi premio con la boca abierta y las manos extendidas.
Con ojos negros le miro, con ojos que no ven más que a su hombre ante ellos, ojos que no quieren mirar a otros lados.
Alimente mis instintos.
Alimente mis demonios.
Déjelos exhaustos.
Toque con su correa la punta de mi seno y deje que la embriaguez llene mis entrepiernas de jugos dulces amargos.