24/01/2025
Hoy queremos compartir con ustedes la historia de una entrañable amistad entre dos grandes poetas y cantautores: Luis Eduardo Aute 🇪🇸 (1943 - 2020) y Joaquín Sabina 🇪🇸 (1949).
En en año 1986, Luis Eduardo se subía al escenario para acompañar a Joaquín en su primer y memorable disco en directo, "Sabina y Viceversa" que se grabó en el teatro Salamanca de Madrid.
En esa ocasión, Luis Eduardo sacó un papel del bolsillo, y guitarra en mano cantó una hermosa canción titulada: "Pongamos que hablo de Joaquín", retratando a la perfección al joven aprendiz de pintor que acabaría siendo "El Maestro".
En el año 2000, al editarse el álbum homenaje a Luis Eduardo titulado "¡Mira que eres canalla, Aute!", Joaquín le devolvió el regalo a Luis Eduardo, y bajo la misma melodía de "Pongamos que hablo de Joaquín" compuso la letra "¿Quién es Abel, quién es Caín?"; para retratar a su amigo Luis Eduardo.
Aute y Sabina, dos artistas memorables y una hermosa y generosa amistad.
Compartimos primero la letra de "Pongamos que hablo de Joaquín" (1986) compuesta por Luis Eduardo y bajo el enlace para escucharla, y luego "¿Quién es Abel, Quién es Caín?" (2000) con el correspondiente link.
Pongamos que hablo de Joaquín (1986)
Degenerado y mujeriego
con cierto aire de faquir,
anda arrastrando su esqueleto
por las entrañas de Madrid.
Aunque andaluz de fin de siglo,
universal, quiero decir,
no sé qué tiene de rabino
cuando lo miro de perfil.
Amigo de causas perdidas
desde aquel mayo de París,
no tiene más filosofía
que el "vive a tope hasta morir".
Medio profeta, medio quinqui,
el lumpen es su pedigrí.
Un tinto y una buena t**i
le bastan para resistir.
Tirando a zurdo en sus ideas
por donde escora Bakunín
dice que abajo las banderas
y arriba la lluvia de abril.
El perdedor es su universo
aunque pretende ser feliz.
Y aún hay quien dice que está cuerdo.
pongamos que hablo de Joaquín.
"¿Quién es Abel, Quién es Caín?" (2000)
Gourmet de musas y caireles,
en su paleta de marfil
moja anacrusas y pinceles
en tinta roja de carmín.
Su caramelo de tristeza
no es mal anzuelo para un pez,
en el reloj de la belleza
vuelven a dar las cuatro y diez.
De escuela mística y pagana
Canta acuarelas de Dalí,
pinta novelas dylanianas
¿Quién es Abel, quién es Caín?
Menudo punto filipino
que va desnudo en ascensor,
lámpara autista de Aladino,
copa de vino embriagador.
Nobleza obliga cuando hablo
de cuates, empezar por él,
que lo digan Silvio y Pablo,
dios y el diablo Juan Manuel.
Si chamulláramos lunfardo
los trovadores de Madrid,
sin mi compadre Luis Eduardo
yo no pasaba por aquí.
(Sería el maestrito
de Joaquín,
sí, dis, dis, Discepolín.)