14/02/2024
EL VERDADERO ORIGEN DEL DÍA DE SAN VALENTIN
En una época olvidada, donde las sombras de la tristeza y el desconsuelo se cernían sobre las tierras de Aravell, nació la leyenda del día de San Valentín, no como una celebración del amor, sino como un recordatorio del corazón humano, capaz de albergar tanto la luz más brillante como la oscuridad más profunda.
En aquellos días, el reino de Aravell estaba dividido por la guerra, una guerra que había consumido generaciones, dejando tras de sí un rastro de desolación y corazones rotos. En medio de este paisaje desgarrado, vivía un joven llamado Valentinus, cuya alma era tan pura como la tragedia que estaba destinado a vivir.
Valentinus se había enamorado de Alara, una joven cuya belleza era opacada solo por la bondad de su corazón. Sin embargo, como si el destino se burlara de ellos, Alara fue prometida a un guerrero del clan enemigo, en un intento desesperado por unir a los dos reinos y poner fin a la guerra. Su amor, un rayo de luz en la oscuridad, estaba destinado a ser sacrificado en el altar de la paz.
La noche antes de la boda, Valentinus, movido por un amor inquebrantable, intentó rescatar a Alara, soñando con escapar juntos a tierras lejanas donde su amor pudiera florecer lejos de las cadenas del deber y la tragedia. Sin embargo, su intento fue en vano; fueron capturados y llevados ante los líderes de ambos clanes. En lugar de la esperada ira, los ancianos, conmovidos por la profundidad de su amor y la desesperación en sus ojos, decidieron ofrecerles una elección cruel: renunciar a su amor y vivir, o aferrarse a él y enfrentar una muerte segura al amanecer.
La decisión de Valentinus y Alara fue tan valiente como desgarradora. Eligieron el amor por encima de la vida, sellando su destino con un último beso bajo la luz de las estrellas, un beso que sería tanto su adiós como su eterna promesa.
Al amanecer, mientras el sol se elevaba, bañando el reino en una luz dorada, Valentinus y Alara fueron ejecutados, sus manos entrelazadas incluso en la muerte. La noticia de su sacrificio se extendió por todo el reino, y por primera vez en generaciones, los corazones endurecidos por la guerra se ablandaron. El sacrificio de Valentinus y Alara se convirtió en un símbolo del poder del amor, un amor que trascendía el odio, la venganza y la tragedia.
En su honor, el día de su muerte fue recordado como el día de San Valentín, un día no de celebración, sino de reflexión sobre la naturaleza dual del amor, capaz de traer tanto la mayor alegría como el más profundo dolor. Fue un recordatorio sombrío de que, en el corazón de cada ser humano, reside la capacidad de amar profundamente, pero también de enfrentar grandes pérdidas.
Y así, el día de San Valentín se convirtió en una jornada de luto silencioso, donde las flores se dejan no solo como símbolo de amor, sino también como tributo a la fragilidad del corazón humano, que, incluso en su momento más oscuro, es capaz de una luz inextinguible.