23/04/2024
Soy muy repetida, así que sabrás, porque te lo habré contado, que pasé por una quiebra.
Fue una quiebra muy dolorosa en la que perdí todo lo que tenía.
Me quedé sin nada.
Vivía con una persona que, lejos de apoyarme, me reprochaba y me exigía.
Durante ese tiempo nada era fácil, salvo un regalo que me había dado la vida: mis gatos.
Ellos estuvieron presentes en el nacimiento de Trebolarium. Durante horas y horas de trabajo, me acompañaron, me pisaron el teclado, bebieron de mis vasos, llenaron de pelos el micrófono, maullaron mientras hacía mis podcast y vídeos... en fin, la mejor de las compañías.
Mientras yo desesperaba, ellos me daban motivos para sonreír.
Cuando se murió mi gato Tomás, después de haber perdido a mi pequeña hace seis meses, sentí un terrible vacío, como si no me quedara ya motivos para ilusionarme.
He estado una semana sintiendo los mordiscos feroces de esa ausencia.
Entonces puse un vaso de agua en mi mesa para vivir con la sensación de que volverán a saltar para meter el hocico y con esa sensación he vuelto a ilusionarme y a trabajar porque sé que mi corazón sigue intacto, listo para seguir ilusionándose y listo para recordar que la ausencia no puede arrebatarte la huella que las almas buenas dejan.
Total, que vuelvo a la carga.
Y...
¿Sabes lo que vas a aprender la semana que viene si estás dentro de la formación?
La manera más simplona de hacer comunidad de lectores.
Como es lógico, estás a tiempo:
Vivía de caridad con una pareja que todas las noches me recordaba los recibos que tenía que pagar para que no olvidara que me mantenía.