29/11/2024
CULTIVANDO LA TERNURA
______________________________
Si te interesa leer este libro —o cualquier libro de enseñanzas espirituales— lo más probable es que haya dos cosas que son importantes para ti. Una es el desarrollo de tu propia mente y corazón. Puede que sientas que estás en un camino hacia el estado completamente iluminado, o puede que simplemente quieras más felicidad y paz en tu mente. Cualquiera que sea tu motivación, es algo honorable que dota de sentido a tu vida. La otra, más allá de tus aspiraciones para ti mismo, es que además te preocupan el mundo y los seres que viven en él. Naturalmente, te importan más unas personas que otras, pero en general quieres que las cosas les vayan bien a todos los que compartimos este mundo y al entorno circundante.
Estas dos preocupaciones —por ti y por los demás— no compiten entre sí; de hecho, se encuentran armoniosamente entrelazadas. Nuestro progreso individual beneficia al mundo y a los demás, y nuestro interés por el mundo y por los demás abre nuestras mentes y corazones. Es importante enfatizar esta conexión entre el crecimiento espiritual individual y un beneficio más amplio, especialmente en estos tiempos en los que las gentes de todo el planeta tienen que lidiar con tanto conflicto y confusión y no saben qué hacer ni hacia dónde dirigirse.
La humanidad ha experimentado un progreso tremendo en los últimos siglos en ciencia, tecnología, salud, educación y muchas otras áreas. Las grandes conquistas han mejorado la vida de muchos. En algunos países, la persona media vive hoy como un rey o una reina comparada con la persona media de hace unos pocos cientos de años. Pero los efectos de estas conquistas de la humanidad han sido también muy limitados. No han contribuido a reducir los conflictos entre los seres humanos. No han modificado
nuestra tendencia a explotar a quienes son más débiles que nosotros, como los desvalidos animales. No nos han hecho desistir
de nuestra explotación de la propia tierra, hasta el punto de que
hoy el planeta se encuentra en una situación precaria. Si en algún
momento esperábamos que el progreso material hiciera aumentar
la armonía en el mundo, entre las personas y dentro de nuestras
propias mentes, de momento debemos encontrarnos bastante
defraudados.
No existe una solución sencilla para los problemas del mundo.
No podemos imponer cambios de mejora en la sociedad
desde fuera. No podemos remediar la avaricia, la agresión y
la confusión con una pastilla. Creo que solo hay una manera
de generar una mayor armonía en la sociedad y en el entorno,
tanto a nivel local como global. Se trata de que individuos
como nosotros trabajemos en nuestras mentes y corazones para
que podamos cambiar desde dentro.
Todos tenemos cuanto se necesita para ello. ¿Por qué? Porque
todos y cada uno de nosotros nacemos con una cualidad
profunda que es como una joya que colma todos los deseos.
Esta cualidad ha estado a nuestro servicio a lo largo de todas
nuestras vidas, y continuará estándolo. No obstante, ni siquiera
hemos llegado a arañar la superficie para aprovecharla
al máximo. Hemos disfrutado de algunos de sus beneficios,
pero no hemos aprendido a incorporarla a todas las situaciones
de nuestras vidas. La apreciamos, pero no llegamos ni a
vislumbrar su significado total. Hemos confiado en ella, pero
podríamos confiar mucho más.
¿Cuál es esta cualidad profunda que todos poseemos? Es la
ternura innata de nuestro corazón. Todo ser está dotado de un
corazón que es capaz de albergar sentimientos cálidos y tiernos
hacia los demás. Incluso en una criatura agresiva como una serpiente, la evidencia de esta cualidad es observable en la ternura
de su comportamiento con sus crías. No hay nadie tan desafortunado como para nacer sin un corazón así.
Cuando nuestro corazón es cálido y está imbuido de ternura y afecto hacia los demás, nos reporta la felicidad más pura y profunda que existe y nos capacita para irradiar esa felicidad a los demás. Este potencial para la felicidad se encuentra aquí mismo, en nuestro interior. No es algo ahí afuera que tengamos que buscar o perseguir. No necesitamos obtener varios títulos universitarios, trabajar duramente y ahorrar mucho dinero para comprarlo. No necesitamos unas condiciones excepcionales o una suerte increíble. Solo necesitamos este corazón, que está aquí en nuestro interior, accesible en todo momento.
Puede que esto suene demasiado simple —incluso simplista. Si la felicidad es tan accesible, ¿por qué somos infelices tantos de nosotros? E incluso si experimentamos periodos de felicidad, ¿por qué es nuestra felicidad tan poco fiable y difícil de mantener? La razón es que a pesar de que este corazón dichoso y cálido sea parte de nuestra naturaleza, la mayor parte del tiempo su fulgor se nos esconde. El Uttaratantra Shastra, un texto clásico budista que describe la naturaleza última iluminada de todos los seres, utiliza este ejemplo: Cada uno de nosotros es como una persona hambrienta y sin hogar que no se da cuenta de que hay un enorme tesoro enterrado bajo la tierra sobre la que duerme. La ternura de nuestro corazón es ese tesoro enterrado, pero no podemos disfrutarlo porque carecemos de la sabiduría y los medios hábiles para reconocerlo, valorarlo y aprovechar su poder.
No es difícil identificar el corazón cálido en nuestra experiencia. Por ejemplo, si tienes un animal de compañía normalmente sientes en su presencia un fuerte afecto. Tu corazón está abierto a tu adorable perrito de un modo simple, limpio e inocente. Quieres lo mejor para tu perro de manera incondicional. Haces todo lo posible para atender a sus necesidades y deseos. Y ver cómo responde a tu afecto, cómo mueve la cola cuando entras en la habitación, cómo aprecia la conexión que tenéis, te ofrece un gozo puro.
Pero una experiencia tan pura y maravillosa no suele ser
consistente en las relaciones entre individuos. Especialmente
con nuestros semejantes los seres humanos, tiende a darse una
mayor confusión. Algunas veces nuestro corazón está abierto
y otras cerrado. Si prestamos atención, podemos sentir el contraste
de un modo visceral. En algunas ocasiones, sentimos una
mayor negatividad hacia nuestros “seres queridos” que hacia
ninguna otra persona. Pero en la mayoría de nuestras relaciones,
hay periodos o momentos en los que la ternura de nuestro
corazón fluye con exuberancia. Lo podemos experimentar con
nuestros hijos e hijas, nuestra pareja, nuestros padres, nuestros
amigos y las personas de nuestro entorno. De vez en cuando,
podemos sentirlo con desconocidos, personas que vemos o sobre
las que leemos en las noticias, o incluso con personajes de
ficción.
El contexto varía pero en lo más profundo la experiencia es
la misma: una cálida conexión con los demás; una preocupación
por su bienestar simple y no conceptual; un sentimiento
de que su alegría es nuestra alegría y de que su sufrimiento es
nuestro sufrimiento...
Autor: Dzigar KongtrulISBN: 978-84-120884-2-7Páginas: 112Rústica con solapas Edición: 1ª (2020) Tamaño: 14.5x21.5